sábado, 24 de octubre de 2015

Origen evolutivo de la capacidad moral


“La capacidad moral de los seres humanos es una exaptación, no una adaptación”

El comportamiento moral – comienza Ayala – (aquí la presentación oral) se refiere a las acciones de una persona que tienen en cuenta, con simpatía, el impacto que dichas acciones tienen sobre otros. La capacidad moral – que no los códigos morales concretos – es resultado de la selección natural y tiene una base genética. Sin embargo, “el sentido moral no viene promovido por la selección natural directamente, sino que es una consecuencia necesaria de los poderes intelectuales que la selección natural – estos sí – promueve directamente”. Del mismo modo que tenemos capacidad para el lenguaje, pero cada grupo humano habla una lengua distinta, tenemos capacidad para la moralidad aunque los juicios morales sean “locales”.


¿Qué rasgos seleccionados naturalmente de nuestro intelecto han sido “exaptados” para la capacidad moral?


1. La capacidad para anticipar los efectos de nuestras acciones sobre otros individuos y
2. juzgar si esos efectos son buenos o malos (lo que es bueno o malo viene condicionado culturalmente) y
3. la capacidad de elegir cursos de acciones alternativos (hacer A o B)

La primera es la más importante y determinada genéticamente. Y tiene su origen en que somos animales bípedos, lo que nos dejó libres las extremidades superiores para manipular objetos y, por tanto, utilizarlos para hacer cosas con ellos. Comprobando los resultados de esas acciones con los objetos, podíamos anticipar los efectos de nuestros acciones o, en términos abstractos, conectar medios y fines y entender que un medio sirve para lograr un fin. En definitiva, anticipar el futuro y formarnos imágenes mentales de realidades "no presentes o que carecen - todavía - de existencia".

Construir herramientas implica un cerebro capaz de  conectar medios y fines "que un cuchillo sirve para cortar, una flecha para cazar o la piel de un animal para protegerse del frío" y, en la medida en que esa conexión aumentaba la capacidad de supervivencia, la evolución seleccionó la inteligencia para captarla lo que debió conducir a una mayor capacidad para efectuar estas conexiones (entre medios y fines cada vez menos intuitivamente conectados). De modo que
"la capacidad para anticipar el futuro, esencial para la capacidad para desarrollar una conducta moral, está estrechamente relacionada con la capacidad para fabricar herramientas"
Pues bien, podemos decir - dice Ayala - que la capacidad moral es una exaptación porque supone "cooptar" una capacidad desarrollada para unos fines - que favorecen la supervivencia y reproducción de la especia - y utilizarla para otras funciones. Ayala pone como ejemplo de una exaptación las plumas que parecen haber evolucionado para conservar la temperatura corporal pero fueron "cooptadas" en el caso de las aves para volar.

Del mismo modo, la selección natural condujo a un incremento de nuestra capacidad intelectiva (que aumentaba nuestra capacidad de supervivencia y de reproducción) y esa mayor capacidad fue "cooptada" para convertirnos en seres morales. Una vez que los seres humanos tienen capacidad moral, si la capacidad moral favorece la supervivencia de aquellos grupos cuyos miembros son "más morales" que otros, será también seleccionada genéticamente. Ayala insiste en que su hipótesis es distinta de la de la evolución cultura o coevolución entre genes y cultura. En su concepción "el sentido moral evolucionó como una exaptación asociada a una elevada inteligencia" y se pudo convertir en una adaptación porque favorecía las conductas beneficiosas". Si la capacidad moral fuera resultado de la coevolución genética-cultural, no habría tantas diferencias en los códigos morales de los distintos grupos o poblaciones humanas.

La capacidad moral, fundada en la capacidad para "leer la mente" de otros y entender el impacto sobre los demás de nuestras acciones y ponernos en el lugar de los otros - empatía - es producto de nuestra inteligencia. Una vez que tenemos conciencia moral, "los seres humanos pueden elegir (porque pueden elegir cursos de acción distintos) comportarse altruistamente o no.

La selección grupal


Ayala critica a los que sostienen que la evolución se produciría no sólo a nivel genético e individual sino también a nivel de grupo. Su crítica es diferente a la de Pinker. Según Ayala,

"las mutaciones que favorecen la conducta egoísta (de los individuos dentro de un grupo) respecto de la conducta altruista será favorecida por la selección natural (aunque los grupos en los que predominen los altruistas puedan florecer en mayor medida que los grupos en los que predominen los gorrones) porque la conducta altruista implica un coste. El individuo altruista, del mismo modo que el resto de la población se beneficia de la conducta del altruista. El egoísta también, pero el egoísta no incurre en el coste de la conducta altruista, de modo que la conducta egoísta será favorecida por la selección natural en el seno de una población y ésta eliminará las conductas altruistas determinadas genéticamente".
Pero añade:
es cierto que si en una población preponderan los alelos altruistas, esa población sobrevivirá y se expandirá más que las poblaciones en las que predominen los alelos egoístas, eso significaría que hay selección de grupo. Pero típicamente, hay más organismos individuales que poblaciones: y los individuos nacen, se reproducen y mueren a un ritmo mucho más elevado que las poblaciones, de manera que el ritmo de multiplicación de los individuos egoístas en relación con los altruistas en una población dada es, razonablemente, mucho más alto que el ritmo al que las poblaciones altruistas pueden multiplicarse en relación con las poblaciones predominantemente egoístas.
Ahora bien, dado que los humanos pueden entender los beneficios de la conducta altruista (al beneficiar al grupo, beneficia indirectamente a los miembros del grupo) pueden modificar su conducta - recordemos que podemos elegir el curso de acción que queremos adoptar - y desarrollar comportamientos altruistas y construir instituciones - castigo prosocial - que repriman los comportamientos egoístas. Como las tres condiciones expuestas más arriba no se dan en los demás animales, no puede hablarse de conducta moral en los animales. El altruismo biológico que observamos en los animales es producto de la selección por parentesco (favorecer a los que tienen los mismos genes que tú), el altruismo humano es producto de la moralidad.

¿Cuándo se cruzó el umbral en la evolución humana que nos permitió prever el futuro, las consecuencias de nuestros actos y la capacidad para elegir el curso de acción correspondiente en función de la deseabilidad de los resultados? Ayala dice que debió de existir un momento en que se produjo.

Los códigos morales


Los códigos morales "no pueden sobrevivir durante mucho tiempo si contradicen las exigencias biológicas". De manera que es lógico pensar que los comportamientos morales que favorecen la supervivencia de la especie - como cuidar de los niños pequeños - se extenderán. ¿Y los contrarios o los indiferentes? A través de la evolución cultural que - dice muy gráficamente - es Lamarckiana y no mendeliana en el sentido de que los rasgos adquiridos se transmiten a la siguiente generación y no se transmiten biológicamente, sino socialmente.

 Francisco J. Ayala, The difference of being human: Morality

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