jueves, 5 de junio de 2014

Referéndum, Constitución y oportunismo

Cada vez hay más gente que quiere modificar la Constitución. Unos quieren que se reconozca el derecho de secesión de algunas Comunidades Autónomas. Otros quieren que pasemos de la Monarquía a la República. Otros quieren reinstaurar la pena de muerte. Otros querríamos suprimir el Consejo General del Poder Judicial, limitar el poder de los políticos para designar discrecionalmente a los miembros de las agencias independientes y de los órganos constitucionales de carácter técnico-político. Otros quieren que el Estado recupere competencias sobre la sanidad y la educación. Hay quien quiere reducir el número de Comunidades Autónomas y cerrar el enorme agujero que es el título VIII. Hay también quien quiere acabar con el régimen foral privilegiado de Navarra y el País Vasco. Otros creen que hay que meter en la Constitución el deber de lealtad constitucional concretándolo un poco. Hay gente que querrá que el derecho de propiedad esté protegido con el recurso de amparo. Y hay quien querrá suprimir el Tribunal Constitucional y crear una sala de garantías constitucionales en el Tribunal Supremo.
Habrá quien quiera suprimir la mención a los colegios profesionales o eliminar el carácter de garante de la unidad de España del ejército. Otros querrán que cualquier transferencia de soberanía a la Unión Europea deba ser aprobada en referéndum. Muchos querrán que se garantice la penalización del aborto en la Constitución y muchos querrán limitar el tipo del IRPF al 50 %. Hay quien quiere que el derecho a la vivienda o una renta mínima esté garantizado como un derecho de prestación. Habrá muchos que querrían eliminar cualquier mención a la Iglesia Católica y declarar que la educación sea, toda ella, pública. Otros querrán suprimir cualquier mención a las Universidades. Podría seguir así hablando de cualquiera de los 169 artículos de la Constitución.
Como hicimos una Constitución tan larga, todas esas cosas están en la Constitución. Y, para la mayor parte de ellas, modificarlas requiere un laborioso proceso de reforma constitucional (arts. 166 ss CE).
En la Constitución está también previsto que el Gobierno pueda convocar referéndum consultivos sobre cuestiones de especial trascendencia política (art. 92.1). No cabe duda de que todas esas cosas que están en la Constitución y que mucha gente quiere cambiar, son cosas de especial trascendencia. Pero si las metimos en la Constitución es porque queríamos “atarnos al mástil” de la difícil reforma de la Constitución para evitar que mayorías casuales o apasionadas vencieran a la prudencia que debe presidir cualquier decisión de “especial trascendencia” para una Sociedad. Los referéndum no deben utilizarse para averiguar qué piensa la gente sobre el contenido de la Constitución. Deben utilizarse para averiguar qué piensa la gente sobre aquellas cuestiones trascendentes que no están decididas en la Constitución.
Si a la gente no le gusta ya su Constitución, lo que tiene que hacer es cambiarla. Y los que quieran promover el cambio, deben presentarse a las elecciones con las modificaciones pretendidas en su programa electoral para promover dicha reforma constitucional cuando ganen las elecciones y puedan tomar la iniciativa. Porque los referéndum sobre cuestiones decididas en la Constitución, aunque sólo sean consultivos, obligan moral y políticamente al Gobierno a reformar la Constitución para atender a la opinión popular y evitar así que la Constitución pierda lo que constituye su legitimidad última, que diría Ross, el consenso de la Sociedad en torno a la bondad de su Constitución. Por tanto, para que el juego fuera equilibrado, deberíamos celebrar tantos referéndum como cuestiones decididas en la Constitución quieran ser cambiadas. O sea, veinte o treinta referéndum o uno con treinta preguntas. Estaríamos violando así las normas sobre la reforma de la Constitución que prevén que sean las Cortes las que elaboren la reforma y que el pueblo decida en un único referéndum sobre la reforma constitucional en su conjunto. Eso se llama oportunismo.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡¡Excelente!!!

Francis Martínez Segovia dijo...

Me hace gracia cuando te metes a constitucionalista y, ya no te digo nà, cuando lo haces a moralista!

O sea, según tú, hasta qué generación hay que esperar para hacer un referendum? Hasta que nuestros tataranietos? Jejeje...
O sea, que no cabe otra forma de modificación que si está en un programa político y se hace por las Cortes. Nada nada... ¡¡¡Viva esa sorprendente adhesión tuya, tan incondicional a la estricta observancia procedimental en el ejercicio de cualquier derecho!!!
No lo puedo creer.

Y eso de exagerar, ya ni te cuento, o sea que porque se pida un referedum sobre una institución obsoleta y que ha cumplido su función en el tránsito democrático pero que demuestra sus miserias en los últimos tiempos. Según tú, eso es irrelevante, porque claro, tú eres monárquico, y si fueras republicano te esforzarías por hallar razones en contrario, que las hay y más atendibles que esto tuyo de la observancia sacrosanta, cabal y responsable de los procedimientos constitucionales de reforma! :))

O sea y cuándo se ha modificado la Constitución de correprisa eso ni te parece relevante, como lo que pidió la Merkel y Obama sobre la contención del gasto público. Lo de votar a gente que no sea español y comunitario. Eso sí que es más relevante que querer atender a una parte mayoritaria d la sociedad que quiere que se haga una consulta sobre una institución que podría muy bien ser prescindible.

Amén del hecho de defender una institución que antepone el hombre a la mujer, que establece una excepción a la igualdad de todos ante la Ley, pues si quieres ser rey o reina lo más que puedes aspirar es a serlo consorte y si logras seducir a EL "Elegido", ése de sangre azul, que vendrá a representarnos sin que a más de la la mitad de los ciudadanos de este país no nos parezca la persona idónea para hacerlo. Creo que el Rey deberia dejar paso no a su ¡¿"legítimo" heredero!? sino a un referedum sobre la idoneidad de esta trasnochada y denigrada institución que encarna (y que él mismo se ha encargado de empequeñecer y vilipendiar) en nuestro país.

En fin, Jesús, lo dicho, nos entendemos mejor hablando de Derecho Mercantil, cuando te metes a tertualiano político me hallas siempre en frente, porque tú debes estar entre los que enarbolan esa banderíta azul --como la sangre de quien tu postulas como jefe de nuestro Estado-- o quizá, incluso incluso, hasta podría ser hasta de otro color (algo posible, por supuesto, pero que, como decía Julios Iglesias Padre, me resultaria "raro, raro, raro..."), a diferencia de mí, que me va más el rojo, y ello no porque esté ya muy cerca el mundial y quiera estar a la moda de la Roja :)), es simplemente, porque creo que todos debemos ser jurídicamente hablando, y sin excepción alguna, iguales ante la Ley desde que nacemos. Tú no, parece que crees en el designio divino que explica que una institución nacida y más propia de épocas anteriores a la edad contemporánea siga vigente para adaptarse a los nuevos tiempos. Para que, como decía Lampedusa, "todo cambie para que todo siga igual". En fin, esas reformas gatopardianas sí que te gustan, esas sí.

Concluyo indicando que yo me he manifestado a favor de la consulta catalana y también a favor del referedum. Puedes acudir a mi blog personal y ver qué razones doy para ello.

http://francismartinezsegovia.com/2014/04/17/en-favor-de-la-consulta-catalana/

Con afecto, como siempre y pese a las habituales disensiones políticas, por supuesto. Buen dia.

Francis Martinez Segovia
@fjmsegovia
http://impresionesdeunjurista.com

Anónimo dijo...

Sencillamente excelente!!!

Anónimo dijo...

Francis, danos un poco de tregua, ¿vamos a tener que seguir soportando las tonterías que dices todos los días sobre cualquier tema que trates en un lugar como éste, que es de encuentro de gente inteligente?

Anónimo dijo...

Esta muy bien todo lo que has escrito, felicidades, pero no aportas nada de nada al debate. Haces populismo en búsqueda del aplauso fácil.

En un texto tan rácano repetir la palabra "constitución" 27 veces dice mucho de ti.

La carta magna de tu pais es la mejor del mundo: muerte a las constituciones de países democráticos que ponen en práctica eso tan vulnerado como "el poder del pueblo"!!

Suerte que ya no existe el apartheid, los presos políticos, la prohibición de hablar una lengua que no sea la del reino, la prohibición de votar de las mujeres o el derecho de pernada para el rey que vosotros adoráis.

Eres un ejemplo a seguir Águila Real.

Anónimo dijo...

Anónimo 5,

no está de más recordar hoy que la Constitución española, a diferencia de otras, es reformable por completo. Basta para ello con que tener el apoyo de la mayoría.

Si el debate al que te refieres consiste en encontrar la forma de cargarse la Constitución sin contar con la mayoría, entonces me alegro de que el profesor Alfaro no haga ninguna aportación pues en otro caso estaría en contra de la democracia.

Francis Martinez Segovia dijo...

Anónimo ... Si tan hastiado estas... No te molestes en leerme, y ten la valentía de mostrarte tipo inteligente... Jeje.

Si el autor de este blog puede decir lo que se le ocurra yo también puedo,salvo que me vete tanto como tu permanecer anónimo, me gustaría saber que cosas más inteligente haces aparte de estar oculto :)). puedes pasar tanto de mi como yo de ti. Todos contentos...

Miguel Pasquau dijo...

Estoy de acuerdo con lo sustancial del artículo: el referendum consultivo no está para lo decidido constitucionalmente; y para reformar la constitución es necesario comenzar por el principio, es decir, por la convocatoria de Cortes constituyentes. Por cierto, tal procedimiento es sin duda alguna más democrático, porque exige doble consulta al pueblo: primero para elegir a los diputados que vayan a discutir y elaborar la eventual reforma; y segundo, un referendum.
Otra cosa es que uno o dos partidos vayan a bloquear sistemáticamente, con su mayoría o con su minoría de bloqueo, la convocatoria de las Cortes constituyentes. Pero espero que estemos de acuerdo, a estas alturas, en que una democracia sin procedimientos constitucionales (y por tanto limitadores del poder de las mayorías parlamentarias) es de baja calidad.

En síntesis, mucho mejor procesos constituyentes ambiciosos, que compulsivos referendum.

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