Un sistema educativo descentralizado tiene una ventaja indudable: en principio, facilita la experimentación y la innovación y hace posible la extensión de las buenas ideas vía imitación. Ahora que en España se habla de la necesidad de reformar el sistema educativo para cambiar el "modelo económico" la distribución de competencias debería tenerse en cuenta.
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El reparto de competencias hace que la descentralización no sea total (el Estado se reserva buena parte de la regulación de lo que los niños tienen que aprender) pero lo peor es que la descentralización no se ha traducido en libertad para cada escuela de experimentar y tratar de mejorar el servicio que dan en competencia con otras escuelas (permitiendo a los padres elegir la que prefieran). Simplemente se ha sustituido la uniformidad nacional por la uniformidad regional con unos funcionarios al frente que, en las regiones con elevado sentimiento nacionalista, constituye un control férreo. Además, solo tienen incentivos para gastar más y reclamar al Estado que cubra el mayor gasto como hemos visto que ha ocurrido en los recientes acuerdos sobre financiación autonómica.
.La reforma de la educación - incluida la universitaria - debería ir dirigida a dejar que cada escuela, cada universidad haga lo que le parezca y compita por atraer estudiantes. El Estado de las autonomías no ha traído, en esta materia, los efectos beneficiosos de la descentralización. Simplemente, se ha sustituido una burocracia más lejana y menos "forofa" por otra más próxima y con más entusiasmo por regularlo todo.
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