En esta noticia del New Scientist se cuenta que la información que se cuelga en los paneles de las carreteras sobre el número de muertos en accidente de tráfico y la comparación con los del año anterior no solo no reduce el número de accidentes sino que lo aumenta:
Los investigadores compararon el número de accidentes en los dos años anteriores a la introducción de los paneles informativos con cinco años de datos mientras los paneles informaban del número de muertos. Descubrieron que mostrar un mensaje sobre el índice de fatalidad aumentó el número de accidentes en los 10 kilómetros de carretera tras la señal en un 4,5 por ciento. Sus hallazgos sugieren que los mensajes de fatalidad causaron 2600 accidentes adicionales y 16 muertes por año en todo Texas.
Dice Hall que… un número mayor es más impactante. En Texas, los números de muertes en el estado se ponen a cero cada año en febrero y el equipo vio una gran caída en los accidentes en febrero en comparación con enero.
Hall dice que su equipo ha escrito a todos los Estados que producen tales mensajes de advertencia y les ha pedido que colaboren en más investigaciones, pero han recibido poca respuesta positiva. "Si vas a hacer una campaña de seguridad, no es tan difícil decir: 'oye, escojamos al azar cinco semanas de los próximos seis meses en las que la información aparezca en los paneles y analicemos la evolución de los accidentes'. Pero no lo han hecho, porque hay una presunción de que dar información no puede causar daño".
Esto del final es lo más interesante. Las autoridades públicas siguen creyendo que hay ‘comidas gratis’. Que, por ejemplo, obligar a la gente a llevar mascarilla es una comida gratis porque ‘no te hace ningún mal’ y evita muchos contagios.
Lo peor de estas presunciones es que lleva a las autoridades a prescindir de la evaluación de la eficacia de las medidas. Como no hacen ningún daño, basta con que exista una leve posibilidad de que tengan algún efecto positivo para que las autoridades acepten imponer la medida a la población. Pero claro, esta conclusión – muy intuitiva para la Psicología humana – nos hace ciegos: como no creemos que puedan producir daño alguno, no buscamos tales daños y como el beneficio parece ‘obvio’ tampoco nos molestamos en cuantificarlo.
Exactamente lo que hizo el gobierno en febrero de 2020: como no creía que hubiera contagios en España, no los buscó y cuando los efectos de los contagios salieron masivamente a la luz, era demasiado tarde.
Ahora, como el gobierno no cree que llevar mascarillas genere daño alguno, las ha mantenido hasta mucho más tarde que otros países más civilizados y cuyas políticas públicas están mejor informadas científica y ¡jurídicamente! El resultado es, naturalmente, enormes pérdidas de bienestar económico y moral por los dos lados: porque la medida puede no producir los beneficios que se presumen y puede producir daños de mucha mayor envergadura de los que se cree.
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