jueves, 12 de junio de 2014

Microentrada: ¿está bien que pidamos a los ricos que sean generosos?

Fotografía Facebook: Monumento al atún en Tarifa
Para un liberal, lo de hacer caridad con dinero ajeno resulta chocante. Cuando es el Estado el que usa dinero de unos ciudadanos para entregárselo a otros, incluso irritante, sobre todo porque esas transferencias no van siempre a los que más lo necesitan (por ejemplo, a los mineros del carbón, a hacer varios monumentos al atún o un carril-bici, un aeropuerto o, directamente, a los bolsillos de personas cercanas a los políticos). Para un liberal, la caridad o la solidaridad deben ser resultado de las decisiones autónomas de los individuos, no de la imposición de la mayoría o de una minoría bien relacionada o con más capacidad para hacer ruido y presionar.

Viene a cuento porque cuando Elena Alfaro me dijo que había iniciado una nueva campaña en change.org, esta vez, para pedir a los jugadores de la selección nacional de fútbol que donaran parte de las primas – que se pagan por una institución semipública como es la Federación Nacional de Fútbol – para subvenir los costes de los comedores escolares durante el verano, el liberal que hay en mí torció el gesto. Está muy bien presionar al Estado para que implemente una política determinada (organizar la producción y distribución de libros de texto para que éstos sean de mejor calidad y menos costosos para las familias) pero no está tan bien presionar públicamente a unos particulares para que donen su dinero por muy legítima y deseable que sea la causa.
El problema es que los ricos españoles son poco generosos y poco ejemplares. La legislación fiscal grava inmisericordemente los rendimientos del trabajo y, mucho menos, los rendimientos del capital. Muchos de esos ricos deben su fortuna al trabajo de sus padres o abuelos y el impuesto de sucesiones les ha respetado íntegramente esa fortuna. Muchos empresarios han hecho su fortuna aproximándose a los que mandan. Tenemos pocos grandes empresarios cuya fortuna no se haya realizado en sectores regulados o cercanos a los poderes públicos. Ni siquiera el gobierno corporativo de nuestras grandes empresas queda bien en las comparaciones internacionales. Esto ha sido una desgracia para la Democracia y para la Economía española.
Los deportistas españoles se han puesto repetidamente como modelo de lo que un sistema meritocrático puede lograr. Somos una potencia deportiva relativa gracias a ese sistema y nuestros deportistas de élite están entre los más ricos del mundo. Eso, a pesar de la suciedad que acompaña a la organización oficial de muchos deportes y la baja catadura moral de muchos de los dirigentes deportivos. Los deportistas españoles son ejemplares, talentosos y excelentes en el trabajo en equipo.
De manera que he cambiado mi gesto respecto a la nueva iniciativa de Elena Alfaro. Creo que los jugadores de la selección, todos ellos ricos, pueden sacar los colores a los políticos y a los demás ricos de este país. Un país, donde directivos empresariales consideraban justificado embolsarse millones de euros de euros de dinero ajeno, a la luz pública y sin reproche social,  al tiempo que deciden, con ese mismo dinero ajeno, qué obras de caridad se realizarán. Es como decir a todos esos que la sociedad civil está viva, vigilante y pretende resolver problemas concretos y, no tanto, salir a las calles a protestar contra la lluvia, el sol, el frío y el calor.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Porque lo llamas liberalismo cuando quieres decir conservador reaccionario?

antonio j. almarza dijo...

El problema, profesor, es que los ricos españoles no quieren ser ricos. Mejor dicho: o saben muy bien que ser rico en España está mal visto y es un estigma que hay que hacerse perdonar y en consecuencia procuran pasar desapercibidos o bien ejercen ostentosamente de nuevos ricos con derecho "natural" y casi divino a hacer lo que les pete sin talento ni sutileza alguna.

El resultado es triste y descorazonador porque simplemente se traduce en una absoluta falta de estándares éticos mínimamente homologables que permitan definir principios o valores sociales propios de las clases altas que conviene proteger y difundir.

Y sin eso no se puede caminar a ningún lado con garantías porque simplemente no hay brújula ni hoja de ruta como se gusta en decir ahora.

En fin, cuento esto porque en mi opinión la iniciativa de Elena Alfaro está apuntando en la dirección adecuada al recordarnos por un lado que hay ricos, que además pueden ser aceptados pese a ello como es el caso de los deportistas que se hacen perdonar esa condición sin duda por el "sudor" de su camiseta y finalmente que está bien ponerles deberes porque no dejan de ser criaturas despistadas en casi todo.

Y es que al menos desde Smith, está claro que no cabe liberalismo alguno sobre ruinas de sentimientos morales, me temo

Andrés dijo...

¿Seguimos manteniendo el juicio tan exageradamente positivo sobre "nuestros" futbolistas después del partido contra Holanda? ¿Sigue siendo un acuerdo razonable el de que Pique o Ramos vayan a cobrar mucho más del doble que los jugadores de Alemania, Brasil o Italia, si ganasen el mundial? Me temo que como las posibilidades de que así ocurra son tan escasas, las preguntas que me hago son una tontería. Pero comparativamente no hay razones.
Es lo mismo que ocurre cuando se comprueba que los sueldos de los directivos de las grandes cotizadas españolas son de los más altos de Europa en comparación con la media de sus trabajadores. Quizá, Jesús, tu mantengas que es porque son los mejores. Eso sí, este juicio valdría para todos y la conclusión es que su excelencia sólo la superan los búlgaros, rumanos y rusos.

Abogados de tráfico dijo...

Hola

Pues hay de todo, per estoy con Jesús en algunas cosas, pues sí hay ricos poco generosos en España. Pero no sé si sería el caso de los jugadores de fútbol o de otra élite.
Creo que algo hará cambiar la sociedad en la que estamos viviendo, pero los ricos seguirán siéndolo y poco se podrá hacer en ese término.

Le felicito por el blog y los temas que va poniendo, siempre de actualidad.

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