¿Para qué sirven las bolsas? Así lo explica el columnista de Bloomberg (¿cuánto tardará en convertirse en un bloguero de Substack?): para que la oferta y la demanda del bien o derecho que se intercambia en un mercado “se encuentren”. Se reducen así los costes de realizar los intercambios de esos bienes o derechos. En otra ocasión lo explicaré en detalle. Ahora, lean cómo explica Levine las distintas formas de conectar oferta y demanda que tienen las Bolsas.
El problema básico del mercado de valores es que mucha gente quiere comprar acciones, y mucha gente quiere vender acciones, pero no al mismo tiempo. Es posible que desee comprar 1,000 acciones de Wells Fargo & Co., y es posible que desee vender 1,000 acciones de Wells Fargo dentro de cinco minutos. Nuestros deseos coinciden, pero no a tiempo, por lo que no podemos comerciar entre nosotros.
Dice Levine que hay tres formas de lidiar con este problema. Pero en realidad, son dos. La primera (anunciar que quieres vender y esperar a que aparezca un interesado en comprar) es la propia de cualquier mercado, no la específica de los mercados de valores (“no es así como funcionan los mercados bursátiles”). Así es como funciona Idealista o como funciona Amazon o como funciona el mercado de la plaza mayor. Los oferentes muestran sus mercancías y los demandantes “se pasan por ahí”.
Las dos formas – los dos tipos de mercados bursátiles – de organizar las bolsas son las siguientes:
1. Unos intermediarios, llamados en inglés “market makers” y en español “creadores de mercado” se ‘colocan’ entre vendedores y compradores asegurando a ambos que encontrarán a quién vender y a quién comprar respectivamente. Es decir, ponen un puesto en la bolsa y anuncian que comprarán cualquier acción a un precio determinado y que venderán cualquier acción a un precio determinado. Como esos kioscos que hay en los aeropuertos y que cambian divisas. Ya pueden suponer que el creador de mercado ofrece comprar a un precio inferior al que se ofrece a vender las acciones.
Pido comprar 1000 acciones, y algún creador de mercado electrónico me vende instantáneamente a $ 45.01 por acción; Cinco minutos más tarde, usted pone su orden para vender 1000 acciones, y el creador del mercado electrónico le compra instantáneamente a $ 44.99. Cada uno de nosotros ha pagado efectivamente un centavo por acción por la "inmediatez", el servicio que el creador de mercado proporcionó de permitirnos comerciar instantáneamente en lugar de esperar a encontrarnos. El creador de mercado no es, en cierto sentido, un verdadero inversor como usted y yo, y generalmente no tendrá una visión profundamente informada sobre el valor de las acciones: su trabajo es comprar y vender rápidamente, entregar la mercancía y recibir el diferencial entre los $ 45.01 que me cobra y los $ 44.99 que le paga.
2. La Bolsa de Madrid no funciona así. Así funciona el NASDAQ. La Bolsa de Madrid y la de Nueva York funciona de otra manera. Lo que hace es avisar a compradores y vendedores que “acudan” a realizar sus intercambios en un momento y lugar determinado. Es decir, conecta oferta y demanda directamente, sin intermediarios.
La bolsa de valores podría decir: "Oye, todos los que quieran comprar o vender acciones de Wells Fargo, vamos a hacer un gran intercambio de acciones a las 9:30 a.m. mañana. Envíe sus órdenes, y las emparejaremos y dejaremos que todos operen al mismo precio al mismo tiempo".
¿Cuál es mejor? Dice Levine que el primer método tiene un inconveniente: los creadores de mercado no están dispuestos a comprar cualquier cantidad de acciones o a vender cualquier cantidad de acciones a ese precio que anuncian, de manera que, aunque proporcionan liquidez, ésta es insuficiente para los que quieren comprar o vender un gran número de acciones. O sí, pero entonces el precio no será el anunciado. Si alguien quiere vender una gran cantidad de acciones (un inversor institucional – una compañía de seguros, una gestora de fondos de inversión –)
la acción bajará de precio estrepitosamente a medida que su operación se coma todas las ofertas de compra de los creadores de mercado… Luego, la acción se recuperará, porque su valor no ha cambiado realmente; Es solo que no había suficientes órdenes de compra en el libro para ejecutar esa operación tranquilamente. Esto a veces se llama un error de "dedo gordo", porque la única excusa para ello es que su dedo es demasiado grande para presionar el botón correcto.
Según cómo se tramitan las órdenes – “vender a lo que esté”, “vender a un precio determinado” – se realizan por la Bolsa “subastas”.
La subasta de apertura es particularmente interesante. Intuitivamente, el mercado de valores cierra a las 4 p.m. y abre a las 9:30 a.m. del día siguiente. Pero los hechos que afectan a la cotización suceden entre las cuatro y las 9: las noticias, las empresas anuncian beneficios y fusiones, los administradores de fondos y los comerciantes minoristas se quedan despiertos toda la noche leyendo informes de investigación y deciden comprar algunas acciones por la mañana. La mayoría de los días, la mayoría de las acciones abrirán a un precio que está bastante cerca del precio al que cerraron el día anterior. Pero a veces habrá grandes saltos: si las acciones de una empresa cierran a las 4 p.m. a $ 45 (es decir, el precio en la subasta de cierre es de $ 45), y luego anuncia ganancias buenas o malas a las 4:15, podría abrir a $ 50 o $ 40 a la mañana siguiente (es decir, el precio en la subasta de apertura será mucho más alto o más bajo).
La subasta de apertura es donde ocurre el descubrimiento de precios del día: todos los inversores "reales", administradores de fondos de pensiones y de inversión… han actualizado sus ‘opiniones’ sobre las acciones durante la noche, y luego se reúnen a las 9:30 en la subasta de apertura y calculan cuál es el precio de mercado.
La liquidez está garantizada por la subasta, puesto que vendedores y compradores saben que el precio que resulte de esa subasta será “un buen precio”, esto es, incorporará la información que tienen sobre la acción todos los participantes en el mercado (la información se ha hecho pública y es ‘conocimiento común’ durante la noche). De manera que, dice Levine, no se necesita a los market makers. Estos cumplen otra función. La de proporcionar liquidez a los pequeños inversores y ‘parasitan’ de los precios formados en esas subastas.
¿Qué pasa si no se ‘celebra’ la subasta inicial del día? Que los precios no informan del valor de las acciones.
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