En todas sus etapas, la revolución industrial consistió en disponer de más y más barata energía, más y más fáciles controles de las acciones y reacciones humanas, y más y más rápidas comunicaciones. Cada uno de estos avances aumentó la eficacia de los otros dos. Todos estos factores aumentaron la velocidad de realización de operaciones a gran escala: industriales, mercantiles, políticas y migratorias. Pero en esta evolución, el aumento de la velocidad no acortó tanto los tiempos de los procesos como amplió las áreas de la tierra afectadas por ellos. La razón es clara. Dado que la mayoría de las escalas de tiempo están fijadas por los tiempos de reacción humana, los hábitos y otros factores fisiológicos y psicológicos de los individuos, el efecto del aumento de la velocidad de los procesos tecnológicos fue la ampliación del tamaño de las unidades -políticas, organizativas, económicas y culturales- afectadas por las operaciones tecnológicas. Es decir, en lugar de realizar las mismas operaciones que antes en menos tiempo, ahora se realizan operaciones de mayor escala en el mismo tiempo. Esta importante evolución tiene un límite natural, el del tamaño real de la Tierra. El límite se está alcanzando ahora o, al menos, se está acercando a él.
El ámbito militar es un buen ejemplo:
“En los años cuarenta, incluso el más grande de los países de Europa Occidental era demasiado pequeño para el tamaño óptimo como unidad militar. Solo Rusia podía soportar un revés militar sin colapsar. Desde 1945, sólo los avances en la aviación y las comunicaciones harían demasiado pequeña para soportar una guerra cualquier nación geográfica, incluyendo Rusia. La aparición de las armas nucleares sólo ha exacerbado esta evolución. Con ellas, la efectividad de las armas ofensivas es tal que hacen inútil en términos temporales cualquier reacción defensiva. No hace tanto, durante la primera guerra mundial, un almirante al mando de la flota británica podía “perder el Imperio Británico en una tarde”. Y eso que los buques de esa época eran cosas bastante estables y tolerablemente seguras contra sorpresas tecnológicas. Hoy, tenemos todas las razones para temer que incluso innovaciones menores en el campo de las armas nucleares pueden ser decisivas en menos tiempo del que sería necesarios para poner en marcha contramedidas específicas. Pronto, las naciones actuales serán tan inestables en caso de guerra como una nación del tamaño de la isla de Manhattan lo habría sido en una batalla luchadas con las armas disponibles en 1900…
Las tecnologías son siempre beneficiosas y constructivas, directa o indirectamente. Pero tienden a aumentar la inestabilidad.
Von Neumann creía en 1955 que el futuro energético giraría en torno a lo nuclear. Que dejaríamos de utilizar combustibles fósiles. la “transmutación de elementos” sustituiría a la química: “el uso industrial de los procesos nucleares”, lo que incluye, no solo la fisión nuclear que se había ‘domesticado’ una década antes, sino la fusión.
También creía que la automatización de procesos se generalizaría, que relaciona con el control de los procesos por parte de máquinas: “Mejoras en el control son mejoras en comunicar información en el interior de una organización o de una máquina”. Las mejoras incluyen las correspondientes al transporte.
Creía asimismo que se podría controlar el clima.
“Todos los fenómenos meteorológicos y el clima en general, están controlados, en último extremo, por la energía solar que cae sobre la tierra. Modificar la cantidad de energía solar está fuera del poder de los hombres. Pero lo que importa no es la cantidad que llega a la tierra, sino la fracción que ésta retiene, porque la que se refleja al espacio es tan inservible como la que nunca hubiera llegado”
Y la que llega a la tierra y ésta retiene podría controlarse.
El volcán Krakatoa erupcionó en 1883 y produjo una cantidad de energía que no era, de ninguna forma, exorbitante. Pero si el polvo de la erupción se hubiera quedado en la estratosfera durante 15 años, reflejando así la luz solar hacia el espacio exterior, habría sido suficiente para que la temperatura de la tierra hubiera bajado seis grados. El caso es que el polvo volcánico solo estuvo en el aire tres años, por lo que hubiera sido bastante con que hubiera habido cinco erupciones volcánicas… Intervenir en cuestiones atmosféricas y climáticas es cosas de unas pocas décadas y se desarrollará en una escala difícil de imaginar hoy… Qué poder sobre nuestro entorno y sobre la Naturaleza en general significa!
… Cualquiera que sea lo que uno quiera pensar, un rasgo es decisivo: las mismas técnicas que crean los peligros y las inestabilidades son útiles en si mismas, o están próximas a serlo. De hecho, cuanto más útiles puedan ser, más desestabilizadoras serán sus efectos… Su peligro es inherente a las tecnologías nuevas.
Hay que huir de las pseudosoluciones.
“La crisis no se va a resolver renunciando a una u otra forma de tecnología porque resulte particularmente detestable. Por una razón: las tecnologías y el conocimiento científico que las soporta, están tan conectados entre sí que en el largo plazo lo único que funcionaría sería prescindir de cualquier progreso tecnológico… Además, la prohibición de determinadas tecnologías tendría que hacerse cumplir a nivel planetario, pero la autoridad que pudiera lograr este objetivo tendría que tener tales poderes y perfección que estaría indicando que se han resuelto los problemas internacionales más que los medios de resolverlos
Acabar con la guerra como uno medio de política nacional. Dice que no parece que las consideraciones prácticas sean suficientes para evitar que se desencadenen conflictos bélicos. Ni el hecho de que las guerras futuras sean más destructivas ni que el riesgo de destrucción sea más aparente.
No hay cura para el progreso. Cualquier intento de encontrar canales automáticamente seguros para la explosiva variedad presente de progreso ha de conducir a la frustración. La única seguridad posible es relativa y se puede conseguir ejercitando cotidiana e inteligentemente el juicio.
Toda la experiencia demuestra que incluso cambios tecnológicos más pequeños que los actuales transforman profundamente las relaciones políticas y sociales. La experiencia también demuestra que estas transformaciones no son predecibles a priori y que la mayoría de las primeras conjeturas contemporáneas al respecto son erróneas. Por todas estas razones, no hay que tomarse demasiado en serio ni las dificultades actuales ni las reformas propuestas... El único hecho sólido es que las dificultades se deben a una evolución que, aunque útil y constructiva, es también peligrosa... Sólo podemos precisar las cualidades humanas necesarias: paciencia, flexibilidad, inteligencia.
John von Neumann, Can We Survive Technology? 1955