Dos académicas, una de Economía (Cecilia Castaño, Catedrática, vean aquí sus publicaciones) y otra de Sociología (Mª Ángeles Sallé) han escrito en EL PAÍS una descripción (que no análisis) de los resultados de varias encuestas del CIS sobre inquietudes y valores de mujeres y hombres respecto a la política y la sociedad y, tras comprobar que las mujeres son mucho más de izquierdas que los hombres - aunque, en el pasado, como eran también más religiosas que los hombres, este 'izquierdismo' de las mujeres quedaba contrarrestado por el conservadurismo que imponía la religión - concluyen que, porque son mujeres o porque son de izquierdas, los valores y las preferencias de las mujeres son "mejores" que los de los hombres. Eso sí, las mujeres siguen en la inopia y no son conscientes de su superioridad sobre el hombre. Dónde va a parar: las mujeres son
"las mayores garantes del avance del proyecto europeo y también de la mejora de la vida de los hombres, porque su revolución es una revolución inclusiva".
O sea, los hombres tenemos que hacer lo que dicen - o no dicen, porque también se quejan las columnistas de que las mujeres se interesan menos por la política que los hombres - las mujeres porque ellas saben mejor que los hombres lo que es mejor para todos.
Pero ¡ay! la "mirada" de las mujeres "está cada vez menos presente". ¿Por qué? Porque en un contexto "polarizado, divisorio y vociferante", las mujeres se apartan (lógico, no les gusta el conflicto). Aunque deberían reconocer que las mujeres no se apartan lo suficiente de la política como para dejar decidir los resultados electorales a los hombres: Sánchez no sería presidente del gobierno si no fuera por las mujeres ¿Dirían ustedes que Sánchez es un político que representa bien los valores y preferencias femeninos, esto es, es un político no "polarizador" ni "divisorio" ni "vociferante"?
Las columnistas dicen, sin embargo que
la campaña de las elecciones al Parlamento Europeo se está desarrollando en un marco de ofensiva creciente contra sus derechos, los derechos humanos en general y los derechos de la tierra en que vivimos y nos da sustento".
Ojo con las académicas: derechos de la pachamama dicen. Una catedrática de Economía de la Complutense diciendo en el antaño primer periódico de España que la campaña de las elecciones europeas está atacando "los derechos de la tierra", tierra que nos da sustento, sí, pero que también ha intentado exterminar a la especie humana - y ha exterminado millones de especies en sus miles de millones de años de existencia - cuantas veces ha podido. La pachamama es una malvada madrastra con sus volcanes en erupción, sus terremotos, sus inundaciones y sus sequías como ha demostrado David Deutsch. (v., Spaceship Earth y II)
David Deutsch desacredita lo que él llama la noción de "Nave Espacial Tierra" (que la biosfera de la Tierra es un sistema de soporte vital para los humanos). Las personas no se apoyan en sus entornos, se apoyan a sí mismas creando conocimiento que les permite sobrevivir en sus entornos. Señala que la gente no podría vivir en Oxfordshire (donde vive Deutsch) sin conocimientos sustanciales.
¿Por qué la pachamama no nos proporciona alimento y vestido como hizo, al parecer con Adán y Eva? ¿Acaso no haría eso una madre femenina? (v., también esto de Joe Henrich)
En la misma línea de contención, de "inclusividad" muy femenina, las columnistas acaban su artículo mitinero (echo de menos un "que se vayan a la mierda las derechas") diciendo que todos los que no son la izquierda están "demonizando" la agenda 2030 porque los
"líderes y regímenes autoritarios claramente patriarcales junto a una ultraderecha globalizada con un programa común de destrucción de la democracia, sustituida por la reafirmación de ideologías, culturas e identidades marcadamente individuales (sic, individuales, no 'individualistas') polarizador y ajenas a lo social (sic), a lo diverso (sic, no DiverXo), al otro (eso suena como una homilía de un cura posconciliar: "abrirse al otro". Hoy sería considerado un delito de agresión sexual) a lo humano en definitiva.
Y acaban con una mezcla alucinógena de lo de comprar en las tiendas del barrio, mucha sororidad, mala sintaxis y algo de navegar en medio de una tormenta en la que no haya malos vientos (¿es posible una tormenta con buen viento?)
Mientras, los desafíos actuales solo podrán abordarse con éxito apostando por una Europa de proximidad y con más mujeres contribuyendo a moldear la Unión que necesitamos, una comunidad política, económica y social resiliente desde la cual navegar con mejores vientos por las tormentas que hoy sufrimos, más las que se avecinan. Lo que es seguro, y bien lo sabemos las mujeres, es que el “sálvese quien pueda” no es otra cosa que un salto hacia el abismo.
Este es el nivel de la conversación pública que nos ha traído la izquierda feminista del feminismo 2.0.
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