Foto: Fachada del Obradoiro, EL PAIS
En el sermón de esta mañana, EL PAIS acepta que lo de Cataluña – no lo de los separatistas catalanes – es un problema político (“el de Cataluña es un problema político”) y que la solución evidente una vez descartadas las demás es la de que hay que hacer concesiones al gobierno separatista en materia de recursos ante el Tribunal Constitucional y atender a las reclamaciones – (“la lista de las 45 reivindicaciones administrativo-políticas”) creando una relación bilateral entre el Estado y el gobierno separatista.
Obsérvese el mensaje que está mandando el Gobierno español a los nacionalistas de cualquier rincón de España:
Primero, convertid vuestras pretensiones en una reclamación “política”. Suplantad a la propia región o comunidad autónoma: los separatistas son Cataluña. El problema político no lo plantean los separatistas sino Cataluña. Y, en el colmo de la metonimia, nosotros los separatistas somos Cataluña.
Segundo, pedid lo imposible. El derecho de secesión. No os lo darán pero obtendréis privilegios para la clase política separatista o, en todo caso, concesiones que no tendrían por qué otorgarse de no ser por el pifostio que habéis montado.
Tercero. Acusad a los que señalan que no se deben hacer concesiones a los que se saltan las reglas de “vivir felizmente” en el conflicto y no querer resolverlo.
Cuarto. No permitáis que os distraiga el resto de la población de la región. Su única reivindicación legítima es “que no les den patadas” siempre que se mantengan sumisos ante la hegemonía separatista.
Concluye la editorialista de EL PAIS – con una metáfora (“más que la pérdida de tiempo en quimeras divisivas, explica que la reunión fuese fructífera: se llenó del principio de realidad más que de retórica. Ojalá así se continúe” no puedo evitar pensar en un argentino cuando leo la frase).
Lo que la literata editorialista olvida es que esas concesiones son las que querían los separatistas en primer lugar y son las que les llevaron a intentar un golpe de Estado hace unos meses: sólo querían negociar. Lo han dicho por activa y por pasiva. Si el Gobierno de España lleno del “principio de realidad” concede a los separatistas lo que querían que sabían que podían conseguir, éstos comprenderán perfectamente que saltarse la Ley y buscar privilegios es el camino. Nunca se pierde nada. Siempre se gana. En el mejor de los casos, el cielo de la independencia y el control absoluto de las instituciones en Cataluña por los separatistas y el sometimiento de la mitad de la población. En el peor de los casos, y una vez imbuido el Gobierno español del “principio de realidad”, las concesiones que llevaban en su lista de hace un par de años.
¿Es tan obtuso el entorno del PSOE que no se da cuenta que, de esta reunión, Sánchez no ha obtenido nada para todos los españoles y para la mitad de la población catalana que está harta del Procés y de la hegemonía separatista? ¿Qué hay para ellos en estas conversaciones Sr. Sánchez? ¿Qué ganan ellos? ¿Que dejen de darles patadas? ¿Eso es lo que pueden esperar de su Gobierno?
En la parábola del hijo pródigo, nuestras simpatías están, no cabe duda, con el buen hijo que se queja ante su padre de que él, que se ha portado bien, no ha recibido un homenaje semejante al que el padre ordena realizar al hijo pródigo. Sánchez – y la editorialista de EL PAIS – no han tenido, ni siquiera, la decencia de explicar al hijo mayor, al hijo bueno, lo que le explicó el padre de la parábola: que “todas mis cosas son tuyas”, que “tú estás siempre conmigo”. Y eso que ni siquiera tenemos nada de qué alegrarnos, porque el hijo pródigo no “ha revivido”. Se había perdido pero “no ha sido hallado”. Torra no ha podido dejar más claro que su actitud no es la del hijo pródigo al que las cosas le van cada vez peor y decide volver, cabizbajo, a solicitar el perdón y la acogida del padre.
Los del PNV ya están tomando nota.
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