En sus respuestas ante la Cámara Alta, Sánchez ha pedido al PP "lealtad de Estado" y ha afeado al partido conservador su estrategia en Catalunya. Les ha reprochado haber fomentado la confrontación con Catalunya por interés partidista y haber fomentado la ruptura social.
"En 2006 los catalanes que apoyaban partidos proindependentistas era el 15%. Hoy es más del 40%. ¿Ustedes no podrían sacar alguna conclusión de que de sacar alguna conclusión de aquellos polvos estos lodos? ¿ No podrían sacar alguna lección? Creo que comportó redito electoral en el pasado, pero a costa de poner en riesgo la convivencia entre los españoles", ha lamentado.
Ha insistido en que Catalunya es el único territorio que no tiene vigente un estatuto votado por sus propios ciudadanos y ha afeado que el PP avivase el "agravio territorial". "No les voy a pedir que apoyen al Gobierno, pero sí que apoyen al Estado", ha reclamado el presidente.
Parece asumirse que, mientras no se vuelva al referéndum o se proclame la independencia, todo está permitido. Se normaliza la violación cotidiana de derechos y libertades: la degradación democrática como nueva tercera vía. Para “no provocar” se acepta que el color del delito ocupe el espacio de todos. O peor: vamos a retribuir a quienes nos condujeron al drama con el Estatuto inconstitucional.
Los catalanes no independentistas tienen que estar preocupados por el cambio de gobierno. Sánchez insiste en que sus intereses no cuentan. Que su actuación y la de su gobierno va dirigida a la mitad de la población de Cataluña que sostiene al gobierno del racista Torra. En su intervención ante el Senado, Sánchez ha asumido el discurso nacionalista: la culpa es del PP; el apoyo al separatismo ha aumentado en Cataluña por culpa del PP y el recurso ante el Tribunal Constitucional, y vamos a premiar a los golpistas mejorando la financiación de ¡todas las comunidades autónomas! (a la vez que va a pagar el aumento de las pensiones y aumentar el gasto público en varios miles de millones de euros) sin poder aprobar un aumento de impuestos en el Parlamento.
Y, en los últimos días, por h (conseguir sus votos en el Parlamento para controlar RTVE) o por b (destensar la situación con el gobierno del racista Torra), Sánchez ha seguido haciendo gestos para los separatistas, desde la contestación a Rufián hasta su reacción a los desprecios a España y al Rey por parte de Torra en Washington y Tarragona. Pero, claro, como dice Calvo, Torra todavía no ha realizado ninguna conducta penalmente reprochable. Ya. Y el 53 % de catalanes que se sienten también españoles ¿qué han de hacer para tener un gesto por parte del nuevo gobierno que les indique que tienen razón y que se les apoyará en sus justas reivindicaciones de vivir sin el agobio y la presión omnipresente del monotema separatista?
Querido Victor, el software que le falta a España no tiene que ver con la democracia.
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