Zarzalejos en EL CONFIDENCIAL explica que no hay color en conocimientos, formación y experiencia entre Pablo Lucas y Pilar Teso, pero como Lucas es varón, diez de nuestros flamantes vocales del CGPJ dejan la meritocracia a un lado y, obedeciendo a los políticos que les han designado, prevarican y votan por Teso.
Hay un famoso ejemplo de los años ochenta sobre la diferencia entre aplicar el Derecho y hacer justicia como un cadí, en el que el propietario de una vivienda pide el desahucio de su inquilina por impago de la renta. La inquilina es una viuda con cinco hijos pequeños. El juez se ve incapaz de desahuciarla y, prevaricando, desestima la demanda de desahucio inventándose la regla aplicable. Al día siguiente, una manifestación de señoras se dirige desde la plaza mayor hasta la plaza de los juzgados de la ciudad. La que está al frente de la manifestación habla al juez en estos términos: "Juez, te maldigo, ¿por qué has dictado una sentencia tan inicua?" El juez, asombrado, responde: ¿Pero qué dices mujer? ¡si he fallado a favor de la viuda! A lo que la mujer responde: "Sí, pero al hacerlo así, has condenado a todas las viudas a vivir en la calle porque nadie, conociendo cómo decidís los jueces de la ciudad estos casos, volverá a alquilarnos una vivienda sabedores de que, aunque dejemos de pagar la renta, no podrán recuperarla".
Como en este caso, las miles de juezas y magistradas que hay en España deberían estar enviando cartas a los vocales del CGPJ pidiéndoles que elijan a Pablo Lucas. Porque si eligen a Teso en su lugar, a pesar de tener el primero muchos más méritos (comparen los currículos de ambos), estarán vedando el acceso a esos puestos a las mujeres más valiosas y capaces en el futuro.
Las mujeres más capaces tienen que ser las más fervientes defensoras de la meritocracia cuando se trata de cubrir las más altas magistraturas de la nación. No puede cederse un ápice en este punto si queremos que, en el futuro, sean las mujeres más capaces las que las ocupen. Si damos preferencia a una mujer sobre un hombre porque ese puesto - el de presidente del Tribunal Supremo - nunca ha sido ocupado por una mujer y ¡ya es hora! - estaremos prevaricando. Ese puesto debe decidirse exclusivamente con arreglo a criterios meritocráticos. Para que esté disponible para una mujer cuando la Pilar Teso de turno tenga mejor currículum que - pongamos por caso - el Juan Carlos Campo de turno.
¿A nadie le llama la atención que las mujeres que logran ocupar las más altas magistraturas no son, ni de lejos, las más capaces y con más formación y conocimientos de sus pares?
¿No hay mejores mujeres constitucionalistas en España que Carmen Calvo, Laura García o María Luisa Balaguer?
¿No hay mujeres laboralistas mejores que María Luisa Segoviano?
¿No hay magistradas con mejor curriculum que Montalbán o Espejel para el Tribunal Constitucional?
Para hacerlas pasar por delante de hombres mucho más capaces que cualquiera de ellas, hemos tenido que hacerlas pasar, también, por delante de muchas mujeres mucho más capaces que ellas pero no tan dispuestas a obedecer (a un macho alfa, por desgracia) como ellas.
Si Pilar Teso fuera una patriota - no la conozco - debería retirar su candidatura. Como deberían haber hecho las magistradas del Tribunal Constitucional que he mencionado. España necesita que los mediocres digan que no cuando les ofrecen un cargo público para el que no pueden dejar de saber que hay gente con más formación, capacidad y experiencia que ellos. Y, en España, lo necesitan especialmente las mujeres capaces y formadas. Porque en otro caso, los puestos que ellas deberían ocupar los ocuparán esos y esas mediocres que se pirran por un cargo público con chofer y escoltas y que están dispuestas a prevaricar y obedecer servilmente. Las Montalbán, las Lauras García, las Carmen Calvo, las Armengol, las Batet. ¡Qué daño hacen las mediocres trepas a la causa de las mujeres!
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