miércoles, 26 de agosto de 2015

Sólo las naciones-Estado tienen derecho de autodeterminación

Sobre el inexistente derecho de autodeterminación de Cataluña


Una atrevida doctora de la Universidad de Oviedo – Lucía Payero López - ha publicado un breve trabajo en el que defiende, sobre bases morales y jurídicas, el derecho de autodeterminación de Cataluña. Hay que agradecer a la autora que exponga su tesis de forma clara y refutable, es decir, que plantee con claridad las bases de sus conclusiones lo que hace más sencillo avanzar los argumentos en contra.

En los términos más breves, la autora considera que las naciones tienen derecho a la autodeterminación. Define nación en sentido subjetivo: un grupo de individuos que viven en un territorio y que “se creen que son una nación”, es decir, que comparten la convicción de que son un grupo humano diferente de los grupos que viven en territorios aledaños y sienten que las cuestiones colectivas deben decidirlas de forma separada. Esta definición subjetiva no es tan simple como parece a primera vista. Normalmente, ese grupo humano se “reconoce” o tiene conciencia de que son una nación porque les unen características diferenciales respecto de los otros grupos humanos vecinos. Tienen una lengua común y distinta de la que hablan los de alrededor; han tenido una historia separada y tienen tradiciones culturales comunes y diferentes también. De manera que la definición de nación no es puramente subjetiva. Es subjetiva – conciencia colectiva del carácter nacional del grupo – pero basada en hechos objetivos.

Reconoce la autora que, siendo la concepción más extendida de nación, esta definición plantea problemas muy serios para ser aceptada. Básicamente, que no se puede determinar que un grupo es una nación sin delimitar, previamente, al grupo. Que Cataluña sea una nación, depende de que, previamente, hayamos aceptado que hay un grupo humano al otro lado del Ebro y hasta el Mediterráneo y los Pirineos que se consideran como una nación. Ni los propios independentistas catalanes configuran así la nación catalana, en la que incluyen, como es sabido, otros territorios y poblaciones.

La autora continúa afirmando que si Cataluña es una nación y aceptamos que todas las naciones tienen derecho a autodeterminarse, es decir, a decidir por sí solos la forma en que se relacionan con los grupos humanos que se encuentran a su alrededor, forma parte del derecho de la nación catalana declararse un Estado independiente o un Estado federado con España – o con Francia – una región autónoma o una simple provincia. La libertad de la nación exige el reconocimiento por los demás grupos humanos de su derecho a autodeterminarse y la Justicia exige de España la plasmación jurídica de ese Derecho en las normas del Estado en el que se inscribe la nación catalana.

Este reconocimiento no es, sin embargo, más que el comienzo de la discusión: el reconocimiento del carácter nacional de un grupo es un problema sencillo sólo si se afirma frente a “nadie”, es decir, cuando un grupo humano ocupa un territorio previamente deshabitado o habitado exclusivamente por humanos que no se consideran, a su vez, como una nación. Algunas naciones americanas se fundaron de esta manera. Las demás se han fundado previa invasión y sometimiento de los grupos humanos que habitaban en el territorio de la nueva nación.

Debo reconocer que, cuando se produjo el referéndum de independencia escocés tuve dificultades para encontrar las diferencias entre el caso escocés y el caso catalán, dificultades que se expresan en el “tono” de la entrada que escribí al respecto. La lectura de este trabajo y una breve discusión en twitter me ha permitido aclararme un poco más y afinar algunas entradas anteriores sobre la cuestión catalana.


El Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte no es una nación. España sí es una nación.


Los independentistas catalanes han de rechazar esta afirmación para salvar la lógica de su reclamación de autodeterminación. Si definimos nación como “unos cuantos que se juntan y se creen una nación”, no hay inconveniente alguno en reconocer que Cataluña es una nación pero, igualmente, no debería haber inconveniente alguno en reconocer que España es una nación: la inmensa mayoría de los que viven en España se consideran y reconocen como parte de una nación y tienen las mismas o semejantes (si no más) bases objetivas para reconocerse como tales que los catalanes: una historia común, una lengua hablada en todo el territorio y no hablada en los territorios vecinos de Portugal o Francia. Por el contrario, los ingleses y los escoceses se reconocen recíprocamente como dos naciones diferentes. Que, objetivamente, no haya tan grandes diferencias entre el Reino Unido y España a este respecto no es lo relevante. Lo relevante es la conciencia nacional si hemos de aceptar el concepto subjetivo de nación.

De ahí derivan las dificultades para reconocer ética y jurídicamente el derecho de autodeterminación de Cataluña. El problema es que la autodeterminación no es previa a la independencia. Es al revés. Solo las naciones que tienen un Estado independiente pueden autodeterminarse en el sentido de decidir, por sí solas, cómo organizarse políticamente.

España se ha “autodeterminado” a través de su Constitución en la que declara orgullosamente que es la patria común e indisoluble de todos los españoles. (arts. 1.2 y 2) Al hacerlo así, ha declarado su carácter nacional y, por tanto, que su derecho de autodeterminación incluye a todo el grupo que vive en el territorio español. Si – como sucede desde 2012 – un grupo dentro de la nación española afirma su carácter de nación y pretende el reconocimiento de los derechos asociados a tal carácter - un Estado y la autodeterminación – tal reclamación choca con el derecho de autodeterminación de la nación española.

A esto se le llama – nos dice la autora – el problema recursivo. Si los habitantes de Murcia se consideran una nación, los de Cartagena podrían hacer lo propio y exigir que se les reconozca el derecho a formar un Estado y autodeterminarse. Al hacer tal cosa, los habitantes del resto de Murcia rechazarían tal pretensión precisamente porque la pretensión de los cartageneros lesionaría el derecho de autodeterminación del Estado/nación murcianos. En el caso de Cataluña, y de una forma más ridícula – pero no mucho más – lo propio sucedería con el Valle de Arán. Si los catalanes afirman que son una nación y que tienen derecho a la autodeterminación deberían estar dispuestos a reconocer el derecho a la autodeterrminación de cualquier otro grupo, dentro de Cataluña, que se autorreconozca como nacional. La exigencia de circunstancias objetivas que justifiquen tal reclamación es un problema menor. Si la lengua de Cataluña es el catalán, los que tienen el español como lengua materna y que se sienten españoles deberían ser titulares del derecho de autodeterminación ejercible frente a Cataluña. El problema recursivo es, pues, difícilmente resoluble y, desde luego no en términos éticos o jurídicos y muestra lo acertado de afirmar que el derecho de autodeterminación de un grupo deriva de la condición de Estado independiente y no al revés. Una vez que una nación logra un Estado adquiere el derecho a autodeterminarse. En consecuencia,

el derecho de autodeterminación de Cataluña no tiene base jurídica ni ética


No tiene base jurídica porque – como bien hacen las normas internacionales – el derecho de autodeterminación de España – que incluye el territorio y el grupo que habita en la región catalana – se ve lesionado (los textos internacionales hablan del derecho a la integridad territorial de los Estados pero no hay razón alguna para no plantearlo en términos de derecho de autodeterminación de la nación constituida como Estado) y tal lesión sólo puede ser justa si es consentida o si hay una razón muy poderosa que legitime la lesión.

La protección de los derechos de los catalanes sería una razón muy poderosa y es por eso que las normas internacionales reconocen el derecho de una región a independizarse – a protegerse frente a la opresión a través de la creación de un Estado independiente – cuando los habitantes de una zona sufren opresión por parte del Estado del que forman parte.

El problema recursivo se plantea no solo en relación con los territorios dentro de la nueva nación-Estado, sino entre los individuos que ahora son súbditos del nuevo Estado. En este sentido, la secesión implica un cambio en las mayorías. La independencia de Cataluña significaría, simplemente, que los que se sienten españoles (o españoles y catalanes simultáneamente porque, nuevamente, la conciencia de pertenecer a una nación no es exclusiva, todos tenemos identidades compuestas como dice Ignatieff) pasarían a ser la nación sin Estado dentro de la nación catalana que ahora estaría constituida como Estado. Y la secesión implicaría la pérdida definitiva del derecho de autodeterminación de la “nación española” dentro del Estado catalán.

Es fácil ver por qué. En primer lugar, el “retorno” a la nación española – al Estado español – ya no sería posible por la voluntad unilateral de los habitantes del nuevo Estado. Requeriría el consentimiento de España. De este modo, la “nación española” en Cataluña no podría nunca volver a ejercer su derecho a autodeterminarse aunque, celebrado un referendum al respecto transcurridos algunos años desde la independencia, fueran mayoría los que prefirieran retornar a la nación española. Lo acaecido con Portugal es una buena muestra de la irreversibilidad de los cambios de Estado. Sólo podría ejercer tal derecho frente a la mayoría catalana y tendríamos cuatro Estados en la península ibérica: Portugal, España, Cataluña catalana y Cataluña española.

En segundo lugar, no es necesario gastar muchas palabras para explicar los incentivos que tendría el Estado catalán para oprimir a la “nación española” minoritaria dentro de su territorio y para negar cualquier derecho a decidir sobre cómo organizarse políticamente a los miembros de la “nación española” (esto es, para negarles su derecho a tener un Estado). Si – con las competencias propias de un Estatuto de Autonomía – han logrado expulsar el español del sistema educativo, ¡qué no harían con los poderes de un Estado independiente! Es más, para ellos es cuestión de vida o muerte. Una “nación española” poderosa y reivindicativa dentro de Cataluña pondría en peligro permanente la propia supervivencia del nuevo Estado. Los independentistas preferirán una Cataluña con menor población a una dividida; que la “nación española” abandone Cataluña o carezca de derechos políticos (que conserven la nacionalidad española y voten en España aunque residan en Cataluña y puedan votar – como los europeos – en las elecciones locales. Esto es lo que parece querer decir el Sr. Romeva).

La conclusión es que la independencia de Cataluña – el derecho de autodeterminación de Cataluña – no está justificada ni jurídica ni éticamente.

Actualización: véase la entrada "Secession" en la Stanford Encyclopedia of Philosophy

La única forma de lograr la independencia de Cataluña pasa por convencer a la nación española de que renuncie a su derecho de autodeterminación


en el sentido de que el territorio y la población catalanes no forman parte de la “nación española”. O pueden recurrir a las armas. Históricamente ha sido la fuerza de las armas o la descomposición de la nación más grande la que ha permitido a las naciones constituirse en Estados independientes. Por eso es tan dañino que el desarrollo del Estado de la Autonomías haya acomplejado al nacionalismo español. En otros casos, en fin, ha sido la comunidad internacional la que ha protegido a un grupo oprimido permitiéndole formar un Estado y amenazando a la nación opresora con terribles consecuencias si se opusiera a esa independencia lo que sólo ha sido posible si la nación opresora estaban en descomposición. Tampoco son semejantes los casos de escisión o división de un Estado como el de Checoslovaquia.

¿En qué circunstancias sería exigible ética – y jurídicopolíticamente – a la nación española que aceptara la independencia y, a partir de ahí, que reconociese al pueblo catalán como sujeto del derecho de autodeterminación, esto es, como Estado independiente? Cuando existieran datos prolongadamente en el tiempo de que una inmensa mayoría de la población catalana desea firmemente la independencia de España. Es obvio que no es tal la situación actual con un crecimiento del sentimiento independentista brutal y recientísimo.

Y, en fin ¿por qué no le es exigible a la nación española permitir un referendum de independencia (que no de autodeterminación)? Por la misma razón por la que no le es exigible reconocer a Cataluña como Estado y al pueblo catalán como titular del derecho a la autodeterminación: la celebración de un referéndum lesiona el derecho de autodeterminación de la nación española. Aunque los independentistas lo perdieran, se habría abierto una gravísima vía de descomposición de la nación española. Nunca más sería la nación española la titular del derecho de autodeterminación. Por esas mismas razones, nada obliga a España a reformar su constitución para reconocer el derecho de secesión en la medida en que si, lo hiciera,  España – la nación española – dejaría de conservar intacto su derecho a autodeterminarse, lo lesionaría irremisiblemente al reconocer el derecho de secesión de sus regiones. No le es exigible a una nación que renuncie a autodeterminarse del mismo modo que no le es exigible a una Cataluña independiente que acepte autodeterminarse una sola vez en el tiempo.

7 comentarios:

Al dijo...

Estimado Jesús;

He leído el artículo de la doctora de Oviedo, y lo suscribo. Cataluña tiene derecho a la autodeterminación, siempre y claro esta que una mayoría clara de su masa activa de votantes así lo quiera.

El concepto de nación es claramente subjetivo, y si un pueblo mayoritariamente quiere ser nación, lo será. Pero es necesaria una base territorial para alcanzar el nivel estatal -y la voluntad de serlo, por ejemplo en Galicia hay un sentido de nación muy fuerte, pero ningún deseo de ser independiente, e incluso una amplia capa de población de soy más gallego que español, pero ojo también soy español- , sin esa base territorial donde la adscripción nacionalista sea irrebatible, no estaremos ante una nación con derecho a estado. Por ejemplo la nación judía existía -y existe, con todos los elementos nacionales menos el territorio- pero hasta que tuvo una base territorial en Israel no pudo alcanzar el nivel de Estado.

La configuración de la nación como Estado pasa siempre por que los rasgos subjetivos -somos y nos sentimos una nación- se acompañen por la adscripción territorial y una voluntad de ser Estado. Por lo que caer en autodeterminaciones recurrentes será inevitable si hay base territorial. Por ejemplo si Cataluña se autodetermina y luego una territorio quiere ser español tendrá el derecho a autodeterminarse a su vez. El problema es que en Cataluña no existe una configuración territorial evidente en un sentido proespañol.

Para mi es indudable que Cataluña -y el País Vasco, y Galicia. Pero si se dieran los elementos subjetivos y territoriales, Alcorcón podría alcanzar dicho estatus- tiene elementos claros para ser considerada una nación. Pero YA se ha autodeterminado, ¿como? votando mayoritariamente la Constitución, sus Estatutos y a partidos no independentistas en las múltiples elecciones celebradas. Pero si una mayoría rotunda -un 75-80% del censo de votantes. Un 50,1% de votantes a favor del si me parece una mayoría exigua- deseara independizarse por la vía fáctica sería algo innegable, pero eso es lo que no se da. Falta ese elemento mayoritariamente claro para la independencia. Y no creo que en las elecciones catalanas esto se logre, y con los Rumeva y Mas de turno lo veo muy complicado.

De hecho no entiendo racionalmente el juego actual de Mas -y sus votantes-, el de ERC si, ya que aunque no consigan la independencia salen muy favorecidos del proceso en términos electorales y políticos. Al final no hay una mayoría clara -puede que ni siquiera mayoría- de independentistas, proclamar la independencia es asumir riesgos muy graves para la paz social, e incluso personales para Mas. ¿Qué busca racionalmente? o ¿Ha perdido la razón?

Candide dijo...

Estimado Jesus, he leído sólo la primera parte, porque me quedó claro que tú, como la profesora, no distinguís ente autodeterminación y secesión. Cataluña no sólo tiene derecho a la autodeterminación, la está ejerciendo cada día de manera interna, ya que tiene autonomía y autogobierno. Déjame citar de Reference re Secession of Quebec del Tribunal Supremo canadiense: "The recognized sources of international law establish that the right to self-determination of a people is normally fulfilled through internal self-determination -- a people's pursuit of its political, economic, social and cultural development within the framework of an existing state." http://scc-csc.lexum.com/scc-csc/scc-csc/en/item/1643/index.do

Lo que no tenía Quebec, ni tiene Cataluña, es el derecho de secesión unilateral.

Lo que es moral o éticamente correcto es otro tema, en el que ahora no quiero entrar.

JESÚS ALFARO AGUILA-REAL dijo...

Acepto que me invento el concepto de autodeterminación. Para mí que una nación pueda autodeterminarse implica que los miembros de esa nación deciden, en cada momento, cómo quieren organizarse políticamente. Y sobre esa definición, solo las naciones-Estado tienen derecho en sentido jurídico a determinarse en CADA MOMENTO. Si la nación española reconoce a CAT el derecho a autodeterminarse les reconoce el derecho a decidir cómo organizarse políticamente y, entre otras cosas, a decidir si quieren separarse de España.

Candide dijo...

De esto va el debate. Y de una nueva definición del derecho de autodeterminación. Este debate no sólo tiene lugar en Cataluña: http://plato.stanford.edu/entries/secession/

moi dijo...

Es inútil tratar de llegar a una conclusión racionalmente certera si simplemente ''diseñamos'' los argumentos para que lleguen al corolario que deseamos. Eso convierte el debate en mera semántica.

¿Tiene derecho una comunidad de personas a decidir cómo se gobierna a sí misma, en el marco del respeto a los derechos humanos? Si la respuesta es sí, no hay otra cosa que hacer que poner los medios. Pero el supremacismo españolista es ciego a cualquier asomo de duda sobre su indivisibilidad.

JESÚS ALFARO AGUILA-REAL dijo...

No. Y en el texto de mi entrada explico que si el 80 % de los que viven en Cataluña se empeñan por mucho tiempo en ser independientes el "supremacismo españolista ciego a cualquier asomo de duda sobre su indivisibilidad" no tendrá más remedio q reconocer la independencia. Pero eso no significa que deba reconocer desde hoy el derecho de los que viven en Cataluña a decidir por una mayoría de 51 % si quieren ser independientes y a ser independientes PARA SIEMPRE si ganan ese referendum. Eso es lo que los secesionistas que odian España no quieren entender

Anónimo dijo...

Hola Jesús, aunque no tengo tan claro cuál debería ser el porcentaje (65%, 70%, 75%, 80%, etc.) si un porcentaje muy amplio de la población de un determinado territorio, de forma prolongada en el tiempo (de nuevo aquí no tengo claro cuál debería ser el plazo), se expresa a favor de "autodeterminarse como nación" (concepto que incluiría la capacidad de dotarse de los instrumentos jurídicos que le permitan decidir su futuro sin verse sometidos a normas distintas de aquellas que voluntariamente han decidido dotarse o adherirse, lo que en la práctica en el mundo en que vivimos requiere del status de estado independiente), no tengo claro que deba prevalecer el derecho del conjunto de la población del territorio más amplio del que el primero forma parte a mantener la soberanía sobre el primer territorio.

No obstante, si aceptamos este argumento, creo que entonces habría que permitir que la población de ese territorio pueda expresar su voluntad de "autodeterminarse como nación" o, por el contrario, seguir formando parte del estado al que dicho territorio pertenece.

Dicho lo cual, personalmente me desagrada enormemente la actitud y argumentos de la mayoría de los independentistas catalanes. Creo que su afán de alcanzar (e imponer, tanto al resto de los españoles que vivimos fuera de Cataluña como a millones de españoles que viven allí) la independencia está motivado fundamentalmente por su complejo de inferioridad/superioridad (frente a los madrileños fundamentalmente) y, obviamente, por razones económicas. Creo que si Madrid no existiera y Cataluña siguiera siendo (como lo fue mucho tiempo) la región más próspera de España y si además fuera la sede del poder político estatal, no solo no querrían independizarse sino que tampoco permitirían a ninguna otra región hacerlo. Del mismo modo, tengo claro que si Cataluña en lugar de ser un aportante neto a las arcas del estado fuera un perceptor neto, la gran mayoría de los que se declaran independentistas catalanes se opondrían a la independencia. Así pues, en ambos casos, el deseo de la mayoría de los independentistas de alcanzar su objetivo se basa en razones que considero carentes de la "grandeza" que debe albergar un proyecto político tan "elevado" como el que constituye para un supuesto pueblo-nación consiguir la autodeterminación política y alcanzar el status de estado independiente.

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