Lo específico del seguro es la transferencia del riesgo a un tercero que está en mejores condiciones de dominarlo que el sujeto sometido al riesgo. Más exactamente, el asegurador se especializa en realizar tres funciones (Milgron/Roberts, Economía, gestión y organización de empresas, Madrid 1995). La primera de ellas deriva del hecho de que el asegurador es el que está en mejores condiciones para determinar cuál es el valor cierto de un riesgo. Dicho cálculo se denomina cálculo actuarial (especialización administrativa) y permite a los aseguradores determinar qué volumen de siniestros (incendios, p. ej.) se verificarán. Al acumularse riesgos independientes estadísticamente entre sí, (v., infra) es posible para la compañía de seguro predecir el valor de cada uno de ellos. El cálculo de siniestros puede preverse de forma bastante científica de forma que aunque se afirme que el seguro es un contrato individualmente aleatorio (en el sentido de que no hay equivalencia de las contraprestaciones porque el asegurado puede haber pagado mucho y no recibir nada porque no se produzca nunca el siniestro o, viceversa, el asegurado puede haber pagado muy poco y producirse el siniestro y cobrar mucho), no lo es desde el punto de vista de la compañía de seguros que dispone de las experiencias pasadas que proporcionan información acerca de la frecuencia y la intensidad de los siniestros. Estos datos permiten calcular la prima estándar o promedio que se concretará, en el contrato concreto, en una prima que se separará de la promedio en función de las circunstancias subjetivas y objetivas del interés asegurado en el contrato concreto. Lo que exige que la compañía de seguros esté diversificada. Así, cuando el siniestro afecta a una región entera (un terremoto, por ejemplo), una compañía de seguros local no puede ser aseguradora por la sencilla razón de que los asegurados sabrían que, si se produce el terremoto, la compañía recibirá tal volumen de reclamaciones de indemnización que caerá en quiebra. El problema se resuelve con el reaseguro y, en el caso español de forma particular, a través del consorcio de compensación de seguros.
En segundo lugar, el asegurador es el que está en mejores condiciones de diversificar el riesgo (la variabilidad de los daños por incendio) de forma similar al papel que desempeñan los accionistas de una sociedad anónima abierta en relación con los administradores (especialización financiera). La razón se encuentra en que la transferencia del riesgo al asegurador, permite que el riesgo se comparta con otra multitud de personas (todos los demás asegurados) y es "uno de los hechos fundamentales para el análisis económico del riesgo (que)
Recuérdese el famoso caso de Sally Clarkcuando muchas personas se enfrentan a riesgos estadísticamente independientes, pueden reducir enormemente el coste de soportarlos si los comparten entre ellas.
In 1999 Sally Clark was convicted of murdering her two babies on the evidence of a pathologist who claimed that the chances of two babies dying of cot death as Ms Clark claimed were vanishingly small. His statement was an example of correlation neglect; it might have been true if the chance of one baby suffering cot death were independent of the chance of his brother dying. But if there are common environmental risks of cot death, then the chances are correlated, so the chances of two deaths are much higher than the pathologist claimed. Ms Clark was eventually released on appeal
Dos riesgos son estadísticamente independientes cuando el conocimiento del valor efectivo de uno de ellos no da ninguna información sobre el valor que podría alcanzar el otro. Por ejemplo, el riesgo de que A sufra un accidente de tráfico es independiente estadísticamente del riesgo de que otro ciudadano B lo sufra. La reducción de los costes proviene de la diversificación: "compartiendo los riesgos eficientemente, el grupo tiene menor aversión al riesgo que la gente que lo compone (porque la prima de riesgo total es la misma que la que resultaría si la totalidad del riesgo fuera soportada por una sola persona cuya tolerancia al riesgo fuera la suma de las tolerancias al riesgo de los miembros individuales del grupo) y, entonces, se reducen los costes de soportar el riesgo" Milgron/Roberts, 251. El que es neutral al riesgo no soporta ningún coste por aceptarlos.
En definitiva, gracias al mecanismo del seguro, un bien (un mal, en este caso, es decir, un bien con un valor negativo) pasa de allí donde tiene menor valor (donde “cuesta más” soportarlo) que es en la cabeza del asegurado (averso al riesgo) a donde tiene más valor (donde cuesta menos soportarlo) que es la compañía de seguros, para la que tiene menos coste soportarlo, precisamente, porque ella puede diversificarlo mientras que el asegurado, no. Nada diferente a lo que sucede con el intercambio de cualquier otro activo, con la diferencia que en el caso de los seguros, lo que se transfieren son activos que tienen un valor negativo y, por tanto, que cuando se transfieren no dan derecho al que los enajena a recibir una cantidad de dinero, sino que le obligan a pagar una cantidad de dinero a cambio de que el “adquirente” del riesgo lo asuma.
Ahora bien, como recuerda Heath, y a pesar de lo que hemos dicho al comienzo de la entrada, el seguro no es un mecanismo de transferencia de riesgos, es un mecanismo de colectivización del riesgo. Los riesgos siguen pesando sobre la "cabeza" del conjunto de asegurados, no se transfieren a un tercero que no esté sometido al riesgo. De ahí que el resultado - cobertura del riesgo - se logre a través de muy diversos instrumentos contractuales. Como veremos cuando analicemos las formas de organización del seguro, la forma más antigua de cubrir los riesgos de un grupo humano es la de formar una sociedad y, específicamente, cuando el tamaño de una Sociedad humana es enorme, mediante agrupaciones de individuos en sociedades mutuas de seguro. Que las compañías de seguro sean sociedades anónimas y que se articule la relación entre el asegurado y la compañía a través de un contrato de seguro no cambia la base económica: sigue siendo "mutualista" en el sentido de que la cobertura - más barata - del riesgo se logra mediante la mutualización o colectivización de los siniestros. La única diferencia entre una mutua y una sociedad anónima de seguros es la remuneración de los "gestores". En el primer caso, los gestores son "empleados" de los mutualistas que reciben una remuneración por su trabajo y en el segundo, la "remuneración" es el beneficio que obtiene la sociedad anónima que se reparte por ésta entre los inversores. Esta distinción está detrás de la diferencia entre un swap y un contrato de seguro. En el swap se transfiere el riesgo de impago, de inflación o de subida de los tipos de interés o de caída en la cotización de una divisa a alguien que es más optimista/pesimista al respecto (diferente grado de aversión al riesgo) o que tiene más información o posibilidad de diversificar el riesgo que "compra". En el seguro, el asegurador es el conjunto de los sometidos al mismo riesgo. El seguro es siempre eficiente porque el coste individual de soportar un riesgo es inferior si el riesgo se colectiviza. Los swap son eficientes o no en función de que el que adquiere el riesgo esté en mejores condiciones de soportarlo (tanto en términos de costes individuales como en términos de costes sociales - la transferencia del riesgo puede provocar su acumulación sobre personas que, si quiebran, generan pérdidas sociales mucho más elevadas, como sucede, por ejemplo, cuando es un banco el que adquiere los riesgos).
De lo anterior se deduce que para que podamos hablar de seguro es necesario que el número de riesgos de naturaleza análoga sea tan amplio como para hacer posible la previsión de la cantidad de daños que le puede tocar satisfacer al asegurador. Por ello el seguro se basa en la ley de los grandes números y en la homogeneidad de riesgos y primas.
Ahora bien, como recuerda Heath, y a pesar de lo que hemos dicho al comienzo de la entrada, el seguro no es un mecanismo de transferencia de riesgos, es un mecanismo de colectivización del riesgo. Los riesgos siguen pesando sobre la "cabeza" del conjunto de asegurados, no se transfieren a un tercero que no esté sometido al riesgo. De ahí que el resultado - cobertura del riesgo - se logre a través de muy diversos instrumentos contractuales. Como veremos cuando analicemos las formas de organización del seguro, la forma más antigua de cubrir los riesgos de un grupo humano es la de formar una sociedad y, específicamente, cuando el tamaño de una Sociedad humana es enorme, mediante agrupaciones de individuos en sociedades mutuas de seguro. Que las compañías de seguro sean sociedades anónimas y que se articule la relación entre el asegurado y la compañía a través de un contrato de seguro no cambia la base económica: sigue siendo "mutualista" en el sentido de que la cobertura - más barata - del riesgo se logra mediante la mutualización o colectivización de los siniestros. La única diferencia entre una mutua y una sociedad anónima de seguros es la remuneración de los "gestores". En el primer caso, los gestores son "empleados" de los mutualistas que reciben una remuneración por su trabajo y en el segundo, la "remuneración" es el beneficio que obtiene la sociedad anónima que se reparte por ésta entre los inversores. Esta distinción está detrás de la diferencia entre un swap y un contrato de seguro. En el swap se transfiere el riesgo de impago, de inflación o de subida de los tipos de interés o de caída en la cotización de una divisa a alguien que es más optimista/pesimista al respecto (diferente grado de aversión al riesgo) o que tiene más información o posibilidad de diversificar el riesgo que "compra". En el seguro, el asegurador es el conjunto de los sometidos al mismo riesgo. El seguro es siempre eficiente porque el coste individual de soportar un riesgo es inferior si el riesgo se colectiviza. Los swap son eficientes o no en función de que el que adquiere el riesgo esté en mejores condiciones de soportarlo (tanto en términos de costes individuales como en términos de costes sociales - la transferencia del riesgo puede provocar su acumulación sobre personas que, si quiebran, generan pérdidas sociales mucho más elevadas, como sucede, por ejemplo, cuando es un banco el que adquiere los riesgos).
De lo anterior se deduce que para que podamos hablar de seguro es necesario que el número de riesgos de naturaleza análoga sea tan amplio como para hacer posible la previsión de la cantidad de daños que le puede tocar satisfacer al asegurador. Por ello el seguro se basa en la ley de los grandes números y en la homogeneidad de riesgos y primas.
Heath explica bien lo primero:
lo que le importa a la gente no es la probabilidad de que se produzca un siniestro, sino la frecuencia con la que el siniestro se le producirá a él. Sabemos que si se lanza una moneda al aire, hay un 50 % de posibilidades de que salga "cara" pero sabemos también que lanzando diez veces la moneda al aire, es muy improbable que salga cinco veces cara y cinco veces cruz. Por tanto, nos preocupa no sólo la media, sino también la varianza en los resultados, es decir, la desviación de los resultados individuales respecto de la media y la frecuencia con la que tal desviación se produce. Sin embargo, se sabe también que si lanzamos la moneda un número suficientemente elevado de veces, la frecuencia tenderá a converger con la probabilidad (esto es la ley de los grandes números), es decir, que si aumentamos el número de veces que realizamos el experimento (que nos sometemos al riesgo, que lanzamos la moneda al aire), lograremos lo que se llama la estabilidad estadística, es decir, la reducción de la varianza en la distribución de los resultados. Este incremento de la estabilidad es el mecanismo central a través del cual el seguro mejora el bienestar para el conjunto de los asegurados.Por último, el asegurador no es el que está en mejores condiciones para prevenir el riesgo. El que estará en mejores condiciones de hacerlo es el sometido al riesgo, de ahí que el principal problema en la ejecución de los contratos de seguro sea garantizar que el asegurado adopta las medidas de prevención eficientes. Sin embargo, el asegurador puede incentivar adecuadamente al asegurado para que tome tales medidas. Tales incentivos los proporciona el asegurador a través de un aumento o una disminución de la prima o a través del aumento o disminución de la cobertura proporcionada (infraseguro, seguro pleno). De esta forma, el asegurador pleno es también el que puede prevenir el riesgo de incendio de forma más eficiente puesto que se ha especializado técnicamente en determinar las causas más frecuente del siniestro y los sistemas que reducen su frecuencia y las pérdidas subsiguientes (especialización técnica). A través de la prima y la cuota de cobertura pueden incentivar correctamente a los asegurados a que realicen las inversiones en prevención y reducción de pérdidas subsiguientes que sean eficientes en el sentido antes indicado.
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