sábado, 10 de junio de 2023

La influencia de los de abajo y los líderes carismáticos


"Carisma es una especie de tono perfecto. Martin Luther King desarrolla un cierto número de temas y un repertorio de metáforas para expresarlos, y cuando siente que ha logrado un efecto poderoso, repite el tema de un modo algo diferente para sostener y elevar el entusiasmo. Por impresionante que sea su creatividad retórica, depende por completo de encontrar el tono adecuado que despierte las emociones y los deseos más profundos de sus oyentes... a lo largo del tiempo, los oyentes aparentemente pasivos de su vehemente oratoria contribuyeron a redactar sus discursos..., con sus reacciones, seleccionaron los temas que establecían la conexión emocional vital, temas que King ampliaría y adornaría de ese modo tan exclusivo suyo. Los temas que suscitaban reacción entre el público se ampliaban, los que suscitaban poca respuesta desparecieron del repertorio de King. Igual que todos los actos carismáticos, se trataba de una armonía a dos voces. 

La condición fundamental del carisma consiste en escuchar con gran atención y reaccionar. La condición para escuchar con gran atención implica una cierta dependencia del público, equivale a una cierta relación de poder. Una de las características del gran poder es no tener que escuchar. Los que están en la parte baja del montón, en general, suelen saber escuchar mejor que los que se encuentran en la parte superior. La calidad del mundo cotidiano en el que viven un esclavo, un siervo, un aparcero, un obrero o un empleado doméstico depende en gran medida de que hagan una lectura precisa del humor y de los deseos de los poderosos, mientras que los propietarios de esclavos, los terratenientes y los jefes pueden a menudo hacer caso omiso de los deseos de sus subordinados. Las condiciones estructurales que impulsan a prestar esta atención son por lo tanto la clave de esta relación. En el casode King, la petición que le habían hecho, liderar el boicot al autobús deMontgomery, y su dependencia de la participación entusiasta de la comunidad negra llevaban incluidas el hecho de prestar atención. 

… la historia de un estudiante chino que durante la Revolución Cultural fue enviado al campo. Al ser de constitución poco fuerte y carecer de habilidades evidentes y útiles para el trabajo en el campo, al principio, a los habitantes del pueblo les molestó su presencia, y tuvieron la sensación de que era otra boca más que alimentar que no contribuía a la producción. Los vecinos, ya de por sí escasos de comida, apenas le daban nada para comer, cuando se la daban, y el estudiante poco a poco se fue consumiendo. Descubrió, no obstante, que al final del día, a· los campesinos les gustaba escucharle recitar leyendas tradicionales, de las que el estudiante sabía cientos. Para mantenerle recitando por las noches le daban pequeños bocados que complementaban su régimen de hambre. Sus historias, literalmente, le mantuvieron vivo. Es más, su repertorio, igual que ocurría con nuestro mítico bardo, con el tiempo, se fue adaptando a los gustos de los campesinos que formaban su público. Algunas de sus historias les dejaban fríos, y a él en ayunas, y otras gustaban mucho y querían que se las explicara una y otra vez. Sus recitados eran su sustento, pero eran los habitantes del pueblo los que en realidad llevaban la voz cantante. Cuando más tarde el gobierno autorizó el comercio y los mercados privados, el estudiante narraba sus historias en el mercado local ante un público diferente y más numeroso. Aquí también, su repertorio se adaptó a su nuevo público. 

Al comienzo de su la campaña, Roosevelt era un demócrata bastante conservador, no demasiado dispuesto a hacer promesas o afirmaciones radicales. En el curso de la campaña, no obstante, un breve recorrido electoral en tren con discursos y mítines realizados en estaciones y apeaderos debido a la parálisis del candidato, el modelo de discurso de Roosevelt fue evolucionando, radicalizándose y haciéndose más expansivo. Roosevelt y sus redactores de discursos trabajaron febrilmente, intentado nuevos temas, nuevos fraseados, y nuevas afirmaciones parada tras parada del ferrocarril, ajustando poco a poco el discurso según la reacción de los oyentes y dependiendo del tipo de público. En una época en la que la pobreza y el desempleo habían alcanzado un grado sin precedentes, Roosevelt se enfrentaba a un público que veía en él la esperanza y la promesa de ayuda, y su discurso de campaña, poco a poco, llegó a encarnar estas esperanzas. Al final de la campaña, su «plataforma» oral era mucho más radical de lo que había sido al principio. Se tenía la sensación real de que el público que le escuchaba en cada estación de tren había redactado (o tal vez sería mejor decir «seleccionado») colectivamente los discursos de Roosevelt. No fue solo el discurso lo que se transformó, sino el propio Roosevelt, que ahora se vio a sí mismo como la encarnación de las aspiraciones de millones de sus desesperados conciudadanos"

 James C. Scott, Elogio del anarquismo, 2012/13

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