viernes, 31 de agosto de 2018

La historia de Audun y cuándo regalar un regalo

Resultado de imagen de audun's story

En esa historia Audun, un pobre granjero que trabaja para un pariente más rico, vende todas sus posesiones, deja a su madre bienes suficientes para mantenerse durante tres años y se va al extranjero con los tres marcos de plata que le quedan. El pasaje del barco era un regalo a cambio de haber ayudado a un comerciante noruego a vender sus productos a clientes solventes. Audun acaba en Groenlandia, donde compra un oso polar dando por él todo lo que tiene. Con  el oso polar se traslada a Noruega donde Audun anuncia su intención de regalar el oso al Rey Svein de Dinamarca. El problema es que el Rey Harald de Noruega y el Rey Svein están en guerra entre sí. Harald pide a Audun el oso y Audun tiene la temeridad o comete la estupidez de negarse. Y lo hace por tres veces. Harald, entre perplejo y divertido, permite a Audun que vaya a Dinamarca …

… De modo que el valor del oso aumenta porque Audun dice que no a Harald a pesar de la muy alta probabilidad de ser asesinado por negarse, y su valor sube aún más porque al dejar que Audun siga adelante con su misión, el oso se convierte en parte en un regalo que Harald hace a Svein.

Audun… lleva el oso a Svein, que lo recompensa magníficamente. Svein le ofrece un alto cargo en la corte, pero Audun se niega a aceptarlo. De modo que, cuando se va de Dinamarca, Svein le proporciona un barco cargado con la mejor mercancía, una bolsa de monedas de plata y un brazalete. Con la mayor delicadeza el Rey Svein pone una condición respecto del brazalete

"Si pasara lo peor y perdieras no sólo el barco sino también la plata, con el brazalete, por lo menos, no te quedarás sin nada al llegar a tierra. El brazalete dirá a todos que has conocido al Rey Svein. Pero creo que es razonable que si tienes una deuda que pagar a una persona distinguida, entonces dale el brazalete, porque es apropiado sólo para a un hombre de alto rango. Y ahora, adiós".

La historia de Audun pone en juego el tema de regalar a otro lo que te han regalado a tí. Su sublime final depende de hacer justamente eso, de forma que Audun regala al despiadado Rey Harald el brazalete que le regaló el rey Svein. Y como vimos en el pasaje… en el cual Svein le dice que el anillo debe entregarse solo a una persona de alta alcurnia, resulta claro que, realmente el brazalete no estaba destinado a que se lo quedase Audun salvo en muy específicas circunstancias (que perdiera el barco y la bolsa de plata, de modo que puede entenderse como el regalo que Svein hace a Harald en reciprocidad por el oso polar a través de Audun).

William I. Miller, Is a Gift Forever?, 2007

La guerra y la evolución



people who teamed up to take resources aggressively from others, and who collectively defended their own resources, did better than people and groups who did not fight


La guerra es una forma extrema de cooperación y una potente fuente de presión evolutiva porque es una de las primeras causas de mortalidad en algunas especies. Ha acompañado a los humanos desde su origen – hace c. 300.000 años) lo que permite suponer que la psicología humana se ha debido de ver modelada por la guerra (explicaría la valentía o el coraje, la propensión al riesgo, el altruismo hacia los de nuestro grupo, el patriarcado o la xenofobia) por no hablar de su influencia en la evolución cultural de las sociedades humanas hasta el punto de que, como es sabido, las frecuentes guerras en Europa se han aducido como explicación de su predominio mundial.

Como explican los autores, la perspectiva darwiniana lo cambió todo al respecto al transformar

el marco explicativo para cualquier persona interesada en comprender los orígenes y el comportamiento humanos. Al proporcionar argumentos convincentes de que la evolución se produjo a través del simple pero elegante mecanismo de la selección natural, Darwin ayudó a cambiar la discusión sobre el "estado de la naturaleza" humana del ámbito de la especulación filosófica a un conjunto de cuestiones que se pueden resolver (al menos en principio) mediante la investigación empírica…

Dijo Darwin sobre la guerra y la selección natural:

"Cuando dos tribus primitivas colindantes empezaron a competir, la que tuviera un mayor número de individuos valientes, cooperativos y leales, siempre dispuestos a advertirse recíprocamente de cualquier peligro, a ayudarse y a defenderse, sería sin duda la tribu que lograría vencer a la otra… Así esas cualidades morales y sociales avanzarían con el paso del tiempo y se difundirían por todo el mundo

Los animales proclives a la guerra son animales que viven en grupos estables. Las ventajas del grupo derivan de la mayor capacidad para extraer recursos del entorno, mayor facilidad de emparejamiento reproductivo y mayor protección frente a los depredadores. Si la guerra es una forma de agresión de carácter grupal, habrá que explicar su aparición por referencia a las razones que llevan a los animales a agredir a otros. En el cuadro que figura al comienzo de esta entrada, los autores resumen los argumentos al respecto.

Según los estudios disponibles sobre los chimpancés, éstos matan en grupo a los miembros de otra comunidad de chimpancés cuando se encuentran en clara ventaja numérica en el número de machos en la “partida” respecto de la “partida” rival (8 a 1) que, por tanto, hace muy poco costoso matar a los rivales y apoderarse de los recursos

¿Qué pasa con los humanos?

No es seguro que se pueda considerar que, dado que esta es la explicación más plausible para los chimpancés, la violencia bélica forme parte de la herencia común a chimpancés y humanos. Hay otros primates con los que compartimos herencia (como los bonobos) cuya conducta de agresión no puede explicarse en términos de diferencia numérica. La explicación de la diferencia parece encontrarse en que los chimpancés más agresivos son también los que pasan más tiempo buscando comida en solitario, de modo que son presas fáciles de un ataque colectivo por parte de otra partida de chimpancés además de que los bonobos buscan comida en grupo con participación en el mismo de numerosas hembras que, como es sabido, reducen la intensidad de la competencia entre los machos por el apareamiento.

La pelea por decidir si los cazadores-recolectores eran más belicosos o más pacíficos que los agricultores parece resuelta en la afirmativa. Lo eran:

“las relaciones pacíficas entre grupos se limitaban en su mayoría a relaciones entre bandas que pertenecían a grupos sociales más grandes, mientras que las relaciones eran hostiles en general entre grupos diferentes etno-lingüísticamente”.

En cuanto al tipo de agresión bélica, la idea de minimizar los costes de la agresión parece explicarlas (predominio de las emboscadas y la “guerrilla” y ataque a grupos más pequeños o a individuos aislados). De manera que la explicación más “básica” de la agresión en grupo es la de obtener recursos materiales y reproductivos a bajo coste apropiándose de los de otros que están en situación de inferioridad. Lo que esta explicación no proporciona son buenos argumentos para los casos de relaciones pacíficas y, sobre todo, cómo se resuelve el problema de los gorrones (acción colectiva) que se benefician del resultado de la agresión pero no incurren en los costes de la guerra. Una explicación plausible es que cuanto mayor sea la diferencia – y, por tanto, más segura sea la victoria sin riesgo de resultar herido o muerto – con el grupo atacado, menos probabilidad hay de que haya gorrones en el grupo (acuérdense del chiste de Gila sobre si meterse o no meterse en la pelea), lo que explicaría igualmente por qué las hembras no participan (no participan en el botín. Son el botín de guerra en muchos casos). De ahí que

una de las hipótesis mejor apoyadas sobre el papel de la guerra en la formación de la psicología humana es la hipótesis del guerrero masculino (McDonald et al., 2012; Van Vugt, 2012). De acuerdo con esta hipótesis, los varones tienen mecanismos psicológicos que facilitan su capacidad para formar coaliciones para conflictos intergrupales contra otros grupos. La agresión contra forasteros sirve a la protección o adquisición de oportunidades reproductivas (McDonald et al., 2012). La hipótesis del guerrero masculino permite realizar predicciones específicas sobre la psicología masculina. Por ejemplo, los hombres discriminan más y son más racistas que las mujeres y más agresivos contra los varones foráneos que contra las hembras foráneas. Comparado con las mujeres, los hombres deberían reconciliarse más fácilmente después de un conflicto dentro del grupo, lo que se ha comprobado recientemente (Benenson y Wrangham, 2016)… existen indicios sustanciales de que los hombres y las mujeres tienen diferentes psicologías de coalición que parecen haber resultado de la agresión intergrupal (McDonald et al., 2012).

¿Cómo se incentiva la participación en las agresiones colectivas contra otros grupos? Premiando específicamente a los que lo hacen (más acceso a las hembras o mayor status social y preferencia como compañero). Desde la evolución cultural, la guerra de conquista, acompañada de normas sociales que favorecen la cooperación entre los miembros del grupo – conquistador – explican la extensión de las reglas de no agresión en grupos cada vez más grandes, de forma que

“la guerra es la responsable de que surjan y crezcan sociedades complejas… y el altruismo hacia los miembros del propio grupo y la hostilidad hacia los individuos ajenos al grupo van unidos”


Glowacki, L., et al., The evolutionary anthropology of war. J. Econ. Behav. Organ. (2017)

Enlaces del viernes: democracia, productos de lujo, productividad agrícola, evolución cultural e ingeniería social

2018-04-01 13.07.02

foto: JJBose


Sistemas de elección de líderes y democracia en el futuro

La elección del líder a través de un sistema consensual o electivo en el pasado pre-contemporáneo predice que esa Sociedad tendrá hoy una democracia representativa

Power and Persistence: The Indigenous Roots of Representative Democracy

Jeanet Bentzen/Jacob Gerner Hariri/James A. Robinson


Equidad y Derecho de los contratos

“Exigir que los intercambios sean equitativos para ser vinculantes, si nos tomamos en serio lo que significa equitativo, es difícil de aceptar (porque aunque exista un precio de mercado, éste no es único y se modifica en el espacio y en el tiempo y sobre todo porque aunque exista, no nos dice nada de cómo ha de distribuirse entre las partes del contrato la ganancia del intercambio, sobre todo, si la ganancia es subjetiva, esto es, depende, para cada contratante, de su precio de reserva que es aquel mínimo – si es el vendedor – o máximo – si es el comprador – al que está dispuesto a vender o comprar el bien). Pero en un sentido débil, como un principio según el cual el Derecho no debería forzar el cumplimiento de contratos muy desequilibrados, sí que puede decirse que forma parte del Derecho Contractual” (Esta afirmación no pone en peligro el funcionamiento del mercado y la formación de los precios porque, simplemente, actúa, eliminándolos, en la “cola de la distribución” ya que solo afecta a los intercambios más extremos en cuanto a la relación objetiva de valor de las prestaciones que se intercambian en el contrato. La institución jurídica que concreta este principio es la prohibición de la usura y de los pactos leoninos y de las cláusulas contrarias a la moral).

“Los futuros y las opciones, como se conocen habitualmente, cuando se liquidan por compensación, esto es, sin entrega física y de acuerdo con las fluctuaciones del mercado están prohibidos por el Derecho civil porque, entre otras razones, son contrarios al orden público. No sólo al orden público, es un delito, un delito contra el Estado y contra el bienestar general y la felicidad de la gente, un delito contra la religión y contra la moral y contra cualquier comercio y negociación legítimos. Esta especie de juego se ha convertido desaforada y notablemente en el pecado nacional” Tribunal Supremo de Illinois en 1888 juzgando los futuros y opciones en el Board Trade de Chicago 1888. Ahora bien, una vez que hemos aceptado la legitimidad de los contratos puramente especulativos, al menos hemos de garantizar que la balanza de la “apuesta” no está desequilibrada.

“Requerir mutualidad en la obligación – que una parte no quede obligada si la otra no queda obligada – en contratos bilaterales, dice Farnsworth, sirve a las necesidades de los mercados. En estos, el precio fluctúa de acuerdo a la oferta y la demanda. La mutualidad en la obligación elimina la posibilidad de que una parte pueda especular en relación con tales cambios a costa de la otra parte”… lo que explica también por qué el contrato de opción requiere de un precio específico o especiales garantías de equidad… Una buena ilustración del deseo del Derecho de evitar la especulación unilateral a expensas de la otra parte aparece en los casos referidos al silencio como forma de aceptación… En el caso Cole-McIntyre-Norfleet Co. v. Holloway (un mayorista, a través de su agente comercial, solicitó a un comerciante que le hiciera un pedido en su formulario que incluía la cláusula según la cual, el que hacía el pedido quedaba vinculado por éste mientras que el mayorista se reservaba aceptar o no el pedido. El comerciante hizo el pedido de unas mercancías perecederas. El mayorista guardó silencio. Estalló la primera guerra mundial y el precio aumentó muchísimo. El comerciante exigió la entrega de las mercancías. Y el tribunal dijo que “el silencio del vendedor constituía aceptación, y que el comprador tenía derecho a la entrega de los bienes al precio original… el comprador tenía derecho a esperar que si su pedido había sido rechazado, el rechazo sería inmediato y explícito. Pero la razón principal del tribunal fue que… el vendedor no podía pretender solicitar pedidos y mantener vinculada a la parte que los hiciera a la vez que se reservaba el derecho a ejecutar el contrato si le resultaba conveniente”


The Five Justices of Contract Law

Todd D. Rakoff


No hay precio justo (de mercado) para los productos de lujo


“Porque si el precio justo de la cosa no se determina por su estimación popular o por una autoridad pública, eso querrá decir que se trata de un producto de lujo. Y el precio de tales bienes de lujo se establece individualmente por acuerdo entre vendedor y comprador (ex contrahentium conventione)

 Pre-contractual duties to inform in Early Modern Scholasticism,

Wim Decock and Jan Hallebeek


Cambios en el ritmo de crecimiento y cambios en el PIB per cápita


Cambio de nivel


un simple cambio de nivel (del PIB per capita) para una Economía que, sin embargo, mantiene la tasa de crecimiento de la tendencia del 2%… el cambio de nivel que supuso la crisis financiera implicó un nuevo nivel más bajo. Pero dado ese nuevo nivel más bajo, la tasa de crecimiento sigue siendo la misma, y ​​entonces las líneas discontinuas muestran las bandas de tendencia y error que podríamos esperar para el PIB per cápita después del cambio.

Detecting changes in trend growth,

Dietrich Vollrath


La relación inversa del tamaño de las fincas y la productividad es, probablemente, una relación en forma de U

El argumento principal para una correlación espuria es que la idea de que las fincas de menor tamaño son más productivas que las grandes fincas ignora las diferencias en la calidad de la tierra. Si los pequeños agricultores simplemente tienen tierras de mejor calidad, entonces los rendimientos más altos tienen mucho sentido, y no hay ningún misterio acerca de fallos de mercados o salarios de eficiencia. Más importante aún, si las diferencias en la calidad de la tierra explican la diferencia en los rendimientos entre granjas pequeñas y grandes, no existe un argumento de eficiencia para dividir manu militari las grandes fincas. No importa quién cultive un terreno determinado, obtendríamos el mismo rendimiento, por lo que la distribución no es importante… Sin embargo, un artículo de 2010 de Barrett, Bellemare y Hou hizo un estudio similar, pero con mediciones muy detalladas de la calidad del suelo en cada parcela específica que usa un agricultor (los datos son de Madagascar) y lo que encuentran es que las diferencias en la calidad de la tierra no explican en absoluto los rendimientos diferenciales en los tamaños de parcela, y que, por lo tanto, el diferencial de productividad no se debe a las diferencias de calidad de la tierra. Lo que queda es una ineficiente asignación de fuerza de trabajo a cada parcelas o un problema de errores en la medición del tamaño de las explotaciones y / o parcelas… pero un documento reciente de Carletto, Savastano y Zezza (2013) utilizando datos de Uganda que utilizan el rastreo por GPS afirma que la medición precisa de las parcelas en realidad refuerza la diferencia de productividad… Quizá… Mientras que entre las granjas relativamente pequeñas en los países en desarrollo se detecta este efecto – mayor productividad de las parcelas más pequeñas – esto no ocurre en las economías más desarrolladas, donde los rendimientos aumentan a medida que aumenta el tamaño de la finca… Primero, la mano de obra se vuelve más cara a medida que las granjas se hacen más grandes… Segundo, los bienes de capital requieren una escala mínima de granja o parcela para usar, pero estos bienes de capital son realmente productivos. De ahí que los rendimientos caigan desde muy pequeño a explotaciones de tamaño medio, debido al efecto del aumento de los costos de mano de obra, y luego en algún lugar alrededor de 10 hectáreas (en estos datos) comienza a tener sentido utilizar bienes de capital, que comienzan a elevar los rendimientos conforme se aumenta el tamaño”.


The inverse relationship of farm size and productivity

Dietrich Vollrath


Joe Henrich vs James Scott: tradiciones, evolución cultural y racionalización estatal

Henrich (The Secret of Our Success) formula dos argumentos, ambos relevantes para los debates contemporáneos en política y filosofía. El primero es que las costumbres, tradiciones y demás están sujetas a la selección darwiniana. Henrich no es siempre exacto respecto a lo que es objeto de la selección: los individuos que siguen una tradición, los grupos cuyos miembros la siguen o la propia tradición. Pero el núcleo del argumento es que las tradiciones se mantienen en el tiempo cuando son adaptativas. Este proceso es "ciego". Los que siguen las tradiciones no saben cómo funcionan, y en algunos casos (como los rituales religiosos que construyen la solidaridad social) conocer los detalles de cómo funcionan realmente podría reducir la eficacia de la tradición. Ese es el segundo argumento: no comprendemos (y muchas veces no podemos) cómo las tradiciones que heredamos ayudan a nuestra supervivencia, y debido a eso, es difícil crear reemplazos artificialmente. No creo que Henrich esté dispuesto a extender estos puntos a todos los elementos de la cultura humana. Si tomamos en serio las analogías con la evolución genética,- en esencia, la versión cultural de la deriva genética. Pero ese es el problema: no sabemos qué tradiciones son adaptativas y cuáles son meramente deriva.

Todo esto encaja espléndidamente con el trabajo de James C Scott. (Si nunca antes has leído algo de él, recomiendo comenzar con este ensayo ). Scott pasó gran parte de su carrera estudiando la forma en que los Estados dan forma a las sociedades que gobiernan, y la forma en que las sociedades intentan resistir el avance del Estado. El problema central de la gobernación, como lo ve Scott, es lo que él llama legibilidad. Para extraer recursos de una población, el Estado debe ser capaz de comprender esa población. El Estado necesita hacer que las personas y cosas que gobierna legibles para los empleados públicos. Legibilidad significa uniformidad. Los estados establecen pesos y medidas uniformes, conforman idiomas nacionales y números de identificación de sus pueblos, y dividen al país en parcelas de tierra y distritos administrativos, todo para hacer que el reino sea legible para los poderes públicos. El problema es que no todas las cosas importantes se pueden hacer legibles. Mucho de lo que hace que una sociedad sea exitosa es el conocimiento de tipo tácito: raramente articulado, desordenado y, visto desde el exterior, carente de propósito. Y lo primero que se pierde cuando se trata de hacer legible al pueblo son las tradiciones. Las tradiciones, las pequeñas diferencias culturales, los modos de vida peculiares y extraños -en otras palabras, los productos de la evolución cultural con los que Henrich llena su libro- son barridas por un Estado racionalizador que preserva (o en muchos casos, impone) solo lo que se puede entender y manipular desde lo alto. El resultado, como relata Scott con ejemplo tras ejemplo, son muchas de las mayores catástrofes de la historia humana.

El ingeniero social intenta reemplazar cientos de tradiciones, normas y porciones de conocimiento local a través del cálculo racional. Al hacerlo, se convierte en el equivalente funcional del explorador europeo que se muere de hambre en tierras de abundancia. La única diferencia entre el explorador racionalista y el ingeniero social racionalista es que el ingeniero tiene el poder de forzar a todo lo demás a morir de hambre con él.

Tradition is Smarter Than You Are

T. Greer

Canción del viernes y nuevas entradas en Almacén de Derecho: Sometime around Midnight. Airborne Toxic Event





¿Qué es una violación?

  Por Juan A. Lascuraín   El Código Penal reserva la denominación de violación a la imposición de una relación sexual con penetración mediante violencia o intimidación (art. 179). Creo que buena parte de las airadas reacciones populares contra la sentencia de La...
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La representación de la sociedad por los administradores
Ago 16, 2018 | Derecho MercantilJesús AlfaroLecciones
Por Jesús Alfaro Águila-Real Introducción: representación orgánica frente a voluntaria Lo característico de las sociedades de estructura corporativa es que la representación de la sociedad por los administradores se denomina orgánica para distinguirla de la...
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jueves, 23 de agosto de 2018

Tampoco Alemania necesitó la sociedad anónima para su revolución industrial

Ian Davenport in Venice Biennale foto Jon Gasca

Ian Davenport in Venice Biennale foto Jon Gasca

La emisión de acciones tenía como finalidad, en el siglo XIX, financiar las inversiones de infraestructuras requeridas por la Revolución Industrial. En el siglo XXI, las emisiones de acciones sirven a la función de permitir a los grandes inversores y a los emprendedores retirar las ganancias de su inversión y su emprendimiento trasladando la propiedad – y los beneficios – de éstos a los accionistas dispersos o a los inversores de largo plazo (fondos de pensiones, compañías de seguros). Pero, como señala el autor de este trabajo y parece communis opinio, la Revolución Industrial, en lo que a la producción industrial y en masa se refiere, no requirió de la sociedad anónima, ni de la emisión masiva de acciones para financiar sus inversiones. La industrialización en Inglaterra y Alemania se produjo sin apenas hacer uso de la sociedad anónima.

Es más, tampoco fue necesario formalizar la responsabilidad limitada de los accionistas por las deudas sociales. La cuestión ha dado lugar a una discusión excesiva y confusa por la estrecha relación que la de la responsabilidad limitada tiene con la cuestión de la personalidad jurídica. Dado que los ingleses no elaboraron ésta porque disponían del trust para separar y delimitar patrimonios, no concibieron la responsabilidad limitada como una cuestión general aplicable a cualquier tipo societario (partnership, companies…) y, al elaborar la teoría sobre las joint-stock companies a partir de la partnership, es lógico que abundara la confusión. Nunca nadie discutió, por ejemplo, que los accionistas de la VOC (los que habían suscrito la emisión inicial) no respondían de las deudas de la VOC. En Europa continental, la forma precursora de la sociedad anónima era la sociedad comanditaria, figura que fue desconocida en Inglaterra y que en Francia, en forma de comanditaria por acciones, permitió su utilización para grandes empresas industriales.

Cuando la producción industrial se extiende, las formas societarias tradicionales – especialmente la sociedad comanditaria – son suficientes, en Europa continental para allegar la financiación necesaria. Para lo que se necesitó la sociedad anónima y la inversión de centenares o miles de personas distintas es para la construcción de infraestructuras, básicamente, ferrocarriles en el siglo XIX por razones obvias (la construcción de infraestructuras requiere de grandes inversiones iniciales en capital fijo y pocas inversiones una vez que la infraestructura entra en explotación). Además, y por razones distintas – eran empresas mutualistas en las que el valor de la dispersión del riesgo era muy importante – la sociedad anónima se utiliza para los bancos y las compañías de seguro.

Según el estudio del autor, de las sociedades anónimas industriales fundadas antes de 1870 en Alemania, dos tercios se fundaron en las regiones ya más desarrolladas (la ribera del Rhin  Ansberg) y que, con excepción de las sociedades anónimas de ferrocarriles, no contribuyeron significativamente al crecimiento económico. Las sociedades anónimas tuvieron importancia en el ámbito de los seguros, ferrocarriles y en la industria sidero-metalúrgica a partir de 1850. En las industrias tradicionales no desempeñaron un papel relevante. “En la minería del carbón, sin embargo, fue un medio decisivo para cambiar las estructuras de propiedad”.

En definitiva, la sociedad anónima en Alemania, jugó un papel más relevante a partir de 1850. No fue necesaria para acumular capital en las manufacturas tradicionales o en la fabricación de maquinaria y en buena medida tampoco en la metalurgia donde “predominó la autofinanciación” pero sí en aquellos ámbitos en los que la cuantía de las inversiones y el riesgo asociado a las mismas hacía esencial poder diversificar.

Alfred Reckendrees, Zur Funktion der Aktiengesellschaften in der frühen Industrialisierung, 2012

Casos famosos: Wood v. Lucy, Lady Duff-Gordon

LadyDuffGordon-1917

Foto: Wikipedia

Lady Duff-Gordon, una diseñadora de modo, atribuyó a Wood, un agente, un derecho exclusivo a distribuir sus modelos y su apoyo a los diseños de otros. A cambio, Wood se comprometía a darle la mitad de los beneficios que generaran los contratos de colocación del trabajo de ella que Wood lograra celebrar. El contrato duraría un año y se renovaría anualmente a menos que fuera denunciado por cualquiera de las partes. Wood demandó a Lady Duff-Gordon porque – dijo – había utilizado a otros agentes para la labor de apoyo a otros diseños y se había quedado con los beneficios. La defensa de Lady Duff-Gordon fue que, aunque Wood había prometido que le daría la mitad de lo que obtuviera en los contratos que llevara a cabo, Wood no se había obligado a hacer nada en primer lugar. De manera – dijo ella y el juez de instancia le dio la razón – el contrato carecía de causa (consideration) y, por lo tanto, no era válido. El Tribunal de Apelación de Nueva York, – ponente el juez Cardozo – revocó la sentencia. Según el documento contractual Wood <<no prometía, literalmente, que realizaría esfuerzos razonables para distribuir los diseños de la demandada y sus recomendaciones, pero <<creemos que… tal promesa ha de considerarse implícita en el contrato>> En consecuencia, el contrato tenía causa y el demandante podía demandar por incumplimiento de contrato. Que Wood estaba obligado a <<desplegar esfuerzos razonables>>, se deducía, en primer lugar y sobre todo del carácter exclusivo de la distribución. Lady Duff-Gordon tendría vedado, durante un año al menos, a realizar sus propias recomendaciones o distribuir sus propios diseños excepto a través de la agencia del demandante. La aceptación de la agencia exclusiva implicaba que el agente asumía deberes… No podemos suponer que una de las partes del contrato estaba quedando al arbitrio – a merced – de la otra parte.

Es un caso – hoy – fácil. Si fue notable en los Estados Unidos en su época es, quizá, por la renuencia de los jueces del common law a integrar el contrato con obligaciones que no hayan sido pactadas expresamente por las partes, de modo que, cuando no se ha pactado la obligación esencial de una de las partes, el razonamiento formalista del tribunal de instancia conduce a negar que el contrato tuviera causa, en los conceptos del Código civil. Y Cardozo hace bien, claro. En Derecho español diríamos que el agente – sobre todo si lo es en régimen de exclusiva – tiene un deber de actividad, de promoción (v., art. 1 Ley del Contrato de Agencia). Y que interpretar el contrato como lo hizo el juez de instancia equivalía a dejar la validez del contrato al arbitrio de una de las partes (art. 1256 CC).

Los hechos del caso en cursiva los hemos sacado de The Five Justices of Contract Law, Todd D. Rakoff

sábado, 18 de agosto de 2018

La pedagogía del castigo

Simone Silva s’exhibe dans les bras de l’acteur Robert Mitchum;

Simone Silva s’exhibe dans les bras de l’acteur Robert Mitchum;

En Derecho contractual, la parte cumplidora tiene, básicamente, dos remedios a su disposición cuando su contraparte no cumple el contrato – en términos de la Evolución cultural – “no coopera”. Uno es castigarlo. En Derecho, exigirle responsabilidad (indemnización de los daños, obligarle a cumplir con intervención en su caso, de un tercero). Otro es terminar la relación y no cooperar más con él. En términos de Evolución cultural, a lo primero se le llama “control de la contraparte” y a lo segundo, “elegir a la contraparte”. O, en términos más simples, castigo/aislamiento. Cuando nuestra experiencia nos informa de que alguien no es una buena contraparte, suprimimos la cooperación con él en el futuro. Si otros hacen lo mismo que nosotros, – reputación – el mal cooperador quedará condenado al aislamiento social – ostracismo – y, por tanto, le serán negados los beneficios de la cooperación social.

¿Cómo deciden los “cumplidores” si castigar al que no coopera o terminar las relaciones con él? La intuición dice que el castigo se reserva para los que tienen salvación – como la penitencia en el catolicismo – y el aislamiento para los que no tienen redención. Desde el punto de vista del que impone el castigo, este razonamiento “proporciona una explicación elegante para el resultado según el cual la gente que castiga una infracción estará más dispuesta, a continuación, a confiar que la que no castiga una infracción idéntica”.

El punto de partida es bien conocido:
“la gente tiende a juzgar el daño accidental más severamente que las acciones inocuas, lo que indica sensibilidad al resultado pero tienden a juzgar el daño accidental menos duramente que el daño causado dolosamente, lo que indica sensibilidad a la intención del que actúa”.
¿Por qué la Evolución habría premiado que castiguemos a los que causan un daño por accidente, esto es, sin intención? Si el castigo ha de beneficiar al que castiga – no al castigado – entonces el castigo tendría una función pedagógica: la próxima vez, hazlo mejor porque, si te esfuerzas, se reduce la probabilidad de que causes daño, lo que implica que se reconoce la capacidad de aprendizaje (compárese con la función preventiva de la responsabilidad civil: inducir el nivel adecuado de actividad y de diligencia en el desarrollo de la actividad)
Aquí, proponemos una explicación para el hecho de que se castigue a los que causan un daño accidentalmente basado en la función adaptativa del castigo: pedagogía. En última instancia, el castigo se verá favorecido por la Evolución cuando cambie con éxito el comportamiento de los demás de una manera que favorezca la supervivencia del que castiga. Esto puede explicar por qué el castigo es más sensible a los resultados que otros juicios: incluso en ausencia de una mala intención (por ejemplo, en caso de daño accidental), el castigo de un mal resultado envía una señal al sancionado de que debe cambiar su comportamiento para evitar ese resultado en el futuro. En esencia, un accidente es un momento propicio para la enseñanza: aunque una persona cuyo comportamiento sea costoso para usted no tenga la intención de dañarte, sancionarla puede enviar una señal para que se comporte mejor en el futuro.
Importante es señalar que el mecanismo psicológico no es el de “enseñar”, sino el de “retribuir” (lo que suena familiar a los penalistas). Lo interesante es que, cuando se trata de seleccionar con quién queremos cooperar y, por tanto, cuando se trata de terminar la relación con alguien, no hay ningún elemento pedagógico en la decisión, pero sí lo hay retributivo. Pues bien, del experimento que realizan los autores,
Encontramos pruebas claras de diferencias sistemáticas en el grado de confianza en la información sobre los resultados accidentales. Las decisiones de (aislamiento) elección de los socios dependían abrumadoramente de la información sobre las intenciones de un compañero, y no sobre el resultado obtenido. Por el contrario, las decisiones de castigo dependen conjuntamente tanto de la intención como del resultado.

Justin W. Martin/Fiery Cushman, To Punish or to Leave: Distinct Cognitive Processes Underlie Partner Control and Partner Choice Behaviors, 2015

Enlaces del viernes en sábado

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foto: @thefromthetree


Las propiedades emergentes de los sistemas complejos

"Un hombre que bebe demasiado en ocasiones sigue siendo el mismo hombre que sobrio. Un alcohólico, un verdadero alcohólico, no es el mismo hombre en absoluto. No se puede predecir nada sobre él con la misma certeza" Raymond Chandler

"cuando los sistemas se vuelven muy complejos, es imposible predecir con fiabilidad sus estados futuros" Su estado final no puede determinarse a partir de las condiciones subyacentes iniciales, solo modelarse estadísticamente, es decir, en un orden emergente superior"

Esto se llama emergencia epistemológica y "no amenaza el atomismo en lo fundamental; no niega que el mundo en última instancia está hecho de partes más pequeñas, sino que afirma simplemente que la forma en que esas piezas se comportan no es susceptible de una predicción perfecta"

Un tipo de emergencia mucho más controvertido puede llamarse ontológico Aquí, lo emergente existe simultáneamente con las cosas de las que emerge... socava la opinión de que el mundo es totalmente compositivo.

"Aunque la risa de un bebé no puede reducirse a procesos físicos, existen estados físicos y estructuras fundamentales que fijan los estados biológicos y psicológicos; por lo tanto, siempre que existan procesos y estructuras físicas exactamente similares, un bebé se ríe"

Emergencia diacrónica:

"Si bien las turbas están compuestas por individuos, la turba exhibe características que parecen ser más que el agregado de acciones individuales y, en consecuencia, se rigen por leyes específicas de la sociología más que por la psicología"

Las personas que son parte de una turba son significativamente diferentes después de que ingresan al grupo. Se comportan de manera irracional y muestran altos niveles de violencia. En resumen, se han transformado, perdiendo características que creemos que son esenciales para los seres humanos civilizados, convirtiéndose en algo diferente. (pero reversible). La dinámica de grupo es entonces un agregado del comportamiento de los individuos transformados, en lugar de una propiedad irreductible de la turba en su conjunto"… aunque la psicología y la neurociencia podrían eventualmente avanzar para explicar el comportamiento de la turba en un nivel más fundamental" salvando así el reduccionismo

"Piense en lo que sucede cuando un muón, un tipo de partícula fundamental, se transforma en un electrón, un neutrino de electrones y un neutrino de muón. Cada uno de esos tres productos de la transformación es en sí mismo una partícula fundamental. Lo que sucede, parece, es que el muón no compuesto se ha transformado en tipos diferentes de partículas fundamentales no compuestas, de una manera análoga a los miembros de la turba, pero ahora no hay nada más fundamental para explicarlo".

¿funcionaban las leyes de la naturaleza en el origen del Universo, o surgieron a través de algún tipo de transformación? Si es así, ¿esto implica un conjunto de 'superlaws' para explicar cómo y por qué ocurrieron tales transformaciones?


Out of nowhere Does everything in the world boil down to basic units – or can emergence explain how distinctive new things arise?

Paul Humphreys


Las aves y los mamíferos han “roto” las limitaciones en el crecimiento alométrico cuerpo/cerebro, y lo han hecho extendiendo el desarrollo fetal-cerebral (probablemente gracias a los cuidados parentales) @_Axeman_


La relación alométrica entre cerebro y tamaño del cuerpo en los vertebrados es considerada a menudo una manifestación de las constricciones evolutivas. Sin embargo, las aves y los mamíferos han sufrido una notable encefalización, por la cual el tamaño de su cerebro ha aumentado sin que lo hayan hecho en la proporción correspondiente el tamaño de su cuerpo.

Aquí, exploramos la hipótesis de que una reducción de la integración fenotípica entre el cerebro y el tamaño corporal ha facilitado la encefalización en aves y mamíferos. Utilizando un gran conjunto de datos ... mostramos que las alometrías cerebrales entre especies (evolutivas) son notablemente constantes, tanto en las clases de vertebrados como en los niveles taxonómicos. Las aves y los mamíferos, sin embargo, son excepcionales ya que sus alometrías dentro de las especies (estáticas) son menos profundas y más variables que en otros vertebrados. Estos patrones son coherentes con la idea de que las aves y los mamíferos han reducido las restricciones alométricas que están omnipresentes en los vertebrados con mandíbulas. La exploración adicional de alometrías ontogenéticas en taxones seleccionados de aves, peces y mamíferos revela que las aves y los mamíferos han extendido el período de crecimiento cerebral del feto en comparación con los peces. Con base en estos hallazgos, proponemos que la encefalización de mamíferos y aves ha estado supeditada a una mayor variabilidad en los patrones del crecimiento del cerebro

 Breakdown of brain–body allometry and the encephalization of birds and mammals,

Masahito Tsuboi y otros


martes, 14 de agosto de 2018

Pactos parasociales y cambios de socios

twins and twin towers thefromthetree

Foto: Twins & Twins Towers de @thefromthetree

Iribarren ha publicado en el último número de la Revista de Sociedades un trabajo sobre la “dinámica” de los pactos parasociales. Como advierte, “Los pactos parasociales no «circulan» con las acciones o participaciones ni se imponen a los nuevos socios, mientras sí lo hacen las reglas del contrato de sociedad”, de manera que esta falta de vinculación a los socios entrantes es hoy una de las más importantes diferencias entre los pactos parasociales y las cláusulas estatutarias (junto con los límites a la validez, más estrictos en el caso de las cláusulas estatutarias que en el de los pactos parasociales). Lo que se propone explorar el profesor de la Universidad de Oviedo es cuán relevante es esta diferencia en la “dinámica” de los pactos parasociales: ¿son realmente inoponibles a los socios entrantes en una sociedad cuyos socios están vinculados por un pacto parasocial?


Pactos parasociales entre socios que se suceden

Cuando alguien adquiere las participaciones o acciones de una sociedad derivativamente (de otro socio) y los socios de esa sociedad – incluyendo el socio vendedor – tenían un pacto parasocial que preveía la atribución de ventajas a la sociedad y a cargo de los socios, es frecuente que tal compraventa de participaciones incluya la obligación del vendedor – socio que “sale” – de realizar determinadas prestaciones a favor de la sociedad. Por ejemplo, realizar aportaciones a fondo perdido al patrimonio social, condonar créditos que ostenta el socio contra la sociedad, renunciar a compensaciones por trabajo desempeñado en beneficio de la sociedad…

Lo particular de los pactos parasociales de atribución es que sólo son parasociales si el obligado a realizar la prestación a favor de la sociedad es un socio. Si es un tercero, no es un contrato diferente de cualquier otro. Por eso, los casos más interesantes son aquellos en que el que se obliga en favor de la sociedad es un socio que deja de serlo porque vende su participación. ¿Qué ocurre cuando el socio vende su participación? Dice Iribarren que no es obvio que siga obligado a realizar la prestación a favor de la sociedad.

¿Por qué razón? Porque ese hecho incide en ocasiones sobre la causa de dichos pactos o, si es el caso, de los negocios que los engloban. Así, por ejemplo, si el carácter del pacto es oneroso, es decir, si el mismo produce sacrificios y ventajas para los firmantes y/o la sociedad, entonces importa si el socio que sale puede seguir aprovechándose de sus ventajas, pues en caso contrario es probable que la causa del negocio desaparezca… Si el pacto a favor de la sociedad se concierta a título gratuito, el firmante seguirá, por lo general… obligado aunque pierda la condición de socio

Es decir, que la venta de la participación determina la pérdida sobrevenida de la causa del pacto parasocial o, en función del contenido de las obligaciones asumidas, provoca la terminación del pacto parasocial con eficacia ex nunc.

Así, por ejemplo, si todos los socios se comprometen a proporcionar financiación adicional a la sociedad, no tendría sentido que quien deja de serlo siguiese obligado, pues ya no podrá aprovecharse de las prestaciones realizadas por sus consocios. Cuando se trate de pérdidas que los socios se hayan comprometido a compensar, el momento en que se hayan producido es, naturalmente, relevante. Si son anteriores a la salida del socio, la hipotética obligación de cubrirlas en proporción a la cuota de participación en la sociedad de cada uno de los socios conserva perfecto sentido. Se aprecia, además, perfectamente la reciprocidad de dicha obligación con el sacrificio de sus consocios, aunque permanezcan en la sociedad, pues las restantes pérdidas quedarán a cargo de los mismos

lunes, 13 de agosto de 2018

La evolución del Derecho alemán de sociedades anónimas en el siglo XX

olivetti frankfurt eiermann


Oficinas de Olivetti en Frankfurt


La ley de 1937

Es sabido que, bajo el nazismo, la regulación de la sociedad anónima sufrió cambios importantes en Alemania que se orientaron, básicamente, a reforzar el poder de los gestores y a terminar con la “democracia de los accionistas”, esto es, con la idea de que estos eran los “dueños de la empresa” y, por tanto, que la Junta de Accionistas fuera soberana. Hasta la ley de 1937, los accionistas podían dar instrucciones a los administradores y limitar los poderes de éstos a su absoluta discrecionalidad. Las ideas de Walther Rathenau – un judío liberal que fue ministro en el gobierno de la República de Weimar – que hoy calificaríamos de “institucionalistas” (los que administran una sociedad anónima, confundida con la gran empresa, deben actuar pensando en el interés de la Sociedad con mayúscula, esto es, en el bien común y no sólo en los intereses de los accionistas) fueron aprovechadas durante los años del nazismo para justificar una reforma del derecho de sociedades anónimas que reforzara los poderes de los gestores – Führerprinzip – concentrados en muy pocas personas – el Vorstand –, limitase los poderes de los accionistas y encargara incluso el nombramiento de los administradores a un consejo de supervisión o vigilancia al que se privaría de cualquier poder ejecutivo. Además, se prohibieron las acciones de voto múltiple y las privilegiadas.

La ley de 1937 alemana tiene una importancia que no puede minusvalorarse sobre todo, porque tras la creación de la República Federal Alemana, las reformas de la Aktiengesetz han conservado la estructura de gobierno corporativo establecida en dicha ley (aunque hayan eliminado, lógicamente, cualquier vestigio de ideología nazi en su contenido, como el sometimiento de la gestión a los intereses del “imperio” alemán o la integración de la sociedad anónima en la economía del país). Como dice Kunz:

“los pilares más importantes del moderno Derecho alemán de sociedades anónimas siguen apoyándose en la reforma de 1937”.

Los mismos juristas que trabajaron en la ley de 1937 siguieron involucrados en las tareas legislativas relacionadas con el Derecho de Sociedades en la posguerra (Schlegelberger y, sobre todo, Gessler) pero es que éstos, ya antes del ascenso del nazismo, estaban convencidos de la conveniencia de un sistema de gobierno de la sociedad anónima más próximo al norteamericano que, como es sabido, concentra el poder en manos de los administradores hasta el punto de que, según muchos mercantilistas – singularmente Bainbridge – los accionistas norteamericanos no son los verdaderos dueños de la empresa. Lo son los administradores (en la ley de 1937, los administradores seguían sin tener la competencia, que tienen en Delaware, de repartir dividendos y de aumentar el capital, pero sí que incluyó, la ley de 1937, la figura del “capital autorizado” que aumenta las facultades de los administradores para influir sobre el capital social). De manera que el Führerprinzip tiene de nazi sólo la semejanza formal con la centralización del poder del Estado en manos del líder político. Pero es que la idea de comparar el gobierno de una sociedad anónima con el gobierno de un Estado ha estado siempre, velis nolis, en el subconsciente de los estudiosos de la materia. O sea que – concluye Kuntz – no es cierto, como dijo Mertens, que las normas de gobierno corporativo en la ley de 1937 fueran producto de la ideología nazi (la ley de 1937 también suprimió la participación de los trabajadores en los órganos de gobierno, participación que se recuperó en la posguerra). Más bien fueron producto de la influencia anglosajona y de la propia experiencia previa durante la República de Weimar y la inestabilidad económica y se vistieron de ideología nazi, sobre todo, con la famosa declaración sobre que el objetivo de las sociedades anónimas debía ser el bienestar del pueblo y no maximizar el valor de la inversión de los accionistas. Fleischer tiene un breve trabajo sobre la evolución de esta cláusula sobre el “interés social” en la legislación de sociedades anónimas alemana. En todo caso, la asfixiante intervención de la economía alemana por parte de los gobiernos nazis no se produjo a través del Derecho de Sociedades sino a través de normas de política económica. Kuntz cuenta, por ejemplo, como se impidió prácticamente el reparto de dividendos más allá de ciertos niveles (obligando a destinar el exceso a comprar deuda pública) o como, más tarde, era el Estado el que dirigía las inversiones de las empresas, dirección coactiva que se dirigió, naturalmente, al rearme (y a la seguridad autárquica) de Alemania a partir de 1935.

Se pregunta el autor por qué los que elaboraron el proyecto de ley en 1937 no eliminaron el doble órgano de administración (sistema dualista), esto es, porque no adaptaron el Derecho alemán a lo que era más frecuente en el resto de Occidente: la existencia de un único órgano de administración (sistema monista). Hubiera sido lo lógico desde la perspectiva de concentrar poderes en el administrador ejecutivo, esto es, desde la perspectiva del Führerprinzip y era lo que sucedía en Inglaterra o en Estados Unidos. Se dieron dos razones. La primera era la desconfianza hacia la capacidad de los accionistas para elegir a los administradores:

“se pensaba que un grupo pequeño, con más información y conocimiento de la actividad de la corporación y de sus necesidades estaría en mejores condiciones que el <<pueblo>> accionarial para elegir a los ejecutivos. Además,… creían que el Derecho comparado evolucionaría en esa dirección, afirmando que incluso en los sistemas cuyas leyes no imponían la existencia de dos órganos, en la práctica las compañías los instauraban, formalmente o sólo materialmente”

(es decir, convirtiendo, como hoy es la regla, al consejo de administración de una sociedad cotizada en un órgano de supervisión y control de los administradores ejecutivos que, sin embargo, no forman parte de un órgano separado sino del propio consejo de administración).

Mucho interés tienen las causas y las consecuencias de

la participación de los trabajadores en los órganos de gobierno de las sociedades anónimas y limitadas en Alemania.

Kuntz narra cómo Adenauer se vio obligado a atribuir la mitad de los puestos de los consejos de supervisión a los trabajadores en el sector del acero y del carbón ante la amenaza de una huelga general en el momento en el que la industria alemana empezaba a recuperarse (1950-51) y cómo los propios empleadores habían ofrecido tal participación años antes como estrategia para evitar la nacionalización (que él gobierno británico acababa de ejecutar en su país con el carbón). La cogestión, sin embargo, nos dice el autor, tenía una larga tradición en Alemania que se remonta, por lo menos, a la primera guerra mundial y fue siempre el resultado de un pacto entre sindicatos y empresarios para evitar consecuencias revolucionarias sobre la Economía con una importante participación del Estado. Una vez reconocida en las empresas del carbón y del acero, su extensión al resto de las empresas – aunque en forma diluida – no fue difícil. La participación de los trabajadores se reforzaría con la llegada de los socialdemócratas a la cancillería en los años setenta y adoptaría la forma que tiene actualmente (extensión a todas las grandes empresas). El Tribunal Constitucional salvó la ley de 1976 (¡apoyándose en Rathenau!) como compatible con el derecho de propiedad y nadie habla hoy en Alemania de su derogación. Se ha discutido sobre su eficiencia pero “ningún otro país europeo ha adoptado un modelo similar” y, como hemos dicho, ha causado problemas a la armonización europea.

La reforma de 1965 tenía por objeto “desnazificar” la ley pero, más sustancialmente, favorecer el desarrollo de los mercados bursátiles (eliminando, por ej., las restricciones preexistentes al reparto de dividendos). Ejemplo de lo primero fue que se prohibió “nombrar a un miembro del Vorstand – del consejo de administración – como ejecutivo-jefe – como consejero-delegado – con poderes de decisión exclusivos y finales”. Se pretendía así dar muestras – más formales que sustanciales – del alejamiento de la nueva ley respecto del Führerprinzip. Pero los problemas más serios tenían que ver con la transparencia:

“la Aktiengesetz de 1937 permitía a los administradores constituir grandes reservas ocultas; los documentos contables que recogían los ingresos eran opacos y no fiables. Para dar un solo ejemplo, no mostraban detalles de los ingresos por ventas. Estos problemas eran tan graves que, a mediados de los años cincuenta, la bolsa de Nueva York se negó a aceptar la cotización en su mercado de acciones de empresas alemanas”

viernes, 10 de agosto de 2018

Canción del viernes y nuevas entradas en Almacén de Derecho. Sexual Healing, Remix

El deber de actuación independiente de los administradores en el mejor interés de la sociedad

  Por Jesús Alfaro Águila-Real                                                            Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro Mateo 6, 24-25  No stipulation is lawful by which (a...
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jueves, 9 de agosto de 2018

Enlaces del viernes: Unamuno, Rodrik, Heath, Gistau, Ezra Klein, Irán y la lucha contra la pobreza y el opio como mercancía

Malle bibliothèque, Louis Vuitton (1923)

Malle bibliothèque, Louis Vuitton (1923)


Unamuno y la Evolución

Unamuno cuando no le dieron un premio por su trabajo sobre el Poema del Mío Cid:

“bien se conoce que el pandero anda en manos de literatos, más o menos aficionados a la lingüística, pero literatos al cabo, que aún la lingüística reducen a materia de erudición y no a ciencia natural”

Sobre la evolución de la lengua:

… la evolución (de la lengua) exige la existencia de dos fuerzas motoras según Unamuno, la una, la etimológica “la ley general de la herencia”, la otra, la analógica, “la ley general de la adaptación… La etimología representa la tradición, es decir, la herencia, la analogía representa el progreso, es decir, la adaptación a las cuales se añade la evolución mental por ser la palabra forma del pensamiento así como la decadencia o desgaste fonético…  Por el principio de la analogía, que es el que hoy hace decir a nuestros niños, sabo o sé y al pueblo haiga, vaiga, por hay o vaya, asimilándolo a caiga y traiga…Estas formas divergentes luchan por su existencia dentro de la lengua y cuando no persisten dos más de ellas, merced a una diferenciación sinonímica, vence una y desaparecen las demás…. Las lenguas, como todos los demás organismos, no se funden al ponerse en contacto, sino que la una prevalece y la otra sucumbe. Lucharon unos con otros los dialectos, y circunstancias históricas trajeron la predominancia de unos sobre otros, predominancia sancionada al hacerse lenguas literarias escritas”,

citado por Evolucionismo y LIngüística en Unamuno,

José Mª Bernardo Paniagua/Pilar Serral Moltó, 1984





Cuando ya había mercados de capitales eficientes: la rentabilidad por dividendo de las compañías de indias como criterio de valoración

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Este cuadro refleja la cotización de la VOC (la compañía holandesa) y la EIC (la inglesa), las dos grandes compañías de indias y primeras sociedades anónimas de la historia durante el siglo XVIII. Para determinar la capitalización de ambas basta con multiplicar por el capital nominal, que permaneció inmutado durante todo el siglo XVIII prácticamente en unos 6 millones y medio de florines para la VOC y poco más de 3 millones de libras para la EIC. La rentabilidad de la VOC se calcula a lo largo de sus dos siglos de actividad entre un 18 y un 36% anual sobre el capital.

Los historiadores han discutido si la bolsa – de Amsterdam especialmente, mucho más profunda y antigua que la de Londres en esa época – era un mercado “informativamente eficiente” en el sentido que lo son los mercados bursátiles actuales, esto es, si el precio de cotización reflejaba toda la información pública disponible sobre los beneficios esperados de las compañías cotizadas. Si lo eran, tendrían que serlo en particular con estas dos compañías porque fueron las mayores de su época lo que unido a su longevidad y su carácter cuasi-público hace que sus acciones fueran suscritas por miles de inversores y circularan frecuentemente sirviendo, además, como garantía del pago de otras obligaciones.

Pues bien, parece que algunos consideraban que, aunque la bolsa de la época podía ser eficiente respecto de otros valores, respecto de la EIC, la cotización no reflejaba el valor, esto es, no indicaba los beneficios que estaba obteniendo la compañía. Y la razón, decían estos autores, era que la inversión en acciones de la EIC era muy especulativa y muy influida por la política india y por los que se apropiaban de buena parte de las mercancías y beneficios de la EIC (interlopers). Pero el autor nos dice que probablemente la cotización era eficiente. Y que, “los historiadores de ambas compañías se han quedado impresionados por las extraordinarias dificultades a las que se enfrentaría el que quisiera calcular los verdaderos beneficios de la EIC o de la VOC dado que tendrían que tener en cuenta el problema de las mercancías en tránsito y de medir el capital circulante empleado en el mundo del comercio asiáticos. Si los contemporáneos que compraban y vendían acciones de estas compañías – eran conscientes de estos problemas de valoración – y lo eran, porque esos eran <<los>> problema fundamentales del comercio a larga distancia en la época de las navegaciones – estarían mejor servidos si se limitasen a capitalizar los dividendos efectivamente pagados y a tener en cuenta las ganancias de capital de largo plazo”. El autor usa el método de valoración CAPM y lo aplica a las acciones de la EIC. Y este es el gráfico que “le sale” Para la EIC y para la VOC


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Como se ve hay una amplia correspondencia entre la cotización real y la que resultaría de aplicar el CAPM lo que indica que las bolsas de la época eran eficientes. Es más el autor encuentra explicaciones para las discrepancias entre ambas en las incertidumbres sobre acontecimientos que afectaban de modo importante a las compañías. Por ejemplo, dice que “como ocurre con el Bank of England y con la EIC, las desviaciones del valor de las acciones calculado según CAPM respecto de los precios de cotización de las acciones de la VOC parecen explicarse perfectamente por los cambios en las costricciones financieras que impuso a la compañía el gobierno holandés” a lo largo del siglo XVIII, exigiéndole, por ejemplo, que pagara un dividendo anual al Estado a cambio de alargar el título concesional sobre el comercio con Asia.

Añade el autor una observación que parece muy interesante: cuando la cotización de ambas compañías evoluciona de forma semejante, podemos estar más o menos seguros de que se estaba produciendo algún acontecimiento o modificándose el entorno del comercio europeo con Asia en general. Y cuando evolucionan de forma inversa (suben las acciones de la EIC y bajan las de la VOC) podemos deducir que están cambiando las posiciones competitivas de una y otra o que los cambios en las circunstancias (favorables o desfavorables) están afectando sólo a una de ellas.  El análisis que realiza del tipo de cambio entre la libra y el florín y cómo afectaba a la cotización de estas compañías es también interesante porque, como se ha dicho, las acciones de la EIC cotizaban en Ámsterdam.

Larry Neal, The Dutch and English East India companies compared:evidence from the stock andforeign exchange markets

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