El programa de El Intermedio ha dedicado un sketch al desastre de sketch de Dani Mateo limpiándose los mocos en la bandera nacional. Parece que se trata de una petición de disculpas. No lo es. En sus propias palabras es un “pronunciamiento” (“Wyoming y Dani Mateo se pronuncian tras la polémica por su 'sketch': "Nuestra intención no era ofender")
Y es que, como disculpas no valen gran cosa. En general, la gente no sabe pedir disculpas. Pedir disculpas es difícil. Pero quizá lo que ocurre más a menudo es que la gente que se disculpa no quiere ser disculpada porque, en el fondo, no cree que deba pedirlas. Recuerden su infancia cuando sus padres les obligaban a pedir perdón a otro niño o niña. Sólo se deben pedir disculpas cuando se considera, tras la debida introspección, que se ha hecho algo mal y que se ha hecho daño a otros. Si no se experimenta una emoción parecida a la culpa y la vergüenza; si no se considera que se ha causado un daño injusto a nadie, no deben pedirse disculpas. Si, por el contrario, se experimenta tal emoción y se reconoce que se ha causado un daño injusto a alguien, la petición de disculpas debe considerarse obligatoria y sincera y el dañante tiene derecho a ser disculpado con la misma sinceridad: disculpas aceptadas.
Pues bien, el “pronunciamiento” del Intermedio no merece ser aceptado como disculpas por los que consideraron ofensivo el sketch de la bandera. Wyoming y Mateo no quieren pedirlas. No creen que hayan hecho nada que no debieran. “Solo hacemos humor”. No tenían intención de ofender.
De manera que, para templar gaitas, han recurrido al socorrido “pedimos disculpas a la gente que se haya sentido ofendida”. Les ha faltado añadir <<¡No entendemos cómo puede haber un español que se sienta ofendido porque un humorista simula que tiene un resfriado y utiliza la bandera nacional para limpiarse los mocos! ¡Es tan obvio que es un chiste!>> Aunque sea evidente para cualquiera que un sketch semejante ofende a todos los españoles que se emocionan con los símbolos de su país.
Wyoming y Mateo se representaron y aceptaron en su fuero interno que el sketch sería recibido como una ofensa por los que estiman los símbolos nacionales. Pero lo aceptaron porque, al tiempo que habían de contar con que muchos se ofenderían, contaban con que muchos otros aplaudirían su capacidad transgresora y su antifranquismo militante. Al “pronunciarse” en estos términos Wyoming y Mateos se nos revelan como mercaderes que anteponen el lucro al honor. No piden disculpas porque no quieren perder a su propia clientela al disculparse. No quieren perder como espectadores a los que en España aplauden cada vez que alguien hace befa y mofa del Rey, la bandera o la Guardia Civil. O sea, los que viven en el antifranquismo. Por eso Wyoming, Mateos y LA SEXTA se pueden guardar sus disculpas. Son una estratagema para no perder más anunciantes sin molestar, a la vez, a su acrisolada clientela a la que el chiste, en el fondo, les hizo gracia como expresión del humor transgresor y antifranquista cuya práctica se ha convertido en seña de identidad de Wyoming y LA SEXTA en general. De manera que los que se sintieron ofendidos deberían proseguir, con más energía si cabe, la campaña de boicot del programa.
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