martes, 15 de octubre de 2013

Sobre “Sobre Cataluña y los compromisos creíbles”

Los de Politikon han publicado una entrada firmada por Juan de Ortega en la que realizan una crítica brillante del planteamiento de Galí sobre la independencia de Cataluña. Dicen los de Politikón que la pertenencia formal a la UE y al euro tiene que tener un valor mayor del que le atribuye Galí, quien especula con las posibilidades de reproducir la posición de un Estado miembro sin serlo de iure.
Según Juan de Ortega, si ser miembro de la UE de iure no tuviera un gran valor – como parece deducirse del artículo de Galí -, no se entiende por qué tantos países han invertido tantos esfuerzos en conseguir el acceso. Más interesante es por qué otros países han rechazado ser miembro de pleno derecho de la UE y, sin embargo, no han renunciado a las ventajas económicas más evidentes de un mercado único como son Suiza y los países nórdicos. Estos países han conseguido lo que querían – pertenecer a un espacio económico único y obtener las ventajas derivadas de las economías de escala y la especialización – sin ceder soberanía ni padecer las constricciones, reglas erróneas o, simplemente, destructoras de intereses particulares dentro del Estado (agricultura) que la pertenencia a la UE supone.

Concluye Juan de Ortega señalando que no cualquier país se puede permitir este segundo camino y que no es extraño que sean países con una gran calidad institucional y un bajo nivel de corrupción, muy homogéneos socialmente etc los que hayan optado por él. Estos mismos países son también bastante reacios a ceder soberanía incluso en mucha menor medida que lo que supone la pertenencia a la UE. De modo que – hay que deducir – que Galí está convencido de que
“las élites políticas y económicas catalanas conseguirán guiar al país hacia un entramado institucional y una cultura política mucho más cercana a los de los países nórdicos que a la que puede observarse en la Cataluña actual”.
No sé si hay ironía en esta última frase. Los últimos treinta años han demostrado que la calidad institucional y la cultura política catalana no es significativamente mejor que la de otras partes de España (no la calidad en la Administración Pública y en la prestación de servicios, que seguramente está por encima de la media).
Juan de Ortega vincula su entrada a la nuestra de hace un par de días. Respecto de ella, dicen los de Politikon
Aunque en el juego político todas las partes tengan razones para disimular o exagerar sus puntos de vista, parece razonable pensar que ex post la capacidad de España para vetar la entrada de Cataluña en la UE está limitada en el tiempo. En un escenario en el que la secesión sea percibida como irreversible, los aliados de España en la arena internacional dejarán de apoyar la posición de España después de algún tiempo y las relaciones entre España y Cataluña se irán normalizando progresivamente dado que los dos países tienen demasiados intereses en común para que no sea así.
Me parece una conclusión plausible. En el largo plazo, las relaciones se normalizarán y la oposición de España a la entrada de Cataluña en la UE se reducirá hasta desaparecer. El problema es que, si introducimos el factor tiempo y a gran escala, la discusión deviene inmanejable porque, en el interim, montones de circunstancias pueden cambiar y aumentar las probabilidades, incluso, de que el proceso se revierta, ante la fragilidad o el empobrecimiento súbito de una Cataluña independiente y con el acceso momentáneo a sus principales mercados – si no cerrado – gravemente perturbado. Si añadimos las enormes dificultades transitorias que implica separar dos comunidades tan estrechamente enlazadas como la de Cataluña con el resto de España, se comprenderá que el largo plazo es irrelevante.

3 comentarios:

Vicenç dijo...

Antes que nada, disculpas por seguir trolleando tu blog.

Formar parte del Espacio Económico Europeo (como Noruega) supone asumir en bloque el derecho comunitario en materia de mercado interior, incluyendo derecho de la competencia, y suscribir un acuerdo monetario con la UE (como recientemente Andorra) supone asumir también la normativa financiera y bancaria de la UE en materia de prevención de blanqueo de capitales, prevención del fraude en los medios de pago y notificación de datos estadísticos. No ser miembro de iure de la UE no exonera un estado que forma parte del Espacio Económico Europeo y de la Eurozona de cumplir con el "core" del derecho comunitario, así que una explicación en estos términos me parece poco convincente.

Es cierto que un acuerdo comercial bilateral no tiene contenido idéntico que el acuerdo del EEE con los estados de la EFTA, pero tengo pocas dudas que si una Catalunya independiente quiere acceder al mercado común la UE exigirá (razonablemente) las mismas garantías de cumplimiento del derecho comunitario. Eso sí. Catalunya quedaría fuera de la PAC y de los fondos comunitarios, pero no creo que esto sea un inconveniente.

Anónimo dijo...

Una crítica "seria" al artículo de Gali

http://elpais.com/elpais/2013/10/14/opinion/1381749427_714984.html

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con el dilema corto plazo/largo plazo: a largo plazo sólo hay una cosa segura...que todos nosotros estaremos muertos. Lo demás son entelequias.

Y como además dónde se mueve la inmensa mayoría de los mortales es en el rabioso corto plazo (cómo pago la hipoteca a fin de mes, cómo pago la letra del coche a fin de mes, cómo pago el colegio de los niños a fin de mes, cómo pago el IVA a fin de trimestre, etc...) pues que lo del largo plazo es trivial para nosotros, digan lo que digan los economistas.

Sólo los que tienen el "riñón bien cubierto" y la vida solucionada pueden dedicarse a teorizar sobre el larog plazo. El 95% de la población bastante tiene con intentar sobrevivir en el corto plazo.

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