Civitatem salvam sine matrimoniorum frequentia non posse
El Estado no puede sobrevivir sin el matrimonio
Aulius Gelius
A great social achievement of the early Middle Ages was the imposition of the same rules of sexual and domestic conduct on both rich and poor,
David Herlihy
Cuando se examinan las causas de la violencia doméstica, no se hace suficiente referencia a los niveles de testosterona en los varones y cómo suben y bajan a lo largo de la vida de los varones y en función de – básicamente – cómo perciban que se está desarrollando la competencia por estatus social y por encontrar pareja en el entorno de ese varón. Eso es lo que dice Henrich, por lo menos. De especial interés es lo que dice en el penúltimo párrafo de los reproducidos aquí. Lo es porque la cuestión, obviamente, no está en contraer o no “santo matrimonio” sino en tener parejas estables que reducen los niveles de testosterona en los varones una vez que la logran. Cuanto más fácil sea para cualquier varón encontrar novia, más pacífica será la sociedad. Y, quizá, el terrorismo islámico se explica más sencillamente recurriendo a la testosterona de millones de jóvenes varones en países donde persiste la poligamia y donde son “condenados” a permanecer solteros porque los varones de mayor estatus social acaparan a las mujeres (que, racionalmente, prefieren ser segunda o tercera esposa de un hombre rico y poderoso que la primera de un muerto de hambre) lo que hace que los niveles de testosterona de esos jóvenes de estatus bajo no bajen en ningún momento.
Pero Henrich va más allá. A partir de los niveles de testosterona y los efectos de la poligamia en una sociedad, afirma que la monogamia no es “natural” ni “normal” en la especie humana pero que su imposición transforma de modo fundamental la sociedad. Lo natural, en una especie social como la humana es la poligamia pero la imposición cultural de la monogamia en una sociedad – como ocurrió en occidente gracias al «programa familiar y matrimonial» de la Iglesia Católica en la Edad Media – puede proporcionar a ese grupo social ventajas competitivas frente a otros con los que esté en competencia. ¿Por qué? Todo tiene que ver con los niveles y la función de la testosterona pero lo más fascinante es cómo saber que dispondrás de una mujer y que podrás tener hijos modifica la psicología de los varones y les hace más dispuestos a jugar juegos de suma positiva y a ver las relaciones sociales en menor medida como juegos de suma cero. Recuérdese: el progreso y el enriquecimiento social depende de cuántos juegos de suma positiva se jueguen en una Sociedad.
La testosterona puede influir, y a veces influye, en la respuesta de los hombres a los desafíos, en el gusto por la venganza, en la confianza en los demás, en la capacidad de trabajar en equipo y en la asunción de riesgos financieros. Sin embargo, es crucial no simplificar demasiado los efectos de esta hormona, que necesariamente opera a través de complejas interacciones biológicas que involucran otras hormonas y sustancias químicas cerebrales. Además, hay que tener en cuenta que el efecto de la testosterona no consiste en asumir riesgos, comportarse con impaciencia, actuar con agresividad o desconfiar de las personas per se. Lo que la testosterona provoca es intensificar la preparación de las conductas más efectivas para ascender en la escala social que viene determinada por el estatus – cursus honorum -. Es perfectamente plausible que la alta testosterona pueda llevar a los individuos… a emprender negocios que impliquen invertir con extraños o cooperar en un equipo si esa es la vía más prometedora hacia un estatus social más elevado. Pueden asumir el riesgo de ser estafados o explotados porque no hay rutas menos peligrosas para subir la montaña del estatus social. A nivel social, los problemas surgen cuando el camino más viable, o el único, hacia un estatus más elevado (y el apareamiento) exige mentir, engañar, robar y matar.
Esto es lógico porque si son las mujeres las que eligen, la forma más segura de ser elegido es ocupar las posiciones más elevadas en los aspectos que las mujeres valoran como promesa de inversión en el cuidado de los hijos (riqueza, ser buen cazador, inteligencia…). La conducta más o menos agresiva de los hombres depende de cuán feroz o débil sea la competencia por las mujeres en el grupo social del que forman parte
Muchos experimentos psicológicos sugieren que los hombres vigilan la intensidad de la competencia masculina en parte observando la proporción de hombres que compiten con las mujeres disponibles en el entorno local y recalibrando su paciencia, la asunción de riesgos y otros aspectos de su psicología de manera adaptable y previsible. Por ejemplo, en una tarea de decisión de descuento por retraso... los hombres que fueron inducidos experimentalmente a pensar que el entorno local era más competitivo sexualmente - con más hombres que mujeres - se mostraron más dispuestos a aceptar los beneficios inmediatos pero menores que los beneficios retrasados pero mayores. Este y otros experimentos similares sugieren que los hombres que perciben una mayor competencia masculina - el exceso de hombres - a menudo se vuelven menos pacientes y más arriesgados... En conjunto… el matrimonio monógamo, al cambiar la psicología de los hombres en formas clave (niveles de testosterona), debería reducir los índices de criminalidad
... casarse reduce a la mitad las posibilidades de que un hombre cometa un delito, tanto delitos contra la propiedad tales como robo, hurto…, como delitos violentos. En todos los crímenes, el matrimonio reduce la tasa en un 35%. Y si los varones se casaban “bien” la propensión a cometer un delito se reducía aún más (en un experimento que hizo un seguimiento de un grupo de hombres desde los 17 años hasta su jubilación)... estamos comparando individuos con ellos mismos durante diferentes períodos de sus vidas, así que nada en la persona misma explica estos efectos"
Una preocupación es que los efectos de las diferentes etapas de la vida podrían explicar los resultados. Tal vez los jóvenes exuberantes cometen delitos pero luego se hacen mayores, se apaciguan y se casan - así que el matrimonio podría causar la disminución de la delincuencia, pero sólo porque coincide con la fase de la vida en la que los hombres se asientan y “tranquilizan”. No es así. Muchos de (los) jóvenes (en el experimento que se siguieron durante toda su vida) se casaron y divorciaron múltiples veces a lo largo de sus vidas, y algunos enviudaron. Sorprendentemente, no sólo aumentaba la probabilidad de que un hombre cometiera un delito después de un divorcio - cuando volvió a ser soltero - sino que también aumentaba después de que su esposa falleciera. Muchos otros estudios apoyan la opinión de que casarse en una sociedad monógama reduce la probabilidad de que un hombre cometa delitos y abuse del alcohol o las drogas….
(En China, y como consecuencia de la política de un único hijo, la ratio hombres/mujeres se alteró profundamente y)… conforme el exceso de niños se transformó en exceso de hombres en relación con el número de mujeres, las tasas de detenciones casi se duplicaron así como la del número de delitos… en cada provincia china, aproximadamente 18 años después de que la política de un solo hijo fuera implementada en esa provincia y el grupo de varones en exceso alcanzó la madurez…
Hombres con niveles más bajos de testosterona juegan menos juegos de suma cero
Al suprimir la competencia entre hombres y al alterar la estructura familiar, el matrimonio monógamo se burla de la psicología de los hombres de manera que tiende a reducir la delincuencia, la violencia y el pensamiento de suma cero, a la vez que promueve una confianza más amplia, inversiones a largo plazo y una acumulación económica constante. En lugar de perseguir comportamientos impulsivos o arriesgados destinados a catapultarse a sí mismos en la escala social, los hombres de bajo estatus en las sociedades monógamas tienen la oportunidad de casarse, tener hijos e invertir en el futuro. Los hombres de alto estatus pueden y seguirán compitiendo por el estatus, pero la moneda de esa competencia ya no puede implicar la acumulación de esposas o concubinas. En un mundo monógamo, la competencia de suma cero es relativamente menos importante. Así que hay un mayor margen para formar organizaciones y equipos voluntarios que luego compitan a nivel de grupo
Especialmente llamativa es la última frase. La interpreto en el sentido de que como los hombres no competían con otros hombres tan ferozmente por las mujeres, trasladaban la competencia hacia otros ámbitos en los que poder obtener el mayor estatus social que no podían obtener acumulando mujeres: el comercial, el literario, el científico o el deportivo.
Es una técnica que se usa frecuentemente por el Derecho y que los Economistas han estudiado en el ámbito de la regulación. Cuando los participantes en un mercado no pueden competir en precio porque el precio está fijado por el poder público, trasladan la competencia – la lucha por atraer a los clientes – a otros aspectos del producto que resulten atractivos para los clientes, o sea, si no pueden competir en precio, compiten en calidad. El caso más estudiado es el de la liberalización de los precios de los billetes aéreos. Hasta entonces, el servicio que recibían los –pocos- que podían permitirse viajar en avión era de gran calidad. porque, dado que los precios de los billetes eran iguales para todas las líneas aéreas, los clientes se decidían por una u otra en función de la calidad.
Lo que está sugiriendo Henrich es que una sociedad monógama libera energías de sus miembros para competir – participando en los mercados, esto es, cooperando – en otros ámbitos de las relaciones sociales, es decir, pasar de competir en el mercado “matrimonial” a hacerlo en los mercados de productos y servicios. Y la intensificación de la competencia en esos otros mercados debió generar, necesariamente, la proliferación de empresas, esto es, de “equipos” voluntarios y organizaciones en los términos de Henrich dedicados a la producción o distribución de bienes y servicios en esos mercados. Con un efecto añadido extraordinariamente importante: también las mujeres podían participar en ese ámbito de la cooperación humana mientras que, obviamente, estaban fuera de la lucha competitiva por las mujeres.
Concluye Henrich señalando – con la cita de Herlihy que he puesto al principio de la entrada – que los efectos igualatorios del matrimonio monógamo formaron las bases para el futuro desarrollo de la democracia en Europa.
"Sea rey o campesino, cada hombre sólo puede tener una esposa. Por supuesto, los reyes europeos hicieron todo lo posible para evitar esta regla. Sin embargo, se vieron cada vez más limitados en formas que ningún emperador chino respetable, rey africano o jefe polinesio podría haber imaginado. La monogamia eclesiástica también significaba que los hombres y mujeres de edades similares solían casarse como adultos, por consentimiento mutuo, y potencialmente sin la bendición de sus padres. Por supuesto, la mayor paridad de los roles de género modernos estaba muy lejos en la Alta Edad Media, pero el matrimonio monógamo había empezado a cerrar la brecha
Esta mentalidad más igualitaria y democrática – respeto a la voluntad de los individuos – concluye Henrich, debió afectar a la formación de organizaciones voluntarias y a su gobierno. Individuos criados en familias monogámicas cuyos padres se habían casado voluntariamente y sin ningún superior jerárquico – porque se trataba de familias nucleares – deberían desarrollar “intuiciones” acerca de cómo debían organizarse las ciudades, los monasterios o los consulados y gremios que agrupaban a comerciantes y artesanos y, en definitiva, cómo debería organizarse política y jurídicamente la Sociedad en su conjunto.
Joe Henrich, The Weirdest People in the World, 2020, pp 281-283
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