En otra entrada explicábamos que la alternativa entre austeridad y estímulo no es, realmente, una alternativa para cualquier país. Lo es, sólo, para los países que tienen su propia moneda y, por tanto, que pueden devaluar sus deudas y las de sus ciudadanos devaluando su moneda. Y, dentro de éstos, para los que tienen buenas perspectivas de crecimiento que inducen a los acreedores a confiar y a aceptar un tipo bajo de interés por sus préstamos. Para los países del euro, la alternativa sólo existe a nivel colectivo y Alemania ha decidido optar por la devaluación interna y no por la devaluación competitiva para recuperar competitividad.
También decíamos que la decisión de Alemania puede no ser la peor para España e Italia y hacíamos un repaso de la historia de la pérdida de valor de la peseta a lo largo del siglo XX. Los ahorros de los españoles han perdido todo su valor varias veces a lo largo del siglo XX y en muy pocos años. Cien mil pesetas a comienzos del siglo XX, por ejemplo, valían apenas trescientas a finales de los 60 y prácticamente nada a finales de los 90. Si no hubiéramos entrado en el euro, esa dinámica habría seguido porque nuestros políticos han sido históricamente incapaces de garantizar el valor de la moneda, nuestra inflación ha sido muy superior a la de los países de nuestro entorno y la emisión de moneda para atender a las obligaciones del Estado muy superior al incremento de la productividad.
Desde la entrada del euro, los españoles que tenían 100.000 euros tienen hoy 100.000 euros y más dólares, más yenes o más libras esterlinas si cambiaran sus euros a estas monedas hoy. A pesar de que la inflación ha seguido siendo más elevada, los ahorros que los españoles tenían en euros siguen teniendo el mismo poder adquisitivo, grosso modo, hoy que hace 10 años.
¿Qué hacen los ciudadanos de un país cuando “saben” que su moneda valdrá cada vez menos y que podrán comprar cada vez menos cosas con la misma cantidad de moneda? En otra entrada contábamos el caso de Uzbekistan donde la inflación rampante y la depreciación continua de la moneda nacional llevaba a los ciudadanos a cambiar inmediatamente ésta en euros, que utilizaban así para ahorrar y evitar la pérdida de poder adquisitivo. Pero la adquisición de divisas extranjeras no es la única actitud de los ciudadanos de un país como España donde la devaluación de la moneda no es tan ostentosamente rápida y donde la inflación no es tan desmesurada. Lo lógico es que estos ciudadanos descuenten la pérdida de valor de la moneda y se protejan comprando “cosas” que se deprecien – al menos – en menor grado que la moneda con que se pagan.
No es extraño, pues, que los países con más inflación y más devaluaciones de la moneda sean los que presentan una mayor proporción de viviendas en régimen de propiedad. Alemania es el país del alquiler. La población, también en los países nórdicos, vive en régimen de alquiler en mucha mayor medida que en España, Italia, Portugal o Grecia. Comprar un piso no es una “manía” de los españoles obsesionados por ser propietarios. Es la única forma de ahorrar disponible cuando los mercados de capitales son estrechos y poco líquidos – como han sido los mercados españoles durante todo el siglo XX – y la gente no confía en el mantenimiento del valor del dinero. La burbuja inmobiliaria en España fue tan desaforada, precisamente, porque veníamos de donde veníamos. Nunca esperamos que los precios de los pisos bajaran pero, en realidad, lo que nunca esperamos es que el valor del dinero se mantuviese.
La decisión de Alemania – que terminará, en nuestra opinión, con un “jubileo” más o menos amplio en unos pocos años – es una bendición en términos históricos porque nos permitirá terminar con una maldición que nos ha perseguido durante siglos: la desconfianza en el valor del dinero. Que un país que desconfía extraordinariamente de los políticos se “enfade” porque se prive a sus políticos de la facultad de manipular el valor del dinero resulta bastante contradictorio. Sobre todo, cuando fueron los políticos – a través de las Cajas – los principales responsables de la propia burbuja.
8 comentarios:
¿Qué quiere decir con el "jubileo"?
Quiere decir una quita, creo.
Muy buen artículo. Interesante la opción de que la compra de vivienda era una forma de ahorro.
Sabemos quienes han sido los malos en la crisis: "los políticos" que gestionaban fatal las cajas; pero entonces ¿por qué en otros países los que se hundieron -tanto o más que aquí a la luz de las ayudas recibidas- fueron los bancos? ¿o es que eran políticos los que los gestionaban?
En Europa, fueron, sobre todo, los bancos públicos o semipúblicos, salvo Gran Bretaña (Alemania, Holanda-Bélgica). En España, además, la crisis bancaria es peculiar porque se debe, casi en exclusiva, a la burbuja inmobiliaria y a la gestión corrupta de las cajas
Jubileo se refiere al perdón de las deudas cada cierto tiempo o con ocasión de la entronización de un nuevo rey. En esta entrada predije que en 2017 habrá algún tipo de jubileo en Europa http://derechomercantilespana.blogspot.com.es/2013/04/el-debate-austeridadestimulo-alemania.html
Y es también una bendición porque por primera vez en la historia se han destapado las vergüenzas de la clase política. El euro ha permitido desenmascararlos....siempre se habla de que un buen político debe ser un buen gestor, pero con la peseta era "fácil" gestionar un presupuesto ilimitado (cuando no había dinero se imprimía). Ahora con el euro sabemos que pocos "sirvientes públicos" saben gestionar presupuestos limitados llevándonos a una de las mayores ruinas de la historia.
Que no se engañe a la gente, si España no esta quebrada es única y exclusivamente por el Banco Central Europeo que, por cierto, es uno de los principales responsables de la crisis.
Y no sólo eso. La devaluación, histórico comodín utilizado para recuperar la competitividad perdida en cada momento, acabó por modelar vicios antieconómicos (culturales) tan intensos que todos los problemas actuales derivan precisamente de la dificultad de cambiarlos. Equidad vs igualitarismo y eficacia vs certidumbre, los retos a los que obliga la pérdida de la moneda y la globalización económica, chocan frontalmente contra los prejuicios arraigados en la médula cultural de los países de sur. Explicar que pocos euros es mejor que más pesetas a la mayoría que todavía cuenta en esta moneda, en el asunto de las pensiones por ejemplo, algo simple, resulta agotador. Hemos adoptado el euro pero no sus valores culturales. Los políticos lo saben y por eso hacen que hacen reformas, pero no se atreven a realizarlas (desistimiento libre en la contratación laboral, salarios vinculados a productividad, consolidación fiscal en las partidas grande de gasto, etc.) de verdad por miedo electoral y vértigo insuperable.
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