miércoles, 8 de febrero de 2023

“El ridículo lo hago en privado”


Tuve un profesor de literatura en el COU del Ramiro de Maeztu de Madrid al que pedimos que, en lugar de explicarnos a Ganivet o al propio Ramiro de Maeztu, nos explicara a García Lorca. El profesor, que era granadino, y había hecho su tesis doctoral sobre Martín Recuerda y Las Arrrecogías del Beaterio de Santa María Egipciaca nos respondió que él, el ridículo, lo hacía en privado.

Robin Hanson dice en su blog lo siguiente acerca de por qué somos mucho más aburridos en público que en privado:

Propongo que la razón principal por la que la mayoría de nosotros nos vemos más aburridos en público es que depredadores sociales están al acecho. Con amigos, familiares y compañeros de trabajo cercanos, estamos rodeados de personas que en su mayoría quieren gustarnos y nos conocen bastante bien. Sí, ellos también quieren que nos comportemos de acuerdo con las normas, pero la presión que ejercen al respecto es moderada.

En público, por el contrario, nos enfrentamos a facinerosos ansiosos por oportunidades de obtener crédito social a costa de destruirnos, a menudo acusándonos de violar reglas sagradas. Y… en público somos bastante vulnerables a este tipo de ladrones de estatus social.

Si desplegamos conductas que nos hacen interesantes, apasionados y obstinados en público, es probable que parezca que pretendemos tener un elevado estatus social lo que nos autoriza para tocar temas intocables... Y esto nos hace vulnerables a ser acusados de arrogantes y violadores de normas sagradas. Porque: a) lo sagrado está lleno de contradicciones, por lo que el hecho de que lo que digas sea verdad no te protege de tales acusaciones, b) los observadores se sienten libres para atribuirte juicios o intenciones que no dijiste (o tuviste), y c) los observadores están mucho más dispuestos a aceptar acusaciones injustas y no probadas si esto los coloca en la posición de los que machacan a los poderosos, dominantes o malvados sea por su sexo, su edad, su profesión o su facción política…

O te comportas como alguien aburrido, para que los depredadores sociales te ignoren, o lo haces de forma estimulante, con lo que estás invitando a esos depredadores a que te ataquen o actúas indignadamente y juegas a ser un depredador tú mismo.

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