lunes, 29 de agosto de 2016

El coreógrafo y los equilibrios correlacionados

Las reglas sociales (cómo comportarse en cada circunstancia) pueden verse como el producto de una “voluntad” individual o colectiva. Mientras que en el caso de las reglas jurídicas, resulta – tiene que resultar – transparente el origen de la regla social (quién ha establecido la regla), en el caso de las reglas sociales, no se puede disociar la regla y su autor. Las reglas sociales son mecanismos de coordinación en un grupo y logran equilibrios deseables: todos están interesados en seguir la regla en la medida en que los demás lo hagan. Si todos seguimos la regla, estaremos mejor que si no la seguimos. Piénsese en conducir por la derecha. ¿Quién implantó esa regla? Los autores lo llaman un “coreógrafo” en lugar de un “dictador” porque – afirman – “las reglas sociales no se cumplen cuando no se consideran legítimas” y “se crean y modifican a través de la acción colectiva, de modo que el propio coreógrafo puede verse como producto de la voluntad de la sociedad” y no como un lider que impone sus reglas a la colectividad.

La consecuencia es que es mucho más fácil para un grupo ponerse de acuerdo y cooperar cumpliendo todos una regla que mejora los resultados que obtiene el grupo que lo que los requisitos de un equilibrio de Nash exigen. Es decir, hay menos dilemas del prisionero. el “equilibrio de Schelling” (foco) es un ejemplo de equilibrio correlacionado.

Si dos amigos deciden quedar a comer pero no han dicho dónde ni a qué hora, hay un infinito número de equilibrios de Nash para esa situación, uno por cada momento y por cada lugar posible y las posibilidades de que los dos amigos lleguen a un equilibrio de Nash son ínfimas. Supongamos sin embargo que el coreógrafo es la convención social – la regla social – que afirma que la hora de comer, a falta de pacto, es las dos de la tarde y que el lugar por defecto para hacerlo es el más frecuentado de la ciudad. En tal caso, si los dos amigos conocen la regla social y coinciden en que un lugar determinado es el más frecuentado de la ciudad, sólo hay un equilibrio correlacionado y este equilibrio será socialmente eficiente”.

Los individuos tienen “una predisposición a actuar de conformidad con la forma social”, esto es, una preferencia por un comportamiento prosocial (porque, como siempre, el resultado preferible desde el punto de vista egoista es que los demás cumplan la norma y no cumplirla uno mismo si el cumplimiento tiene un coste). Hay “razones evolutivas para creer que los seres humanos han evolucionado esa preferencia prosocial a través de la coevolución de los genes y la cultura”

 

Herbert Gintis and Dirk Helbing, Homo Socialis: An Analytical Core for Sociological TheoryReview of Behavioral Economics, 2015, 2: 1–59

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