El punto de partida es la selección sexual (los cambios anatómicos, fisiológicos y conductuales provocados por el éxito en el apareamiento y la reproducción por oposición a los provocados por el éxito o el fracaso en la supervivencia - selección natural -). La selección sexual en las mujeres proviene de que "invierten más en la descendencia" que los hombres y los hombres invierten más en competir con otros hombres por el acceso sexual a las mujeres. Así, la selección sexual y
"los beneficios reproductivos" explican rasgos típicamente masculinos en los humanos: la vis competitivas, la mayor agresividad física, la asunción de riesgos, el pavoneo, el menor control de los impulsos, la búsqueda de sensaciones excitantes y la ambición en acumular recursos". Estos comportamientos "mejoran la tasa de éxito en el apareamiento cuando hay competencia, por lo que constituyen parte de una estrategia óptima de adaptación reproductiva, aunque reduzcan la tasa de supervivencia de los varones"
¿Qué pasa con las mujeres? En las mujeres, supervivencia y éxito reproductivo están mucho más correlacionados que en los hombres. Eso ha hecho que las mayores diferencias de comportamiento entre hombres y mujeres encuentren su explicación en esta diferencia. Anne Campbell, en 2004, había publicado un artículo cuyo resumen es el siguiente
La monogamia tiende a igualar la competencia en la búsqueda de parejas entre los dos sexos. Sin embargo, las mujeres muestran una mayor moderación en el uso de la agresión intrasexual directa, que, sostengo, es el resultado de su mayor inversión parental y, en consecuencia, el mayor costo reproductivo de las lesiones o la muerte. Las mujeres suelen competir por parejas publicitando cualidades valoradas por los hombres (belleza y exclusividad sexual) y utilizando medios indirectos para denigrar a los rivales (a través del chisme y la estigmatización). Sin embargo, cuando los hombres con buenos recursos son escasos, las mujeres deben encontrar fuentes alternativas de apoyo o escalar su competencia por parejas masculinas a niveles físicos. Los datos de criminología, psicología, biología evolutiva y antropología se utilizan para apoyar estas propuestas.
Los autores utilizan la tesis de Campbell, - SAT - para repasar todos los estudios empíricos disponibles sobre las diferencias entre sexos que se han explicado más arriba. Campbell se fijaba, sobre todo, en el miedo (las mujeres son más miedosas en promedio que los hombres) como un mecanismo de autoprotección frente a la lesión física y los autores generalizan la hipótesis "las hembras humanas responden a las amenazas de cualquier clase - cualquier cosa que pueda dañar las posibilidades de supervivencia de un individuo - desplegando estrategias más protectoras" que los hombres "porque la supervivencia es más adaptativa para las hembras que para los machos en términos de reproducción". Esto explicaría por qué las mujeres son más longevas que los hombres en todas las culturas humanas. Esta mayor longevidad se explica porque aumenta las posibilidades de supervivencia de la descendencia, que recibe más cuidados y, recuérdese, la infancia de los humanos es la más larga de la naturaleza. Las mujeres (no sólo las madres) aportan más a la supervivencia de la descendencia que los hombres en todas las culturas humanas. De hecho, dicen los autores, "la división del trabajo" que observamos en las sociedades humanas parece "organizarse primariamente para permitir a las madres ocuparse de la prole", especialmente en los primeros años de vida. En sociedades de cazadores-recolectores y hortoculturalistas, las madres se ocupan de los niños el 50 % del tiempo mientras que los padres sólo entre el 0 y el 6 %. El resto del tiempo de cuidado lo aportan las abuelas y las hermanas.
O sea, que los rasgos psicológicos que diferencian a hombres y mujeres no son "patológicos". En el caso de los femeninos "parecen rasgos evolucionados para aumentar el éxito reproductivo y de supervivencia de las mujeres... las mujeres tienen que protegerse más que los hombres frente a las amenazas físicas", amenazas que incluyen no sólo la agresión física por parte de otros individuos o de animales o ambientales, sino también "la defensa frente a patógenos" (esto es fascinante): "las mujeres tienen menos probabilidad que los hombres de morir de cualquier enfermedad cualquiera que sea la edad que se tome... las enfermedades fatales que contribuyen en mayor medida a reducir la expectativa de vida aflige menos - más tarde o menos frecuentemente - a las mujeres que a los hombres... las mujeres son menos proclives a contraer muchas enfermeddes como malaria.. tuberculosis, hepatitis A, meningitis o infecciones por neumococos". El sistema inmunitario de las mujeres es más potente que el de los hombres. Las mujeres sufren más dolor que los hombres (el dolor es un 'aviso' de que algo no va bien y, por tanto, que induce a la autoprotección). Las mujeres se despiertan más a menudo por la noche y duermen peor, menos profundamente que los hombres (lo que significa que están más vigilantes frente a las amenazas, especialmente frecuentes por la noche por la vulnerabilidad que provoca el sueño) pero sufren con menos frecuencia que los hombres los trastornos del sueño que pueden ser fatales (apnea, narcolepsia, hipoventilación).
Cuando se desata una epidemia, las mujeres se protegen más (medidas preventivas e higiénicas) que los hombres y se contagian menos. A cambio, claro, su reacción a las vacunas es más fuerte que en los hombres.
Las mujeres presentan intensificadas las emociones que reducen los conflictos y favorecen las interacciones sociales pacíficas: "sonreir, cortesía, capacidad para identificar los estados de ánimo de los demás, evitar la confrontación directa". Esto es todo muy intuitivo. Lo que no sabía es cómo se refleja en ámbitos, como en el deporte y los negocios, donde el enfrentamiento competitivo es una de las vías más evidentes para lograr el éxito:
La competencia directa ha sido examinada sistemáticamente en juegos económicos como deportivos. En uno de los juegos económicos diseñados, los participantes tenían que elegir entre competir unos contra otros o trabajar individualmente cuando los beneficios esperados eran los mismos. En Sociedades Occidentales y no Occidentales... los estudios concluyeron que las niñas y las mujeres tenían menos probabilidades que los niños y los hombres de competir contra otros
También hay diferencias significativas en el nivel de neuroticismo como rasgo psicológico que indica preocupación, sensación de vulnerabilidad, pensamientos y estado de ánimo negativos. Aunque no es intuitivo, la mayor frecuencia de estos estados de ánimo reduce la morbilidad y la mortalidad porque es "coherente con un aumento de los comportamientos autoprotectores frente a amenazas". Es decir, "las reacciones emocionales frente a las amenazas constituyen señales decisivas que aumentan la probabilidad de seguir vivo". Las mujeres cotizan más alto que los hombres en "miedo, repugnancia o asco, tristeza y rabia o ira".
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