miércoles, 15 de mayo de 2019

Tweet largo: ser hipermoralistas en nuestro voto tiene un coste económico elevadísimo



En el estudio indicado al final de esta entrada se encuesta a varios centenares de personas acerca de sus preferencias en relación con el establecimiento de un salario mínimo (SM) en tres cuantías diversas (la encuesta se realiza en EE.UU. y el salario mínimo se fija por hora trabajada). Los encuestadores indican a los encuestados que cada nivel de SM lleva aparejado un incremento del paro. A SM más alto, más nivel de paro. Pues bien, los resultados son
el encuestado promedio requiere por lo menos una reducción del desempleo de 4,65 puntos porcentuales antes de apoyar un sistema sin salario mínimo.
Es decir, que preferimos ser más pobres, mucho más pobres, a soportar un reparto de los ingresos que consideramos injusto. Pero la cosa es peor
Centrarse en el encuestado medio enmascara una considerable heterogeneidad; el 41,5 por ciento de los encuestados siempre votan por el sistema con un salario mínimo, mientras que el 27,1 por ciento de los encuestados siempre votan por el sistema sin un salario mínimo. Es importante destacar que las opciones de los encuestados son en gran medida coherentes con las diferencias en sus evaluaciones morales de los dos sistemas.
Esto significa que casi tres cuartas partes de los encuestados no cambian de opinión – moralmente construida – porque los efectos de su decisión sean dañinos para el grupo.
Además, nuestros resultados sugieren que el apoyo al salario mínimo no se explica por el deseo de maximizar el ingreso agregado de los trabajadores; condicionado al mismo nivel de desempleo, los encuestados eran casi 11 puntos porcentuales menos propensos a apoyar un salario mínimo de 1.000 euros. $15.00 en relación a $10.10 o $7.25
El egoísmo aparece inmediatamente:
También encontramos que la equidad importa; los encuestados son 11,1 puntos porcentuales menos propensos a apoyar un sistema con un salario mínimo cuando las mujeres y las minorías se ven afectadas de manera desproporcionada.
¿Qué nos dice esto sobre la organización de la vida social? Arriesgando un poco, diría que son malas noticias para países como España. Estamos dispuestos a sacrificar mucha riqueza – a dejar tirados en el suelo muchos billetes de cien euros – por satisfacer nuestras preferencias morales. La enorme ventaja del mercado – y de los intercambios anónimos – sobre la cooperación en grupo mediante el desarrollo conjunto de conductas orientadas a un fin es que, en las transacciones de mercado podemos prescindir de la moralidad, que es, sin embargo, imprescindible para sostener la cooperación en el seno de un grupo. Sin embargo, la evolución dotó a nuestro cerebro de moralidad para maximizar la producción en el seno de grupos pequeños, no para maximizar la riqueza en transacciones innumerables y anónimas en mercados gigantescos. Y aquí hay que pagar el precio de satisfacer nuestras emociones morales: ser mucho más pobres de lo que podríamos ser.

De ahí que la formación y sostenimiento espontáneo de los mercados sea una condición de su existencia. Si la formación y expansión de los mercados dependiera de la adopción de muchas decisiones explícitas por parte del grupo, los mercados no se formarían en primer lugar. Que base la ausencia de violencia y engaño para que se formen mercados es una gran bendición para la Humanidad. En fin, la política nos hace más pobres porque en lugar de redistribuir vía gasto público – como hacen los países nórdicos– para satisfacer nuestras demandas de equidad y justicia en el reparto de la riqueza – nuestros políticos tropicales apelan a los instintos morales de los ciudadanos para ganar votos aunque sea a costa de aumentar la pobreza. Al fin y al cabo, la pobreza afecta, como su nombre indica, a los más pobres que, en el caso de España, no votan porque son, mayoritariamente, inmigrantes. Por cierto, quizá explique también por qué ha ganado el PSOE.

Lennon Conor, José Fernández, Stephan Gohmann y Keith Teltser, "Minimum Wages, Morality, and Efficiency: A Choice Experiment." AEA Papers and Proceedings, 109 : 176-81.

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