... las instituciones son una forma de cooperación de segundo orden: a través de las instituciones, la gente coopera para aumentar la cooperación...
… los dilemas cooperativos varían en dificultad. Algunos dilemas cooperativos son difíciles de resolver, porque la tentación de hacer trampas (de comportarse como un gorrón) es alta, porque es poco probable que se pille a los tramposos o porque el dilema implica a muchos individuos extraños entre sí. Otros dilemas cooperativos son fáciles, porque la cooperación es barata, los comportamientos son observables y las interacciones se producen en pequeños grupos de individuos emparentados.
Los humanos no tienen por qué resolver directamente los problemas de cooperación difíciles. Pueden intentar solucionarlos indirectamente
… pueden diseñar otra interacción cooperativa que sea más fácil de resolver (por ejemplo, porque los comportamientos son más observables) y que genere nuevos incentivos para la cooperación cuando se aborda el dilema difícil (por ejemplo, organizando el control de los gorrones)…
Ponen el ejemplo del Japón rural y la sobreexplotación de los montes comunales
En el Japón rural, los aldeanos necesitaban cooperar para preservar los bosques comunales de la sobreexplotación... El problema de la cooperación era difícil: a cada aldeano le interesaba mucho sobreexplotar el monte comunal y era difícil controlar que nadie lo hiciera. Para resolver este difícil problema, las aldeas contrataron a monitores especializados llamados detectives, generando así nuevos incentivos para la cooperación. Esta institución era en sí misma una empresa cooperativa: para que todo funcionara, los detectives tenían que cooperar ellos mismos, en lugar de dejarse sobornar o imponer sanciones injustas. Afortunadamente, se trataba de un puesto muy prestigioso.
El prestigio del puesto (las ventajas asociadas al mismo y, por tanto, el riesgo de perderlas si los ‘detectives’ se dejaban sobornar y eran descubiertos) generaba en los detectives los incentivos para cumplir. Al “organizar” o “establecer” la nueva institución, los campesinos japoneses habían resuelto un problema de cooperación ‘difícil’ por una vía indirecta: no mediante la reciprocidad sino mediante la fundación de una ‘institución’. Una vez establecida, el problema de cooperación se resolvía fácilmente.
Nuestro modelo se centra en individuos que pueden cooperar de dos formas distintas: unas veces pueden beneficiar directamente a otro (cooperación de primer orden) y otras contribuir a una institución (cooperación de segundo orden). En ambos casos, el único beneficio que obtienen… es de reputación. Cada vez que se observa que un individuo coopera, ya sea en el primer o en el segundo orden, mejora su reputación y es más probable que sus socios confíen en él en el futuro.
Pues bien, el establecimiento de un institución permite acumular
… las contribuciones individuales y transformarlas en incentivos para la cooperación de primer orden… la institución amplía el ámbito de la cooperación basada en la reputación, para resolver dilemas cooperativos difíciles que no podrían resolverse directamente. Y lo que es más, demostramos que la cantidad de cooperación adicional generada por la institución varía con su eficiencia: la cantidad de incentivos que la institución produce por cada dólar que recibe.
Las instituciones son
tecnología social. Al igual que un sistema de poleas ayuda a levantar cargas pesadas con el mínimo esfuerzo, las instituciones maximizan el potencial de los incentivos de reputación, ayudando a los seres humanos a abordar problemas de cooperación difíciles que la reputación no podría resolver directamente… la institución depende de las contribuciones individuales. Cuantos más individuos estén dispuestos a contribuir a la institución, más incentivos podrá producir. Como era de esperar, los individuos que tienden a aceptar los costes de ayudar a sus compañeros en relaciones diádicas (cooperación de primer orden) también tienden a asumir los costes de la cooperación de segundo orden (en nuestro modelo, se trata de individuos suficientemente pacientes)… la eficacia de las instituciones sobre la cooperación depende, en primer lugar, de la disposición de los individuos a cooperar.
Los individuos más pacientes – con mayor disposición a contribuir hoy para obtener los beneficios de la cooperación en el futuro – poblarán en mayor medida las instituciones de manera que “poblaciones más pacientes tienen más probabilidades de sostener una institución” lo que permite dar cuenta de la influencia del llamado ‘capital social’ en el desarrollo económico. Si los individuos pueden confiar en que los demás también contribuirán generosa y pacientemente, las ganancias sociales y, consiguientemente, individuales se maximizan. Y en mayor medida si la Sociedad ha salido de la subsistencia y las necesidades básicas están cubiertas (menor aversión a emprender proyectos de valor positivo pero alto riesgo y mayor paciencia y capacidad de confiar en los demás) de ahí que haya correlación entre pobreza y corrupción:
“los líderes políticos sean más corruptos cuando sus votantes son pobres y que los individuos más pobres paguen sobornos a los funcionarios del gobierno con más frecuencia… Mientras que las dificultades económicas allanan el camino para una corrupción duradera y las instituciones corruptas también pueden conducir a dificultades económicas
Dos conclusiones
1º Si los dirigentes sociales han de rendir cuentas, la reputación como mecanismo de garantía del cumplimiento puede funcionar a nivel colectivo como funciona en las relaciones diádicas (reciprocidad)
2º “al agrupar a los individuos en unidades de nivel inferior, las corporaciones anidadas garantizan que la reputación pueda seguir actuando como un fuerte incentivo aunque aumente el número total de individuos”
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