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viernes, 6 de marzo de 2015

La enfermedad italiana (Italian Disease)

Los autores tratan de explicar por qué la productividad dejó de crecer en Italia desde finales de los años noventa hasta hoy. Hay tres fenómenos exógenos que influyeron: la entrada de China en la OMC (Organización Mundial del Comercio), que permitió a China acceder en condiciones de igualdad a los mercados de todo el mundo; la introducción del euro y la revolución de las tecnologías de la información. Estos tres choques afectaron a todas las economías europeas pero de forma mucho más destructiva a Italia.

domingo, 8 de febrero de 2015

Hausmann sobre Stiglitz sobre Grecia

Ricardo Hausmann ha publicado una entrada en su Facebook de la que un lector imaginativo deduciría que está recordando a Stiglitz que los que tienen un premio Nobel tienen una responsabilidad cuando se suben al púlpito de la opinión publicada. Stiglitz ha afirmado que el comportamiento de la Unión Europea con Grecia es inmoral (aquí en EL PAIS) y que lo que hay que hacer es permitir que Grecia gaste más y que se le perdonen las deudas porque la estrategia contraria – ajuste del gasto – sólo provoca una contracción de la economía y una reducción de la base tributaria.

sábado, 7 de febrero de 2015

On Pettis and Greece: we’re not all equal at the Mediterranean

Pettis's central thesis is that the formation of mountains of debt is caused both by those who borrow and those who lend the money. In this fantastic post, Pettis tells the story of war reparations paid by France to Germany after the Franco-Prussian War. The size of the payments was immense (though less than the inflow of money into Spain in the years of the bubble) and France came out ahead because it made two bond issues that were oversubscribed, it used the money to pay Germany and Germany squandered all that money by investing in bad projects and entered into default some years later, ("huge inflows of money are almost never matched by commensurate Increases in the number of profitable investment projects").

A propósito de Pettis: es la soberanía el problema, no el desendeudamiento

La tesis central de Pettis es que de la formación de montañas de deudas son responsables los que se endeudan y los que prestan el dinero. En este fantástico post, el economista cuenta la historia de las reparaciones de guerra pagadas por Francia a Alemania tras la guerra franco-prusiana. La envergadura de los pagos fue inmensa (aunque inferior a la entrada de dinero en España en los años de la burbuja) y Francia salió ganando porque hizo dos emisiones de bonos que se sobresuscribieron, pagó a Alemania y Alemania despilfarró todo ese dinero invirtiéndolo de mala manera y provocando que, años más tarde, entrara en quiebra (“huge inflows of money are almost never matched by commensurate increases in the number of profitable investment projects”).

sábado, 11 de octubre de 2014

Microentrada: hagamos pagar a cada uno lo suyo

Foto: EL MUNDO
La tesis básica de grupos como Podemos es que la mayoría decide sobre cualquier asunto colectivo. Pero la regla mayoritaria está en tensión permanente con la libertad y con el Estado de Derecho y mucho más cuando, a los costes intrínsecos de la regla (que la decisión se tome a costa de la minoría) añadimos que la mayoría no actúa por sí misma, sino que son sus agentes – los políticos – los que toman las decisiones por ellos. Senserrich lo ha explicado con el caso catalán como ejemplo. Y este estudiante lo cuenta al explicar la ruina de un transbordador en Nueva Escocia. Pero los casos de los tranvías de Parla o el de Jaén son todavía peores para el bienestar general. Cuando los políticos – elegidos por la mayoría – deciden sobre cómo se gasta el dinero aportado por todos los miembros de una Sociedad (o, peor, el dinero que aportarán los futuros miembros de esa Sociedad porque la decisión se financia con deuda), aquellos de cuyos votos dependa en mayor medida la reelección (los grupos de votantes mejor organizados, con un interés vital más concreto) se llevarán el gato al agua o, en el mejor de los casos, los que soportan en menor medida el coste de las medidas que, en un sistema fiscal progresivo, suelen ser la mayoría. 

martes, 4 de marzo de 2014

El capital en el siglo XXI

18522209
Este es el libro de Thomas Piketty que ha aparecido en francés y, ahora, ha sido traducido al inglés y que muchos consideran, cuando menos, el libro del año. Su importancia para el trabajo de los científicos sociales no es desdeñable (ocuparse de cuestiones importantes y dejarse de “modelitos” e ir a los datos). Una reseña en español, aquí. Y un análisis específico del problema del gravamen de la tierra y de los bienes inmuebles, aquí. La entrada de De Long sobre el libro (“Los EE.UU. pueden ser el peor de los mundos para los que no son ni ejecutivos de grandes compañías o ricos herederos: si no eres uno de esos, eres pobre y te califican de idiota y te acusan de tener lo que mereces”) y la columna Free Exchange de The Economist.
Lo que sigue es una pequeña reflexión que me ha producido la lectura de sus primeras 350 páginas (el “librito” tiene casi mil, pero se lee muy bien)

sábado, 15 de febrero de 2014

La crisis bancaria española en seiscientas palabras

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El sistema de supervisión bancaria funciona bien cuando los bancos juegan su juego tradicional: financiar créditos con los depósitos de sus clientes. Las cajas estaban muy bien posicionadas para jugar en ese juego. Tenían depósitos abundantes que cubrían sobradamente los créditos que daban. Tanto les sobraba que podían colocar esos depósitos rentablemente en el mercado interbancario (prestarle los depósitos a los bancos, que no tenían tantos depósitos) y al Estado (compra de deuda pública). El Estado, a cambio, garantizaba a los depositantes de las Cajas que nunca perderían su dinero. Como el Estado tenía su propia moneda, esa promesa era muy creíble. Desde el franquismo, el Estado no ha dejado nunca de pagar su deuda pública porque, simplemente, no se endeudaba excesivamente ya que los acreedores le exigían un elevado tipo de interés porque pagaba en moneda devaluada. De manera que las Cajas podían pagar poco, a su vez, a los depositantes por el dinero de sus cartillas. El papel de las Cajas era muy simple y requería de poco talento (en calidad y cantidad) para hacerlo sin riesgo. Sus costes eran, pues, bajos. Recuérdese, por ejemplo, que la Caja de Ahorros de Madrid sólo abría su oficina una mañana a la semana, tenía unos pocos empleados y sus administradores eran filántropos o jerarcas de la Iglesia allá por mediados del siglo XIX cuando empezó sus actividades; que se limitaba a colocar los ahorros que los pobres depositaban en sus libretas en préstamos del Monte de Piedad lo que condujo a la unificación de ambas instituciones. No es fácil imaginar un trabajo más simple.

miércoles, 22 de enero de 2014

La carta abierta de la Fundación Bill-Melinda Gates


 
Cuatro de los siete últimos gobernadores de Illinois han acabado en prisión por corrupción, y, que yo sepa, nadie ha pedido el cierre de las escuelas o carreteras del estado,
Bill Gates


Afortunadamente, el debate sobre la creciente desigualdad en el seno de los países – el 1 % con más ingresos acapara una mayor porción de los ingresos nacionales tras la crisis – no ha oscurecido el debate sobre la extraordinaria mejora del nivel de vida del mundo con cientos si no miles de millones de personas que han salido de la pobreza, esperemos que, para siempre. El primer debate es, en realidad, un debate sobre el sistema fiscal y sobre la justa imposición sobre el patrimonio y las rentas del capital, imposición que viene muy limitada por la movilidad internacional del capital. Los que obtenemos rentas casi exclusivamente de nuestro trabajo pagamos mucho más que los que obtienen rentas del capital lo que es doblemente injusto. Por un lado, porque el trabajo es expresión de la dignidad humana y tendemos a considerar de mayor legitimidad las ganancias obtenidas con el “sudor de la frente”. Por otro, porque las rentas del patrimonio ganan legitimidad en la medida en que el patrimonio se haya obtenido con el trabajo y no por la suerte de haber nacido en una familia rica – herencia – o con el trabajo indigno (corrupción, robo o cercanía a los poderes públicos). Hay que leerse el libro de Piketty.
Bill Gates ha publicado su Carta-2014 en la que aborda tres cuestiones. La primera, como buen norteamericano que se ha hecho a sí mismo, es muy optimista: no habrá países extremadamente pobres en 2035 si seguimos en la línea de las últimas décadas. Es una alabanza del capitalismo como el único sistema que garantiza el bienestar social de cuantos se han probado en la Historia de la Humanidad. No digo que nuestros filósofos no sean capaces de imaginar un sistema alternativo, digo que no hay ningún sistema de organización de las relaciones económicas entre los individuos que haya podido o pueda lograr esos resultados.

lunes, 29 de abril de 2013

El debate austeridad–estímulo: Alemania sabe lo que hace o el gran jubileo tendrá que esperar

Llevamos un par de años oyendo a toda clase de expertos y no expertos pero con púlpito explicarnos por qué la austeridad puede funcionar o por qué no y cómo salimos de la crisis. Los términos más sencillos para entender el debate son los que se refieren al euro.
Sin moneda única, la pérdida de competitividad de la economía española (salarios excesivos, rigideces en los mercados de productos y servicios, despilfarro público) se resolvía devaluando la peseta. Este gráfico refleja la devaluación de la peseta frente al dólar y la evolución del euro frente al dolar. Si hubiéramos seguido fuera del euro, probablemente, ahora estaría el dolar a 170 pesetas y el euro a más de 200. Zapatero habría tenido que devaluar la peseta y Rajoy, probablemente, también. El Estado estaría pagando unos tipos de interés elevados para que los mercados le prestasen dinero ante la perspectiva de los inversores de que el proceso de devaluación siguiera imparable, como ha sucedido históricamente:

jueves, 21 de febrero de 2013

Por qué los españoles no son más emprendedores

En este  artículo de SmartPlanet se hace un análisis ensayístico de las razones por las que España queda siempre a la cola en nuevas empresas, autoempleo e innovación. Se listan muchas explicaciones, casi todas ellas relacionadas con el sistema educativo y la “cultura” española.
Estoy bastante en desacuerdo. En general, tiendo a pensar que las diferencias entre países en esas cosas no responden a causas culturales. No porque crea que la cultura no sea importante sino porque de la cultura se puede sacar cualquier conclusión. La “cultura” de un país no es un conjunto de variables bien definidas bajo las que podamos subsumir hechos o fenómenos que observemos en una realidad para deducir conclusiones y relaciones causa a efecto. Las características culturales permiten “continuar la discusión” pero difícilmente alcanzar conclusiones útiles.

martes, 11 de septiembre de 2012

Un artículo de Germà Bel sobre la red de transportes en España y la path dependence

Germà Bel se ha hecho popular por sus estudios acerca de las infraestructuras de transporte en España. (Germà Bel, "Infrastructure and nation building: The regulation and financing of network transportation infrastructures in Spain (1720 -2010)", Business History 53 (5): 688 – 705, 2011). Básicamente sostiene que el diseño de la red y las inversiones en carreteras y ferrocarriles se hicieron, no por razones económicas y de eficiencia sino como una forma de “construir la nación” española. El sistema radial, en el que las principales vías terrestres unen la periferia con Madrid, no es, en efecto, racional desde el punto de vista económico y buena prueba de ello es que, en el caso del AVE, el número de pasajeros por kilómetro es, en España, el más bajo del mundo. Otro indicio sería el de las autopistas de peaje, que se construyeron entre ciudades periféricas y no de forma radial.
El estudio de Bel es histórico. El modelo radial viene de muy antiguo. Sospechosamente, coincide con la llegada de los Borbones a la corona de España, esto es, a comienzos del siglo XVIII (las vías de la Hispania romana no pasaban, obviamente, por Madrid). Objetivamente, un estudio semejante contribuye a alimentar las acusaciones de expolio de Cataluña por parte de Madrid.
Es muy probable que el análisis de Bel sea correcto. Y que, si hubieran sido de promoción privada, las vías de transporte en España presentarían hoy un aspecto bastante diferente. De lo que no estamos seguros es de que las conclusiones sean diferentes respecto de cualesquiera obras públicas realizadas en cualquier Estado no democrático o limitadamente democrático como eran todos los del mundo hasta principios del siglo XX.
Bel señala que solo Francia muestra una predilección comparable por poner a París en el centro de dichas infraestructuras – y ni siquiera alcanza el grado de centralización - y explica que fue la voluntad expresa de reproducir en España el centralismo francés lo que se alegó como justificación, en el siglo XVIII y XIX, para potenciar el sistema radial. ¿Qué tienen en común Francia y España en relación con otros países continentales? Que son las dos naciones más antiguas de entre las grandes de Europa continental. Ni Italia ni Alemania eran Estados a principios del siglo XIX y Francia y España lo eran, por lo menos, desde el siglo XVIII, Estados nacionales.
Desde una cierta osadía, nos gustaría señalar que, quizá el hecho de que, desde finales del siglo XX, se haya reforzado la planificación radial se explica por razones distintas, a nuestro juicio, de las de la construcción nacional. Hay una suerte de path dependence. Una vez que Madrid se convierte en el centro político, financiero y económico de España – en parte gracias a la red de transporte, no hay por qué negarlo – tiene mucho más sentido modernizar esa red que diseñar una nueva, no ya por los menores costes sino por la mayor eficiencia de la renovación.
Y, en cuanto al AVE, no cabe duda de que la decisión de Felipe González de que el primero se tendiera entre Madrid y Sevilla fue una decisión política que no sirvió a la centralización, sino al reequilibrio económico. Una vez que se pretendió beneficiar a Andalucía, se unió Sevilla con Madrid porque era la conexión más obvia y menos disparatada económicamente, no porque se pretendiera reforzar el control de Madrid sobre Andalucía. A partir de ahí, el path dependence actuó inexorablemente: si se trataba de construir una red, los nuevos AVEs tenían que conectarse con el tramo Madrid-Sevilla lo que forzaba a reproducir el carácter radial de la red. Si Felipe González hubiera construido el primer AVE entre Barcelona y Valencia, ahora, en lugar del AVE a Galicia, se estaría construyendo el AVE a Andalucía.
Es decir, que Germà Bel tiene razón como historiador pero su análisis del presente es mucho más discutible. Como tantas otras veces, pues, el pasado determina el futuro con independencia de la voluntad de los hombres.

jueves, 19 de julio de 2012

¿Por qué no baja la prima de riesgo?

La oposición se ha hartado de acusar al gobierno de haber dicho que el problema de la prima de riesgo se llamaba Zapatero para comprobar después que, fuera Zapatero y dentro Rajoy, la prima de riesgo se ha disparado. Lo que no dice la oposición es que las razones del aumento del diferencial entre los intereses que tiene que pagar España para que le presten dinero y lo que tiene que pagar Alemania son distintas hoy a las que lo explicaban hace un año.
En teoría, el interés que exige un prestamista por prestar debe estar relacionado con el riesgo de impago. No creo que los que prestan dinero a España crean que España no va a pagar. En el caso extremo, el Gobierno dispone de poderes para expropiar toda la riqueza española para atender al pago de la deuda pública. El problema está en que los acreedores creen que España les va a devolver los euros que le han prestado en pesetas.
¿Creían eso hace un año? Sí, pero consideraban que era una probabilidad menor. Cuando Rajoy sale y dice en Europa que, o le arreglan lo suyo, o España se sale del euro, los acreedores recalculan el riesgo de que se rompa el euro y, en su nuevo cálculo, consideran ese escenario más probable. Cada vez que aparece una noticia que hace más probable la desaparición del euro, los acreedores vuelven a calcular qué probabilidad hay de que España devuelva sus créditos en pesetas y no en euros. En consecuencia, la prima de riesgo no refleja ya el riesgo de impago, sino el riesgo de pago en pesetas porque todo el mundo está convencido de que esas pesetas valdrán mucho menos que los euros actuales.
Por eso Rajoy se hartó de decir que la cumbre de presidentes europeos tenía que mandar un mensaje claro de irreversibilidad del euro y de que el euro no se rompería.
Si desaparece el euro, Alemania, Holanda, Austria etc devolverán su deuda pública en marcos, florines o schillings que se habrán revaluado respecto del euro porque se habrán “desprendido” de los países “malos”. Por tanto, los acreedores estarán dispuestos a prestar dinero a estos países incluso con intereses negativos ya que están incluyendo, en su cálculo, la probabilidad de que les devuelvan su crédito en una moneda que vale más que la moneda en la que ellos prestaron (euros). Viceversa con España e Italia.
La bondad de este razonamiento (que escuchamos a un analista llamado Pingarrón en Telemadrid) se prueba por el hecho de que países cuya solvencia es dudosa, como Bélgica, estén financiándose con intereses negativos respecto de determinados plazos. No cabe duda de que los acreedores están descontando que, si se rompe el euro, Bélgica estará del lado de los países con monedas de valor superior al euro.
Si es así, ¿qué podría hacer España? emitir deuda en dólares o en la moneda que esté en circulación en Alemania en el momento del vencimiento. De esta forma, podrá averiguarse si los acreedores no quieren prestarnos dinero porque no se fían de que se lo devolvamos o porque no se fían de que sigamos en el euro al vencimiento. Si esa promesa del Estado español es enforceable (que los acreedores cobrarán en dólares) porque hay tratados internacionales aplicables o porque, en otro caso, España entra en default, el tipo de interés que pagamos por esa deuda debería ser menor.

miércoles, 20 de junio de 2012

Por qué los españoles no deberíamos apoyar la “olla común” de deuda

En el Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ) se publicó ayer un artículo de una señora que se llama Heike Göbel (los que quieran ser periodistas, que no estudien periodismo. Que estudien otra cosa y luego hagan formación profesional de periodista. Esta señora estudió cultura india y luego Economía en Friburgo y Heidelberg). Habla de por qué es una mala idea hacer un “Schuldentopf” en Europa, idea que ha propuesto el Consejo de Asesores Económicos, un think-tank alemán.
Yo no entendía por qué no se imprime un billón de euros y se repartía, en proporción al PIB de cada país entre los Estados europeos con obligación de destinarlo prioritariamente a devolver deuda pública. Y después de leer este artículo me doy cuenta de por qué una solución así puede no funcionar. No porque genere inflación. Parece que si los salarios no suben, semejante emisión de dinero no tendría por qué generar una inflación desatada como no lo ha hecho la enorme puesta de dinero en circulación por parte del Banco Central Europeo en estos últimos años casi equivalente a la de la Reserva Federal con su famoso quantitative easing.
La propuesta del Consejo de Asesores Económicos consiste en meter en la olla común la deuda pública “antigua” por unos 2,3 billones de euros y que su pago (intereses y capital) sea realizado por todos los países en común.
Esta propuesta es equivalente a cualquier otra de mutualización de la deuda pública europea, o sea, de hacer una “olla común” en la que echar todas las deudas de todos. Un jubileo, vamos, pero que sólo afectaría a la deuda pública antigua y hasta el 60 % del PIB de cada país.
La periodista critica la propuesta de hacer una olla común con la deuda pública porque supone enterrar el principio fundamental de la unión monetaria: cada país ha de apechugar con las consecuencias de su política económica y financiera y no pretender – como en el cuento chino – que su deuda pública (o la privada de la que deba/quiera responder) sea pagada por los demás.
Ya se pueden imaginar cómo ha reaccionado el Bundesbank a la propuesta de los expertos. Del artículo, me interesa el argumento del riesgo moral. Igual que con mi sugerencia de la emisión del billón de euros, los autores de la propuesta son conscientes de que, con políticos como Berlusconi, no hay ninguna garantía de que, una vez liberados del yugo de la subasta del martes y del jueves, volvamos a empezar con el sobreendeudamiento. Los reyes que concedían jubileos eran plenamente conscientes del riesgo moral y no les planteaba problema alguno (los deudores eran más que los acreedores y la vida no era tan larga en aquellos tiempos).
Los autores de la propuesta eran plenamente conscientes del riesgo moral y por eso preveían medidas que ellos consideran duras para asegurar que ningún país vuelve a las andadas. Por ejemplo, obligar a los Estados a depositar su oro y divisas a modo de prenda por si dejan de pagar su parte o exceden el límite de deuda.
Y aquí es donde empieza la crítica de Göbel. Porque la propuesta de los cinco profesores de Economía (hace muchos años que Alemania no da grandes economistas ¿por qué será?) exigiría una disciplina - peer pressure – colegial durante 25 años, que es lo que se tardaría en pagar toda esa deuda. Es inimaginable la situación de Europa dentro de 25 años y pensar en que se puede obligar a un político a cumplir un pacto a tan largo plazo es, simplemente, creer en las hadas. El Bundesbank cree que los acreedores y el tipo de interés es el mecanismo más eficaz para asegurar la disciplina presupuestaria y fiscal de los Estados por lo que cualquier medida que alivie dicha presión se traducirá en una “vuelta a las andadas” además de que la tentación de renegar del pacto y cambiar sus condiciones en un período tan largo de tiempo se vuelven irresitibles.
La elevación de los tipos de interés exigidos por los acreedores para prestar a países en dificultades es el único mecanismo eficaz de presión sobre los Estados para que gasten menos de lo que ingresan. Como ha reflejado Martín Oro en un artículo reciente, España incrementó espectacularmente el gasto público en la primera década de este siglo. No tuvimos déficit porque los ingresos aumentaron de forma todavía más espectacular. Pero aumentar en un 20 % la función pública es generar gastos permanentes sobre la base de ingresos coyunturales.
Con el agua al cuello, la garantía implícita respecto de los bancos ha sido suficiente para que los acreedores consideren que “da soli non ce la facciamo”. Porque esta es la cuestión. Alemania obliga a los países que no pueden por sí solos, a someterse a un programa de gobierno semejante al que impone el FMI a los países que ayuda. Y los políticos españoles tienen que explicar por qué consideran que esas medidas que nos van a imponer son malas para España. Si son adecuadas y convenientes, lo que tienen que hacer es aplicarlas voluntariamente con lo que matarán dos pájaros de un tiro: convencer a los acreedores de que lo podemos conseguir solos y ahuyentar la perspectiva del rescate.
De incoherencia no se puede acusar a los alemanes. En el año 2008 un presidente de una Comunidad Autónoma – del Land de Hesse – propuso un mecanismo semejante a nivel federal en Alemania (una “olla común” con las deudas regionales) y también fue rechazado. Quizá deberíamos hacer lo mismo con las Comunidades Autónomas. No se puede tratar igual a Galicia y a Valencia. Los valencianos tienen que pagar la deuda contraída por la Generalitat con sus impuestos, de manera que tengan incentivos para castigar a sus manirrotos políticos. Y Alemania hace bien en convencernos de que tenemos que salvarnos “solitos”. Porque es como la historia de Ulises: encadenarnos al mercado es la única forma de que, en cuanto, las cosas mejoren no nos lancemos tras el canto de las sirenas de unos servicios y gastos públicos que no podemos financiar con nuestros impuestos.

martes, 29 de mayo de 2012

Próximamente en su pantalla… la caída del euro

Los dos artículos de Pritchard y el de Johnson y otro sobre España y el euro casi me han convencido de que algo gordo tiene que pasar en las próximas semanas. Ya le han puesto fecha a la salida de Grecia. El 18 de junio. Y ya han dicho que no será sino otro episodio más.
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Para que la estrategia de austeridad y reformas – devaluación de precios y salarios – sea, simplemente, posible, los Estados que se ven obligados a realizarla tienen que tener asegurada la financiación a un coste razonable durante el tiempo que necesitan para generar superavit primarios con los que ir reduciendo el volumen de deuda. Si los contribuyentes españoles tenemos que pagar las deudas de Bankia y demás cajas tienen que darnos tiempo y “créditos puente” a intereses razonables.
Yo creo que Bankia debería presentar el concurso y obligar a todos sus acreedores no garantizados por el FGD a negociar una quita. Y Novacaixagalicia lo propio, y Catalunya Caixa también, firmando, todos ellos, un convenio de liquidación. Los jueces podrían abrir piezas de calificación y determinar si hay culpabilidad en la insolvencia. No entiendo por qué los contribuyentes españoles debemos pagar todas las deudas de los residentes en España. Es como si, por el hecho de que a mi vecino el préstamo para comprarse su coche se lo hubiera dado un banco alemán en lugar de un banco español, me tocara garantizarle con mis ingresos.
Si se dejan caer los bancos, – eso debe de creer Rajoy – nadie le prestará a España ni un duro de ahora en adelante. Bueno, es lo que está pasando ya. Los extranjeros han dejado de prestarnos si se atiende al volumen de deuda pública española que estaba y que está en manos de extranjeros. A este ritmo, para Navidad, toda la deuda pública española estará en manos de españoles. De ahí que parezca que, en Europa, van a tener que tomar una medida muy gorda. Porque si, además de Grecia, se sale otro país del euro, el euro desaparece.
El espectáculo será digno de una gran película de Hollywood. Si es Alemania la que se sale, al minuto siguiente, se salen los demás. El euro desaparecerá y, para alivio nuestro todas las deudas quedarán convertidas en pesetas sin necesidad de corralito. No habrá acreedores que puedan reclamar que se les pague en euros sencillamente porque el euro no existirá. Y, naturalmente, no tendrán derecho a que se les pague en “nuevos marcos alemanes” porque no pactaron eso en sus contratos. De ahí que, en los últimos tiempos, haya quien pone en los contratos que la moneda de pago será la que tenga “curso legal en Alemania”. Si es España la que sale y no deja pura y simplemente de pagar ni impone a los acreedores públicos y privados el cobro en “nuevas pesetas”, tendrá que dejar caer a todos los bancos para que negocien individualmente con sus acreedores. Si, para entonces, la deuda pública española está en manos de residentes en España, les pagará en pesetas. No tengo imaginación para continuar…

miércoles, 16 de mayo de 2012

Fascinante: banca por teléfono móvil en Kenia

El tema de los efectos de las telecomunicaciones móviles sobre el desarrollo económico empieza a tener una envergadura de consideración. Me encanta la historieta esa de los pescadores en el delta del Mekong que miran las "cotizaciones" del pescado en los puertos de la zona antes de decidir si echan las redes o no.
En uno de los últimos números de The Economist hay un artículo sobre el uso del dinero electrónico, vía móvil, en África. Y en este blog, (gracias Marroquín, por la pista) una recensión de un libro escrito - que no he leído - sobre este fenómeno. Se juntan el hambre con las ganas de comer para explicar el éxito de los bancos - compañías telefónicas - que permiten al 70 % de los adultos de Kenia disponer de una cuenta bancaria, tener un servicio de pagos y cobros seguro y de bajo coste a través de transferencias electrónicas: no hay una red bancaria que merezca ese nombre; las calles y carreteras no son seguras por lo que nadie lleva dinero encima; traer el dinero físico es muy caro porque el transporte es muy costoso; las ratas se comen los billetes que se guardan en el colchón, el gobierno no ha regulado el negocio como regula el negocio bancario en general (no parece que haya riesgos sistémicos provocados por estos bancos telefónicos) 
Lo más sorprendente es que el volumen relativo de las transacciones y cuentas en móviles es muy pequeño. No supera el 0,2 % de todos los depósitos bancarios en Kenia. Pero la contribución al desarrollo económico es enorme. Un detalle: tener una cuenta de móvil y realizar pagos y cobros a través del móvil permite a cada keniano tener un curriculum financiero que puede ser de gran utilidad si, de ser un microempresario, pasa a convertirse en un pequeño empresario y necesita crédito en cantidades mayores.

martes, 15 de mayo de 2012

Lo peor es el fatalismo

Sabíamos ya que a los optimistas les va mejor que a los pesimistas ceteris paribus. Por ejemplo, si un estudiante cree que va a aprobar, es más probable que apruebe. En esta columna de The Economist se cuenta un estudio hecho por Duflo para evaluar los resultados de un programa anti-pobreza puesto en marcha por una ONG. Se trataba de aliviar la situación de extrema pobreza de unas familias en la India. En lugar de darles dinero – microcrédito – se les proporcionaron medios para vivir (unas vacas, unas cabras…) y se les enseñó a cuidar los animales. Los resultados fueron espectaculares. Esas familias se alimentaron mejor, ahorraron mucho más y salieron adelante en comparación con otras semejantes. La razón: se les curó la depresión.

sábado, 5 de mayo de 2012

Krugman, Argentina y las comparaciones

Que Krugman es un frívolo no debería dudarse. Y que la izquierda española se agarre a sus frivolidades para montar la oposición a las políticas de austeridad y reformas es explicable. No hay más economistas serios (salvo Stiglitz) que defiendan, para países como España, políticas de expansión del gasto público como las que está desarrollando Estados Unidos. Aunque hay que decir que es probable que tales políticas tengan más sentido en EE.UU. que en el Sur de Europa.
Con su columnita sobre Argentina, (lean los comentarios) el profesor Krugman ha dado alas a la disparatada presidenta Fernández para decir, a los cuatro vientos, que su política económica es la que hay que hacer y que es la que ha garantizado el crecimiento. Y Krugman lo justifica con este gráfico
O sea, que desde el “corralito”, impagando a sus acreedores y poniendo en marcha políticas inflacionistas, proteccionistas y clientelares, Argentina ha superado a Brasil (el alumno aplicado) en crecimiento económico. Bueno, eso no es verdad. Al revés. Argentina sigue creciendo a pesar de estas políticas y Brasil no es un modelo. Más bien, en términos históricos, es una Argentina corregida y aumentada (el escaso crecimiento histórico de Brasil se debe, precisamente, a los mismos defectos estructurales que existen en Argentina solo que agrandados y que CFK está haciendo crecer de nuevo) .
En primer lugar, la política actual de los Kirchner no fue la que aplicaron cuando llegaron al poder. ¿Se acuerdan del Ministro Lavagna? Así que la espectacular evolución de entre los años 2002 a 2006, por lo menos, no se debe a una política económica como la que describe Krugman en su columna. Esta columna, que compara igualmente la performance económica de Argentina y Brasil resulta mucho más equilibrada y su autor dice
En los últimos 30 años, la distancia a favor de Argentina nunca fue tan grande como en 2008… porque desde 1990 la economía argentina es una historia de alto crecimiento interrumpido por un cuatrienio crítico (1998-2002), mientras que la de Brasil es una de crecimiento (muy) moderado.
O sea, si miramos un poco más atrás, resulta que Argentina no recuperó su nivel de riqueza de 1998 hasta 2007 coincidiendo los años de recuperación con los de la gestión económica de Lavagna. La deriva nacionalista, proteccionista, inflacionista y clientelar de los Kirchner se ha extremado en los últimos cuatro años. Pero sus efectos están por ver. Y todo augura a que, siguiendo con la tradición, Argentina volverá por donde solía y se dará otro batacazo como se lo dio cuando las políticas de Perón se reflejaron en el crecimiento a largo plazo. Y se recuperarán porque sus ventajas competitivas (¡pobres Grecia, Irlanda y Portugal! ¿cómo se atreven a compararse?) son inmensas (China, China, China). Pero no por la política económica de CFK.
Miren este cuadro que compara la evolución de la riqueza por cabeza de Venezuela, Argentina y Uruguay con la de los EE.UU., desde 1950. Y vean como Uruguay, que no ha tenido ni tiene peronismo, ha evolucionado de manera casi milimétricamente igual a Argentina en los últimos años.
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En ese mismo estudio, se refleja que el crecimiento de la productividad de Argentina ha sido mayor, históricamente, que el de Brasil y menor que el de Chile, Colombia y Uruguay.
Lo que Krugman no hace es comparar con Chile, Uruguay o Colombia, que han aplicado una política económica completamente contraria a la argentina (apertura exterior, control de la inflación y del gasto público) y que carecen de recursos naturales (agrícolas y energéticos) comparables a los de Argentina (sin hablar de la educación o de la guerrilla en el caso de Colombia). Vean la línea amarilla y la roja en el gráfico superior.
Cuatro años más de estas políticas en Argentina, y veremos otro batacazo. Es una verdad contrastada que alta inflación y crecimiento económico sostenido son incompatibles
“cuando el Estado necesita fondos vende hasta sus vacas lecheras y que cuando (vuelve a) necesita(r) fondos expropia o confisca (según convenga) las vacas lecheras que había vendido antes. Hablar de eficiencia es una broma propia de comediantes… La “propiedad“ estatal en Argentina y en muchos otros países no tiene que ver con ideología ni con eficiencia –simplemente es una cuestión de tener vacas para ordeñar”  Fidel Pintos

miércoles, 2 de mayo de 2012

Del blog de Yanis Varoufakis: el nuevo mercantilismo y la crisis europea

Resumimos, con algunos comentarios propios un artículo de Heiner Flassbeck que explica, en la forma más convincente, lo que está pasando en Europa. Tiene, además, la ventaja, de que apunta a una solución aceptable para Alemania. En dos palabras, países como España han de eliminar su déficit por cuenta corriente bajando sus precios y salarios (deflación competitiva) pero la eurozona ha de incrementar la tasa de inflación proyectada (ahora, del 2 %) de manera que los precios y salarios en Alemania crezcan, durante varios años, significativamente por encima de de su productividad y España tenga la oportunidad de compensar la reducción de su demanda interna gracias a un incremento de las exportaciones (o el turismo) hacia Alemania.
Una unión monetaria es, esencialmente, la unión de un grupo de países que desean armonizar sus tasas de inflación renunciando a las políticas monetarias propias (manipular el valor de su moneda). Si, dentro de la unión un país quiere aumentar su cuota en los mercados internacionales (vendiendo más que sus co-miembros) lo único que puede hacer es producir a menor coste y vender a precios más bajos que los otros países de la unión monetaria, aunque eso signifique una tasa de inflación inferior a la acordada como objetivo de toda la unión. Y es lo que Alemania quiere que se haga en Europa: confiar el crecimiento exclusivamente a la flexibilidad de precios y salarios. 
El defecto fundamental del diseño del euro es que se trató de armonizar déficit público pero se descuidó la convergencia en la evolución de precios y salarios. Los salarios son el elemento que más influye en la tasa de inflación y deberían haber subido, en todos los países, en una cuantía equivalente al incremento de la productividad más la tasa de inflación acordada para toda la eurozona. No es lo que pasó. Alemania redujo sus salarios (no subieron en esa cuantía) en relación con el aumento de la productividad y los países del sur los aumentaron por encima (no mucho pero establemente) del crecimiento de la productividad más la tasa de inflación prevista para Europa.
Esas diferencias en el seno de Europa durante varios años, aunque pequeña en cómputo anual, sumaron un 25 % en unos pocos años y permitieron a Alemania recibir un estímulo enorme gracias al déficit externo – comercial y financiero – en el que incurrieron los países del sur. Es como si Alemania hubiera devaluado el marco un 25 % abaratando en esa medida sus exportaciones. El superavit permitió a los bancos alemanes financiar a los bancos del sur de Europa a tipos muy bajos porque la inflación se mantenía baja.
La solución pasa, pues, por compensar el enorme desbalance producido en los últimos años: los países del sur han de eliminar su déficit exterior y Alemania ha de reducir su superavit (sigue siendo de 80.000 millones de euros sólo en relación con el resto de los países de la Unión Europea). Se necesitan actuaciones a ambos lados. España ha de ahorrar y reducir sus precios y salarios y Alemania ha de gastar más y subir sus precios y salarios. Pero si se carga toda la tarea sobre países como España, la única forma de eliminar el déficit exterior pasa por una reducción brutal de precios y salarios (lo que se llama la deflación competitiva) que pondrían a España no ya en una recisión sino en una depresión. Y lo que es peor, como todos los países están haciendo lo mismo (si Alemania no acepta reducir su superávit y una mayor tasa de inflación en la eurozona de manera que los países del sur tengan que reducir menos sus precios y salarios y recuperen suficiente competitividad), el resultado para la eurozona puede ser una depresión general. Es posible que todos los países aumenten su productividad simultáneamente pero no es posible que todos tengan un superávit por cuenta corriente. 
La reducción de la demanda interna en países como España tiene que venir compensada por una mayor demanda exterior procedente de países como Alemania. Y eso a pesar de la enorme expansión de la cantidad de dinero en circulación que ha puesto en marcha el Banco Central Europeo comprando activos o prestando dinero, no a los Estados directamente, pero sí a los bancos de la zona euro. Porque, hay una relación débil – parece – entre inflación y la cantidad de dinero en circulación y una relación mucho más estrecha entre salarios e inflación.
Y por eso puede hablarse de un nuevo mercantilismo. Siempre se nos había dicho que no compiten los países entre sí, sino las empresas. La gestión nacional de los salarios y precios a través de la determinación de los salarios a nivel nacional ha provocado este renacimiento del mercantilismo. Los Estados europeos han estado compitiendo entre sí para que los productos de sus empresas fueran más competitivos que las de los Estados vecinos y lo han podido hacer porque hay mucha más correlación de los salarios y movilidad de los trabajadores en el interior de un país que entre empresas situadas en países distintos aunque estén geográficamente próximas. Sin unión monetaria, el país más competitivo habría tenido que revaluar su moneda y el menos competitivo, devaluarla de manera que la compensación, en términos de una divisa internacional, se produciría inevitablemente.
Cabría añadir que España ya tiene equilibrada su balanza comercial (podrían aumentarse significativamente las exportaciones hacia América y Oriente Medio, especialmente las de servicios) si no fuera por las importaciones de petróleo y gas. Si reducimos sustancialmente el tamaño de nuestro sistema bancarios (de sus balances) cerrando los bancos menos eficientes, el BCE incrementara la tasa de inflación que considera que, en las circunstancias actuales, le permite cumplir con su deber de garantizar la estabilidad de los precios (y redujera aún más los tipos de interés) y los sindicatos alemanes consiguen que los salarios suban en Alemania, durante varios años, por encima de dicha tasa de inflación, España podría salir de la crisis. Además – nunca desaproveches una buena crisis – una política de reformas suficientemente ambiciosa permitiría a España incrementar su productividad reduciendo así el nivel de reducción de salarios que es necesario para recuperar la competitividad perdida en diez años del euro. Recuérdese que, para incrementar las exportaciones, necesitamos grandes empresas. Son las grandes empresas las que “tiran” de las pequeñas y medianas y las llevan a los mercados exteriores.

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