“Los homínidos evolucionaron para especializarse en el nicho cognitivo, que se define por la capacidad para razonar sobre la estructura causal del mundo; cooperar con otros individuos y compartir el conocimiento y negociar los acuerdos por medio del lenguaje”
¿Cómo adquirió el ser humano su capacidad para la Ciencia, las matemáticas, la filosofía o el Derecho? se pregunta Pinker en este trabajo. No es posible que la evolución – producida en cientos de miles de años en los que los humanos éramos cazadores-recolectores – nos haya proporcionado las capacidades científicas si éstas no mejoraban nuestra supervivencia y reproducción.
La explicación que propone es la siguiente: el ser humano sobrevivió “y dominó la tierra” gracias a que pudo manipular el entorno físico a través del razonamiento causal y de la cooperación social. Además, las capacidades desarrolladas evolutivamente para manipular el entorno físico pudieron ser “cooptadas” (otra exaptación) para permitir el pensamiento abstracto.
Como los humanos “desarrollaron instrumentos para comerse a otros organismos (que es lo que hacen todos los animales) a una escala temporal muy breve, esos organismos no podían defenderse porque sus defensas se creaban a un ritmo temporal muchísimo más lento (el de la evolución)”, las capacidades cognitivas de los seres humanos les proporcionaban una ventaja enorme en su “enfrentamiento” con los demás seres vivos que le servían de comida y, por tanto, garantizaban su supervivencia. Se explica así que los humanos provocaran extinciones de muchas especies que les servían de alimento cuando entraban en un ecosistema.
¿Qué habilidades exclusivamente humanas pudieron ser “cooptadas” para que el ser humano pudiera dedicarse a la Ciencia?
Pinker propone tres (muy en la línea de lo que hemos contado de Ayala): la fabricación de herramientas, la cooperación con otros humanos que no son parientes nuestros y el lenguaje (que proporciona enormes ventajas en la transmisión de información, entre ellas, porque cualquier hecho nuevo puede comunicarse).
Estas tres capacidades facilitaron extraordinariamente la supervivencia y reproducción de los seres humanos. Piénsese sólo que la caza – principal fuente de proteinas – era mucho más exitosa cuando se hacía en grupo entre unos individuos que podían comunicarse a través del lenguaje y que podían enseñar lo aprendido a los más jóvenes. Pinker explica que Kaplan ha demostrado que, entre los cazadores recolectores, una infancia tan larga como la del ser humano no compensaría si no viviéramos muchos años. Porque los hombres no producen (cazando) tantas calorías como las que consumen hasta los 18 años, es decir, que hasta los 18 años, tienen que ser alimentados, en parte, con el producto de lo cazado por los adultos. La producción crece entre los 18 y 32, cuando alcanza su máximo y se mantiene en esa meseta entre los 32 y los 45. A partir de esa edad, la producción disminuye hasta los 65: “lo que demuestra que cazar es una habilidad que exige adquirir conocimientos – invertir en aprendizaje – durante una larguísima infancia, pero son conocimientos y habilidades que generan rendimientos durante una vida muy larga”. Si la vida no fuera tan larga, no merecería la pena “estudiar” para ser un buen cazador durante tanto tiempo. Esas habilidades cognitivas (y esa larga vida) permitieron igualmente a los humanos ocupar toda la tierra y sobrevivir en el Ártico o en una selva. Además de la capacidad de manipular objetos – imprescindible para fabricar herramientas – una dieta oportunista ayudó a la selección de cerebros más grandes y mayor inteligencia:
“la carne no es sólo una fuente concentrada de nutrientes para un cerebro hambriento, sino que pudo haber sido seleccionada evolutivamente para permitir una mayor inteligencia porque hay que ser más listo para capturar un animal que para recoger frutas u hojas”.
¿Compensaba un cerebro tan grande? Los costes son enormes en términos de alimentación y riesgos de supervivencia (partos de niños cabezones). Pero los beneficios de la inteligencia debieron ser tales que “compensaba” a la selección natural invertir en más inteligencia.
Y la vida social tuvo que facilitar la selección de la capacidad de aprender. Y es probable que la mejora de una de esas tres habilidades reforzara mejoras en las otras: más cooperación, mejor lenguaje, mejor lenguaje, más cooperación, y ambas, mejores herramientas para dominar el entorno y extraer más proteinas… La información es un bien sobre cuyo consumo no hay rivalidad. Si el hablante comunica una información valiosa al oyente, tras el intercambio, ambos disfrutan de la información. Y este tipo de “bienes” (saber hacer algo) fomentan la cooperación en el seno de los grupos porque “confieren un gran beneficio a otros a un coste muy bajo para el que lo proporciona, permitiendo así la cooperación a través del altruismo recíproco, porque ambas parte pueden aprovecharse del intercambio en el largo plazo”. Es más, es probable que la selección natural haya favorecido que comunicar esa información valiosa no sea ni siquiera costosa para el que la transmite premiando a nuestro cerebro cuando enseñamos algo a alguien (no sé quien dijo que los niños son helpful, informative and curious). O sea “la capacidad para compartir saber-hacer a través del lenguaje tuvo que ser un acelerador muy potente en la evolución de la cooperación porque proporciona a los humanos el incentivo y la forma de cooperar”. A su vez, el lenguaje depende de la pre-existencia de la cooperación: no se comparte información con un adversario.
“la Ciencia y la Tecnología, organizaciones como las sociedades anónimas, las universidades, los ejércitos y los Estados; los medios de comunicación y telecomunicación son, respectivamente, producto del ejercicio de la cognición, la socialidad y el lenguaje a gran escala e, individual y conjuntamente permiten obtener resultados que serían imposibles sin ellos. La teoría del nicho cognitivo simplemente extrapola tales ventajas hacia atras en el tiempo y en escala"
La Ciencia moderna no es intuitiva. Por eso no la hemos tenido hasta muy recientemente. Ni lo es la cooperación a gran escala como la que disfrutamos hoy donde cientos de millones de personas conviven en un territorio pacíficamente e intercambian y trabajan en grupo a escalas realmente inimaginables hace solo trescientos años. “Pero algunos humanos fueron capaces de inventar los diferentes componentes del conocimiento moderno y todos son capaces de aprenderlo”. Y los humanos fueron capaces de inventarlo, sugiere Pinker, porque podíamos inducir y deducir, abstraer proposiciones de escenarios concretos, es decir, razonar lógicamente y en abstracto a partir de escenarios en un espacio-tiempo determinado. Por ejemplo, extraer la categoría de “adquisición de la propiedad” del hecho de que el objeto X pase físicamente de manos de V a manos de C:
La importancia de la analogía.“el valor de una variable (que es su posición en el espacio) y la causación de un cambio (pensamiento causalista) son los elementos básicos del pensamiento científico… Lo que sugiere que una mente que desarrolló mecanismos cognitivos para razonar sobre el espacio y las fuerzas (son fuerzas físicas o de otro tipo las que causan los cambios a nuestro alrededor); una memoria analógica que nos impulsa a aplicar conceptos concretos a abstractos manteniendo la estructura lógica y mecanismos que combinan productivamente todo ello en estructuras de datos jerárquicamente complejas” nos proporcionaría todo lo que necesitamos para la Ciencia moderna.
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