lunes, 29 de agosto de 2016

Tweet largo: Por qué Branco Milanovic no tiene razón sobre la comercialización de las relaciones personales

Lean su post (que es una recensión a un trabajo no publicado de Roemer que “suena” muy bien) y la entrada en la que Diane Coyle le hace notar que las relaciones de mercado (“comoditizadas”) pueden ser muy beneficiosas para – diríamos – el “libre desarrollo de la personalidad” de los individuos y, por tanto, para el florecimiento de la vida humana.

En síntesis, a Milanovic, como a Polanyi, le preocupa la creciente comercialización de las relaciones humanas. Lo que era producido en grupo y a través de lazos de parentesco, amistad y cooperación altruista, ahora es objeto de intercambio en mercados anónimos. Desde un trayecto en coche (Uber) hasta la comida (que ya no se hace en las casas y por la madre por amor a sus hijos sino que se adquiere incluso sin contacto humano en el intercambio y que se consume, no en la mesa familiar, sino cada miembro de la familia por su cuenta) pasando por el alojamiento (AirBnb). Las relaciones humanas devienen así, cada vez más, relaciones entre extraños, impersonales. Seremos más ricos, concluye Milanovic, pero al coste de ver reducido el placer o lo que sea que obtenemos de las relaciones personales.

Milanovic se equivoca, creo yo, porque entiende las relaciones humanas como un juego en el que el tipo y el número de interacciones posibles estarían limitadas. Si ya no se come en familia, los miembros de una familia sacrifican “calidad” de su relación con otros miembros de la familia en el altar de la eficiencia en el consumo de proteínas. Ya no intercambiamos chascarrillos con el tendero de la esquina porque el que está en la tienda es cada vez alguien distinto o, simplemente, interactuamos con un ordenador. (Respecto a la atención a los hijos – tutoring – Milanovic debería recordar que es uno de los primeros “servicios” que se comercializaron, esto es, que los padres – ricos – “externalizaron” contratatando tutores para sus hijos y que la única forma de que todos, incluyendo los niños pobres, tengan acceso a estos servicios pasa porque el mercado los produzca e intercambie en masa)

Pero las formas y el contenido de las relaciones humanas son infinitas o, por lo menos, de número indeterminado. Porque muchas relaciones se habrán comercializado y convertido en intercambios anónimos a precios fijados por el mercado, los que participan en los intercambios – cada uno de nosotros – tenemos más tiempo y recursos para enriquecer nuestras relaciones sociales, esas que no vienen determinadas por transacciones de intercambio en los mercados. No tener que confiar en el tendero no significa que me vuelva más desconfiado con mis amigos, mis familiares o los miembros de mi congregación o mis conciudadanos. Al contrario, confiar es costoso, mercados y contratos “autoejecutables” permiten ahorrar en confianza e invertir lo ahorrado en crear lazos de confianza en las relaciones personales.

Parafraseando a Adam Smith, que no tengamos que confiar en la bonhomía del carnicero (y en perder nuestro tiempo con él para <<que nos trate bien>>) para tener el filete sobre la mesa es una bendición absoluta porque nos permite compartir el filete con quien nos dé la gana y no con quien nos diga el carnicero. El mercado nos garantiza que sus productos vienen sin “string attached”, sin condiciones. Gracias a que AirBnb nos permite “pagar” por la casa en el Albaicín, podremos ir a Granada con nuestros amigos o familiares y mejorar nuestra experiencia de vida en familia y no tener que adaptarnos a las manías del anfitrión que nos ha invitado a su casa. Se habrá comoditizado el alojamiento, pero la experiencia personal – el viaje a Granada con mis amigos será más gratificante personalmente. Gracias a que no tenemos que pedir a nadie que nos haga favores para conseguir lo que necesitamos (porque los mercados se vuelven ubicuos), podemos pedir favores para conseguir lo que anhelamos (que nos quieran, que nos escuchen o que nos cuiden) o, sobre todo, hacer “cosas juntos”.  ¿Por qué no íbamos a empeñarnos más intensamente en conseguir lo que anhelamos o en hacer cosas juntos una vez liberados de la necesidad de invertir bondad, preocupación por el otro para conseguir lo que necesitamos?

De la inteligencia artificial y de la realidad virtual tengo más dudas. Pero no las tengo acerca de que mercados más completos y que ofrezcan la cobertura de todas las necesidades materiales humanas no solo no impiden sino que facilitan el florecimiento de relaciones entre las personas de más intensidad y “mejor calidad”. Como dice Coyle, lo que debe preocuparnos es que haya gente que tenga limpiar nuestros retretes y tenga que hacerlo por un sueldo miserable.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cómo se elige a los amigos?

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