domingo, 14 de octubre de 2018

¿Cómo se gana la confianza de un dictador?

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Ulbricht se aferraría a esa fe muy simple y muy clara por el resto de su vida. Cuando comenzaron los juicios de Moscú a finales de la década de 1930, apoyó fervientemente la persecución de Stalin contra los <<Trotskistas espías del fascismo nazi>>. Nunca le molestó el hecho de que tantos de sus camaradas alemanes terminaran en el Gulag, y quizás no por accidente. Ulbricht se benefició directamente de la detención de docenas de destacados comunistas -hombres con más formación y experiencia que él- ya que su desaparición facilitó su propio ascenso al poder. En 1938, tras una serie de arrestos particularmente crueles, se convirtió en el representante del partido comunista alemán ante la Comintern y se trasladó a Moscú.

Incluso después de la firma del pacto Hitler-stalin en 1939, se aferró a su apoyo a Stalin. Este pacto provocó una gran crisis entre los comunistas alemanes, la mayoría de los cuales eran apasionados y genuinos antinazis. Ulbricht fue uno de los pocos que no vaciló. Incluso después de que Stalin enviara a varios cientos de comunistas alemanes a los campos de concentración de Hitler a petición de Hitler, Ulbricht continuó clamando contra el antifascismo "primitivo", es decir, antifascismo que no permitía matices como llegar a pactos con los fascistas. Quizás fue entonces cuando se ganó la confianza del dictador soviético.

Anne Applebaum, Iron Curtain: The Crushing of Eastern Europe, 1944-1956, p 44.

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