Foto: Alfonso Vila Francés
Esta es la pregunta que trata de contestar el trabajo que se cita al final de esta entrada y cuyas conclusiones reproduzco a continuación. De la confianza generalizada y la confianza particular he hablado varias veces en el blog, resumiendo los trabajos, sobre todo de Zingales y otros sobre el “capital cívico” o social de una Sociedad. La idea es que una Sociedad es más rica cuanto más confíen sus miembros en otros miembros de la Sociedad a los que no unen lazos de parentesco (extraños). Los autores tratan de comprobar, en línea con otros trabajos sobre otros conflictos bélicos si hay correlación entre menor grado de confianza interpersonal generalizada en los pueblos de España más próximos a fosas comunes de asesinados por el bando republicano o por el bando nacional, principalmente, en los seis primeros meses de la guerra, que es cuando fue más fuerte la represión (que los autores cuantifican en unas 200.000 personas asesinadas fuera de los campos de batalla, 150.000 por parte de los nacionalistas y 50.000 por parte de los republicanos).
Sus conclusiones son que
“no hay efectos significativos de la medida de conflicto total sobre la confianza generalizada… Sin embargo, los resultados son negativos y considerables cuando miramos las fosas comunes exhumadas, que representan la violencia política contra los civiles.
El segundo resultado interesante es que
También encontramos diferencias negativas en la confianza en instituciones más asociadas a la Guerra Civil que en las creadas después de la Transición Democrática.
(se refiere a la Guardia Civil y al Ejército)
No encuentran efecto alguno de las exhumaciones que tuvieron lugar a partir de la restauración de la democracia
Así pues, los pueblos de España donde la represión fue más feroz, experimentaron una reducción de la confianza interpersonal medida por las encuestas del CIS (que incluyen una pregunta, igual quel World Values Survey sobre si el encuestado cree que se puede confiar en los extraños) y por la participación en las elecciones en democracia y el voto a partidos extremistas. Esto último sólo para los pueblos que estuvieron a uno y otro lado del frente de Aragón, como se sabe, la batalla del Ebro fue larguísima y en ella se produjeron decenas de miles de muertos de ambos bandos. Pues bien,
“las áreas anteriormente ocupadas por el lado republicano votan significativamente más por el centro-izquierda hoy en día, mientras que aquellas donde las tropas nacionalistas estaban estacionadas, lo hacen por la derecha (moderada). No encontramos resultados significativos para los partidos extremistas, populistas o regionalistas”
En el conjunto del país, la gente parece participar menos políticamente en los lugares más amenazados por la represión política, lo que representa otra faceta de la erosión del capital cívico, ampliamente entendida.
Luego hacen otras mediciones (calles dedicadas a Franco o a personajes franquistas) e incluso el Nodo) y concluyen con una declaración de muy altos vuelos
Por último, nuestros resultados apuntan a la memoria colectiva de la Guerra Civil Española como mecanismo de transmisión. No es sólo la guerra en sí misma, sino también la forma en que la gente retrata y piensa sobre este acontecimiento histórico, lo que importa a largo plazo, junto con las acciones de intervención de los actores relevantes. Es decir, el gobierno, a través de la denominación de las calles y los medios de comunicación, fue capaz de promover una narrativa particular del conflicto, en este caso 28 a través de la lente del bando ganador (nacionalista). Estas acciones retroalimentan las percepciones de los ciudadanos sobre la confrontación histórica. La importancia de estos mecanismos de memoria colectiva exige una reconstrucción más equilibrada de los acontecimientos históricos. Interpretados de manera más amplia, nuestros resultados sugieren la importancia de la propaganda política. En general, encontramos que la Guerra Civil Española tuvo importantes secuelas culturales y políticas, generaciones después de su fin social en 1939. La naturaleza persistente de los acontecimientos sugiere la existencia de mecanismos de transmisión intergeneracionales, ya que la mayoría de los involucrados en la lucha ya no están vivos. Los resultados duraderos son sorprendentes para una democracia occidental avanzada, y amplían nuestra comprensión del impacto multifacético del conflicto en tiempos tanto presentes como pasados.
La verdad es que la primera impresión que tuve tras leer el abstract de este trabajo fue muy negativa puesto que empieza el trabajo diciendo que la Guerra Civil española fue uno de los conflictos bélicos más importantes del siglo XX, lo que, en el siglo de la Primera y Segunda Guerras Mundiales, de la Revolución Rusa y de la Revolución China, las invasiones japonesas, la guerra de Indochina y Vietnam etc etc parece, cuando menos, atrevido.
En segundo lugar, mi desconfianza se basa en que resulta altamente improbable que la Guerra Civil española refleje una reducción de los niveles de confianza interpersonal entre los españoles ochenta años después a nivel de la población española en general. Sólo en pueblos pequeños cabe imaginar que la guerra civil, pero sobre todo, la larga dictadura franquista hubiera tenido una influencia importante sobre los niveles de confianza interpersonal o de capital cívico entre españoles. Obsérvese que nuestros niveles son semejantes a los de Italia o Bélgica y que los países más homogéneos (China y Escandinavia) están generalmente en lo más alto de la clasificación. La razón es muy simple: salvo en los pueblos pequeños, la población que vivió la guerra civil y sus hijos viven en otro lugar: o en Madrid o Barcelona o en Europa o en América. La modificación de la demografía española hace impensable la existencia de mecanismos de “transmisión generacional” del grado de confianza hacia los extraños.
En tercer lugar, lo que es más probable que haya generado una reducción de la confianza interpersonal entre españoles son los cuarenta años de dictadura franquista. Porque la represión en forma de fusilamiento se produjo – mayormente – durante la guerra civil y en los juicios por consejo de guerra después de la guerra. Pero los riesgos de ser detenido o de perder el trabajo - o no encontrarlo - por razones políticas se mantuvieron hasta los años setenta. De ahí que hubiera sido un objetivo mucho más interesante el de determinar si haber sufrido una dictadura reduce la confianza interpersonal, especialmente, cuando la dictadura se impone como consecuencia de la victoria en una guerra civil. La comparación con los países comunistas de Centroeuropa sería interesante. Sus niveles de confianza interpersonal están por debajo de los españoles. Pero la Guerra Civil, no. Los estudios de los efectos de los conflictos bélicos sobre la confianza interpersonal que los autores citan, miden tales efectos en la década siguiente a la terminación de la guerra civil, no ochenta años después y sin que haya habido cambios demográficos. Y otros estudios - como los del Imperio austrohúngaro y el nivel de corrupción - tienen en cuenta fenómenos que duran siglos.
En cuarto lugar, lo del frente de Aragón – no sé casi nada al respecto – no me parece una buena idea. En el frente de Aragón no pelearon aragoneses. Pelearon españoles – y marroquíes y brigadistas internacionales – de toda España. O sea que “caer” a uno u otro lado del frente (ser de un pueblo “nacional” o de un pueblo “republicano”) no parece que sea una variable relevante en relación con el grado de confianza interpersonal. Sencillamente porque hubo desplazamientos masivos de la población antes y durante la guerra civil – el número de desertores se cuenta por millones – y, tras la guerra, es probable que en todos esos pueblos a ambos lados de lo que había sido el frente la representación de “republicanos” se hubiera visto muy reducida como en el resto de España como consecuencia del exilio tras la guerra civil. Lo propio respecto a la posible influencia de la propaganda franquista. Ni Stalin consiguió convertir a los rusos o a los polacos a pesar de maximizar la propaganda y cortar cualquier otro canal de información (amén de fusilar a la primera de cambio, cosa que la dictadura de Franco no hizo ni de lejos).
En quinto lugar, la evolución de la desconfianza de la población hacia la Guardia Civil y el ejército no tiene que ver, seguramente, con la guerra civil sino con el franquismo. la Guardia Civil no se unió a Franco. Se dividió al 50 % aunque sus mandos superiores se mantuvieron fieles a la República. Pero los españoles asocian a la Guardia Civil con la represión franquista en los años cuarenta, cincuenta y sesenta, no con la represión de civiles en la Guerra Civil. Al menos, esta vía es mucho más plausible si se trata de explicar efectos 80 años después.
En definitiva, tiendo a pensar que la dureza de la represión durante la guerra civil – que es la que se refleja en las fosas comunes – fue más una consecuencia de la división previa de la sociedad española que la causa de la misma. Las zonas donde la represión fue más brutal eran, seguramente, donde se habían producido mayor número de asesinatos durante la república o en los primeros meses de la guerra civil cuando el pueblo o la ciudad eran ocupados por los nacionales. O sea, que la tesis y la estrategia empírica me parecen un poco traídos por los pelos.
Tur-Prats, Ana and Valencia Caicedo, Felipe, The Long Shadow of the Spanish Civil War (July 2020)
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