martes, 8 de abril de 2025

Citas: poetas periodistas, Ackman, Thiel, Conde-Pumpido, Fritz Schulz, vacunas, tecnofobia, conformidad social, fascistas nacionalistas, ministros mentirosos

¡Que no hablan catalán por molestar! Es que es una lengua oprimida por España

L’ajuntament no organitza. Organitzem les entitats de la comarca. La cultura és una eina per donar veu als oprimits! I si, com a opressor que és, Puta Espanya! 

Ranking ministerial de mentirosos. Hoy asciende Isabel Rodríguez. Todo lo que dice en este hilo es mentira.


Fascistas nacionalistas vascos 

Incluso el presidente de Kutxabank, Antón Arriola, se ha atrevido a tocar el mayor tabú: la educación. La lengua vasca, dice, es un factor «limitante muy importante» para atraer talento: «Si viene un polaco y va estar aquí cinco años, igual no le cuadra que sus hijos estudien en euskera». Bien. La siguiente pregunta es: ¿y a un andaluz?  

Promover que los niños se arriesguen más


"No creo que esto fuera previsible. Supuse que la racionalidad económica prevalecería. Ese fue mi error". Bill Ackman, sobre Trump

Thiel debería explicar que se equivocó al creer que Trump se dejaría 'nombrar' un equipo de gente competente y profesional, como en el primer mandato. Esta vez, Trump ha nombrado, como Sánchez, un equipo de superobedientes, pelotas que no saben hacer la o con un canuto.

El terrible estado de la Sociedad española y su comatosa opinión pública nos ponen en manos de los políticos

El conformismo de la opinión pública española respecto de las bárbaras medidas adoptadas por los macho-alfa Sánchez-Iglesias. Según cuenta Miyar, la población española aprobó estas medidas, completamente irracionales y que perjudicaban especialmente a los más pobres y a los niños, con una unanimidad espantosa:
Ese amplio respaldo a las restricciones se vio reafirmado cuando, a mediados de abril, se planteó la posibilidad de permitir salidas a niños pequeños. Cuando, durante los últimos días del mes, se aprobó que los menores de 14 años pudieran salir una hora diaria, los niños habían pasado seis semanas sin pisar la calle. Durante los días anteriores, solo el 53% de los encuestados en la quinta ola de la encuesta rechazaban esa medida. El recelo era también amplio ante la posible autorización para hacer deporte o pasear, incluso en solitario. La sexta ola de la encuesta, ya al inicio de la desescalada, mostró que el temor (46%) superaba a la alegría (33%) como sentimiento predominante. Esto se materializaba en comportamientos cautelosos: muchos salían menos de lo permitido y solo un tercio planeaba viajar en verano... Ante la reaparición de contagios en agosto, la confianza social, tan sólida en lo peor del confinamiento, se quebró: el 39% de los encuestados veía en «el mal comportamiento de la sociedad» la causa de que España hubiera sido en agosto el país europeo con más contagios de coronavirus por habitante; solo el 19% señaló a los políticos y un 35% repartió la responsabilidad entre ambos. El temor al virus seguía muy presente, con diferencias notables entre jóvenes y mayores, en un clima de tensión pública por el auge de los botellones...

Lo que cuenta Miyar a continuación debería llevar a reflexionar a cualquier jurista decente. Miyar explica por qué la pena de muerte recibe tan elevado apoyo popular: aunque sea ineficiente, aunque no reduzca los delitos, aunque sea disparatada como medida de política criminal, el pueblo la apoya porque su existencia y su aplicación actúan como señales de que el peligro social es elevado y que se está haciendo algo para enfrentar tal peligro que está a la altura de éste.

 En ausencia de un debate informado y sosegado, la dureza de las regulaciones funcionó como una fuerte señal de lo que debía ser. Esto explica dos resultados de aquella encuesta tras el verano. Por una parte, seis de cada diez personas se mostraron favorables a un nuevo confinamiento si había otra ola de contagios en otoño, pese a las escasas evidencias sobre su eficacia. Por otra parte, la obligatoriedad de la mascarilla al aire libre –medida que ningún país occidental había impuesto de forma generalizada– generó, como puso de relieve la encuesta, la percepción errónea (y absurda) de que era más importante llevarla en exteriores que en interiores, donde el riesgo de contagio era en realidad mayor... 

Carolina Darias fue la ministra que impuso, irracionalmente, la mascarilla en exteriores a finales de 2021. Cuando dejó el Ministerio, en 2023 se presentó a alcaldesa de Las Palmas y fue elegida. Sus paisanos decidieron, así, 'autoperdonarse'. Darias fue 'una de las nuestras': si estuvimos en la plaza en la que se quemó a la bruja, ¿cómo vamos a renegar del verdugo que se limitó a seguir nuestras instrucciones? ¿Una sociedad madura? No. Una sociedad acojonada y manipulada por políticos de quinta. Recuérdese que en febrero-marzo de 2020, a cualquiera que advirtiera del peligro de una pandemia se le acusaba de meter miedo a la población innecesariamente. Y luego, cuando estallaron  los contagios, de ser capitán américa. Y finalmente, cuando se pretendió levantar las absurdas medidas citadas, de insolidario. Pero el 'papelón' de Núñez Feijoo fue igualmente populista y deleznable. Todavía recuerdo el mal rato en un hotel de La Coruña al verme incapaz de mostrar al recepcionista mi certificado de vacunación. Galicia impuso las medidas más atroces y prohibió, como el indecente Puig, a los madrileños viajar a Galicia. No he oído a Núñez Feijoo pedir perdón por esos errores. Lo que hemos vivido recientemente con el documental contra Ayuso difundido por la televisión pública demuestra que, en la discusión, han ganado los ignorantes, los asustaviejas y los que van a hacer de la sociedad española una sociedad menos ilustrada y más pobre. 

Añade Miyar

Las opiniones recogidas en todas estas encuestas se dieron en el contexto de una discusión pública insuficiente y sin espacio para el debate informado y racional ni para puntos de vista críticos, desestimados como antisociales o insolidarios, incluso cuando provenían de voces expertas en epidemiología o virología. Nuestra atemorizada ciudadanía asumió con facilidad mensajes simples, como los que ligaban el aumento de los contagios al comportamiento inadecuado de la población, sin apenas reclamar que las medidas respondieran a evidencias sólidas o fueran evaluadas con un mínimo rigor.

Pero lo más terrible, nos dice Miyar, es que el próximo presidente del gobierno al que le toque gestionar una pandemia tendrá los incentivos para comportarse, no como Ayuso, sino como Sánchez. 

Esas constataciones apenas han tenido consecuencias en España. No se han reclamado ni responsabilidades ni rendición de cuentas. Durante los meses más duros de la pandemia, el miedo contribuyó a un amplio consenso social en torno a restricciones severas, muchas de ellas sin base sólida. Ese respaldo permitió aplicar medidas excepcionales sin apenas debate ni exigencias. En lo sucesivo deberíamos tener presente que las emergencias son el escenario perfecto para el abuso de poder y los excesos de autoridad, y que no pocos de nuestros dirigentes tienen ahora constancia firme de que en esas situaciones estamos dispuestos a aceptar esos excesos. Incluso con entusiasmo.

Pero no hay remedio. No nos pasa por ser españoles. Nos pasa porque somos humanos (Marian L. Tupy)

¿Por qué tanta gente favorece reflexivamente las soluciones sociales (impuestos al carbono, regulaciones, cambios en el estilo de vida) mientras desconfiamos de que vendrán avances tecnológicos que resolverán el problema? La respuesta está en nuestro pasado evolutivo y en la forma en que nuestras mentes han sido moldeadas para resolver problemas. Como ha señalado el psicólogo William von Hippel, los seres humanos evolucionaron para preferir las soluciones sociales a las tecnológicas. Ese legado cognitivo continúa influyendo... y a menudo nos lleva a descartar las propias innovaciones que podrían proporcionarnos soluciones escalables y duraderas... Durante la mayor parte de nuestra historia, la supervivencia humana dependió menos del ingenio tecnológico y más de la cooperación y la cohesión social. Nuestros antepasados... resolvían los problemas a través de alianzas, negociaciones y reglamentaciones colectivas. La escasez de alimentos, por ejemplo, no se abordó mediante el desarrollo de técnicas agrícolas avanzadas —que llegaron mucho más tarde—, sino mediante el racionamiento de los recursos, la redistribución de la riqueza dentro de la tribu y el refuerzo de las normas contra el acaparamiento...  
A lo largo de generaciones, los seres humanos se sintonizaron con las soluciones sociales como la forma principal de navegar por las crisis. Evolucionamos para buscar el consenso, hacer cumplir las normas y recompensar la conformidad, rasgos que ayudaron a los grupos pequeños a funcionar de manera eficiente en un entorno impredecible. Como resultado, cuando nos enfrentamos a los desafíos modernos, instintivamente optamos por la regulación social en lugar de la adaptación tecnológica.  
... este sesgo se manifiesta en la forma en que hablamos, por ejemplo, del cambio climático. El discurso dominante no hace hincapié en la fusión nuclear, la captura de carbono o la geoingeniería, a pesar de su potencial para reducir drásticamente las emisiones. En cambio, escuchamos apelaciones a que las personas consuman menos, vuelen menos, conduzcan menos, coman de manera diferente, como si la mejor manera de abordar un problema global fuera a través del sacrificio personal. Este no es un enfoque económico racional; es un reflejo cognitivo profundamente arraigado. 

Este argumento podría ampliarse: no sólo somos aversos a utilizar las innovaciones tecnológicas para resolver  problemas sociales. También lo somos a usar la coordinación espontánea entre humanos que proporciona el mercado. Y la razón es la misma: los mercados son una forma de coordinación social muy reciente en la historia humana, de manera que nuestra psicología no acepta fácilmente los beneficios de la 'mano invisible' y, como se recordaba el otro día, entender los beneficios del libre comercio internacional requiere de cierta inteligencia. La prueba de ayer: la subida del SMI ha destruido 150.000 empleos.  Subir el SMI es la forma 'social' de resolver el problema de la pobreza de los trabajadores. La solución 'tecnológica' - tecnología económica es la de dejar actuar 

Recibir una vacuna contra el herpes zóster reduce el riesgo posterior de demencia


Nazis contra romanistas

Las Facultades de Derecho no permanecieron ajenas, pues vieron desaparecer de la noche a la mañana a bastantes de sus profesores más insignes. El destino de la gran mayoría fueron las Universidades de Estados Unidos y Gran Bretaña... El impacto en lo profesional fue muy duro para los profesores y juristas, ya que se encontraron con sistemas jurídicos forjados en una tradición que nada tenía que ver con la suya. Sin embargo, esta misma dificultad les proporcionó una perspectiva única que hoy resulta especialmente interesante en un momento en el que las relaciones entre la tradición del «Common Law» y la tradición jurídica continental cobran importancia creciente... 

El Derecho romano tuvo particulares méritos para estar en el punto de mira nazi. El propio Hitler se había encargado de desacreditarlo al recoger en el punto del Programa del Partido, ya en 1920, la necesidad de sustituir el Derecho romano por un Derecho alemán común para toda Alemania... es indudable que la limitada comprensión de su contenido, unida a la falsa creencia generalizada de que el Derecho de Justiniano estaba corrompido por influencia judía, motivaron el desprecio por la disciplina y una caída en picado de sus estudios. El resultado final fue la reducción de la materia, la supresión del examen final y, en definitiva, que los alumnos mostraran muy poco interés por seguir las clases de Derecho romano... hasta qué punto los estudios de Derecho romano iban a ser afectados por la llegada al poder del partido nazi. De los treinta y dos profesores que aparecen en el «autorretrato» final (publicado en L. Breunung, Romanistik in der Weimarer Republik. Das «Selbstbild» einer Disziplin), trece están marcados con la «Y» («Jüdischer Herkunft»), y nada menos que siete ocupan los primeros puestos por número de citas en las revistas jurídicas más importantes. Estos trece son, según el orden propuesto: Otto Lenel, Ernst Levy, Ernst Rabel, Fritz Schulz, Otto Gradenwitz, Franz Haymann, Fritz Pringsheim, Adolf Berger, Egon A. Weiß, Rafael Taubenschlag, Andreas B. Schwarz, Friedrich Ebrard y Hermann Ulrich Kantorowicz. Todos ellos expulsados de sus cátedras, salvo Lenel y Gradenwitz, ya jubilados y fallecidos en 1935. Además, Hans Lewald, Leopold Wenger y Robert v. Mayr, eximidos de sus deberes académicos por motivos políticos. Y, por último, fuera del cuadro por el escaso número de citas, aunque igualmente expulsados: Eberhard Bruck, Martin David, Arnold Ehrhardt y Gerhart Husserl...  

 El refugio del intelectual en el estudio y el uso de la palabra como arma hicieron que Schulz utilizara el material de las últimas lecciones que explicó durante el verano de 1933 para elaborar su famoso Prinzipien des römischen Rechts... Friedrich Alexander Mann señaló en sus memorias que «Schulz’s last achievement in Germany had been a course of lectures on Principles of Roman law, which in truth and substance was nothing but a veiled attack on Nazi despotism and lawlessness »... en su contexto histórico constituía una declaración de principios contra los intentos de acabar con los estudios de Derecho romano; y algunos de sus capítulos, referidos a las virtudes romanas de la libertad, humanidad, fidelidad o seguridad, resultarían escandalosos para cualquier sistema totalitario.... Los Prinzipien fueron traducidos al inglés dos años más tarde y su publicación abrió el camino a Schulz para hallar refugio en Inglaterra.

Servir a las pasiones del populacho o a sus intereses


 Doctrina del Supremo sobre los préstamos cuyo tipo de interés viene determinado por un derivado (accesorio)


El Constitucional lo puede todo, ¡menos mal que está el TEDH y el TJUE!

“Si se continúa desarrollando la praxis del examen judicial de la constitucionalidad de las leyes, eso va a conducir al tratamiento del aspecto constitucional de todas las cuestiones jurídicas” (Carl Schmitt, 1928). Y a que todos los abogados sean constitucionalistas. 

Conde-Pumpido carece de la prudencia que exige el cargo de Presidente del Tribunal Constitucional por lo que debería dimitir.

Es probable que Conde-Pumpido, como le pasó con la metedura de pata de la inefable Balaguer cuando prejuzgó, haya metido él mismo la pata irremisiblemente al pedir al TSJ de Madrid y a la AP de Sevilla que le proporcionen las providencias sobre sus respectivas cuestiones prejudiciales. 

Es la tercera vez. Recuérdese que, ha no poco, participó en la admisión a trámite del recurso de amparo de Dolores Delgado cuando debería haberse abstenido dada la íntima amistad que le une a la fiscal. Conde-Pumpido es un imprudente, por decirlo suavemente. Un imprudente no puede ser presidente del Tribunal Constitucional. 

Como explica Isaac Ibáñez en esta columna de LA LEY, 

Se subraya a la Comisión que debe tenerse muy en cuenta que, en infracción del artículo 267 del TFUE (LA LEY 6/1957), de la normativa complementaria y de la jurisprudencia del TJUE, ya se ha producido un acto jurisdiccional (1) , cual es el requerimiento realizado por el presidente del Tribunal Constitucional a la Audiencia Provincial de Sevilla para que le remita la providencia por la que se inician los trámites de la posible cuestión prejudicial que se pretende plantear, lo cual supone una injerencia inadmisible en la potestad del órgano jurisdiccional nacional para el planteamiento de cuestiones prejudiciales.

¿Cuándo se extinguirá la especie del que escribe columnas periodísticas como si fueran poesías? 

El problema de los columnistas que, de profesión, son poetas, es que olvidan las reglas aplicables al discurso de "no ficción". O sea, las de evitar falacias y contradicciones lógicas. Porque escriben poesía y, es sabido, la poesía no está sometida a las reglas de la lógica. Dice la columnista

A diferencia del hambre, la sed, el sueño o la mayoría de deseos concretos, la avaricia no tiene descanso en la satisfacción momentánea 

La falacia consiste e comparar una sensación o deseo momentáneos con una 'pasión'. Necesariamente los primeros se sacian (gracias a eso se han hecho millonarios los de Novo Nordisk) pero las pasiones, no. Las pasiones sólo pueden calmarse o embridarse.

Quizá porque el dinero no es un bien sino la posibilidad teórica de acceder a todos los bienes 

La poetisa cree que el dinero empleado en acceder a un bien concreto no se gasta y puede emplearse sucesivamente para acceder a cualquier otro bien. Está usando el término 'dinero' en dos sentidos distintos sin percatarse.

... la ganzúa de todas las cerraduras, el descanso de las zozobras, la quimera de un porvenir sin miedos. Su brillo hace girar la peonza del deseo: por alcanzar la riqueza, hay quien sería capaz de pasar por el ojo de una aguja.

Ahora, obsérvese bien, vuelve a referirse a la condición de rico, pero lo expresa de forma contradictoria: si el rico lo puede todo ¿por qué no podría comprarse también la aguja, el camello y evitarse el trago de pasar por su ojo?  

Aunque depositar nuestro futuro en manos de los más ávidos es un caso de craso error, nos sigue fascinando el poder sin pudor.

¿Y no lo es si depositamos nuestro futuro en manos de cualesquiera otros, por ejemplo, en manos de los poetas o de Pepa Bueno o de Pedro Sánchez? Depositar nuestro futuro en manos ajenas es siempre un craso error. Lo del 'poder sin pudor' es 'in-comentable' 

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