Ricardo Hausmann ha publicado una entrada en su Facebook de la que un lector imaginativo deduciría que está recordando a Stiglitz que los que tienen un premio Nobel tienen una responsabilidad cuando se suben al púlpito de la opinión publicada. Stiglitz ha afirmado que el comportamiento de la Unión Europea con Grecia es inmoral (aquí en EL PAIS) y que lo que hay que hacer es permitir que Grecia gaste más y que se le perdonen las deudas porque la estrategia contraria – ajuste del gasto – sólo provoca una contracción de la economía y una reducción de la base tributaria.
Hausmann critica a Stiglitz por no tener en cuenta la distinción entre el déficit por cuenta corriente y el déficit público. El segundo es el exceso de gasto público – del Estado – en relación con sus ingresos. El primero representa el exceso de gasto de un país en relación con sus ingresos. España llegó a tener un déficit por cuenta corriente del 10 % del PIB, es decir, que sólo producíamos para pagar el 90 % de lo que consumíamos. Dice Hausmann que el déficit por cuenta corriente griego excluyendo el pago de intereses de la deuda externa era, en 2008, de 49.400 millones y en 2013,6,4 mil millones (no tiene las cifras para 2014)”..
Para financiar este déficit Grecia necesitó préstamos que le permitieran pagar esos bienes y servicios para los que no producía, además de para devolver la deuda previamente asumida y los intereses correspondientes. Esto significa que “entre 2008 y ahora, en términos netos, Grecia no ha pagado ni un céntimo de intereses” y, sin embargo, ha recibido préstamos, ahora en manos de los demás países de la zona euro, que le han permitido sufragar ese déficit. “Si los demás países le hubieran perdonado toda la deuda pero no le hubieran prestado dinero adicionalmente, la reducción del déficit – por tanto, la reducción del gasto por parte de los griegos – habría tenido que ser aún mayor”.
¿Cómo reduce el déficit por cuenta corriente un país? Como lo han hecho España, Portugal, o Irlanda: aumentando las exportaciones y reduciendo las importaciones. Reducir las importaciones – dice Hausmann – contrae la economía. Aumentar las exportaciones, expande la economía. Pues bien, parece que, desde 2008 Grecia ha reducido sus exportaciones de 82.000 millones de dólares en 2008 a 70.000 en 2013, de manera que la reducción del déficit por cuenta corriente se ha realizado a costa de las importaciones: Grecia ha pasado de importar por valor de 132 mil millones a 77 mil millones de dólares en el mismo período de tiempo. En España, por el contrario, las importaciones se redujeron en $ 84,000,000,000 en el mismo período (alrededor del 16%), pero las exportaciones aumentaron en $ 41000 millones, por lo que el ajuste ha sido menos doloroso.
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La comparación entre la evolución de España y Grecia pone de manifiesto, dice Hausmann, que Grecia tiene un problema terrible de falta de competitividad, de manera que lo que se ha revelado ineficaz es la política de seguir financiando con fondos extranjeros de deuda el déficit por cuenta corriente. Eso no hace más que “retrasar en lugar de acelerar el ajuste necesario en Grecia” y sorprende que ni Stiglitz ni el gobierno griego hablen de eso. Esta no es la consecuencia de la austeridad excesiva. Tampoco Stiglitz llama la atención sobre el hecho de que Syriza tampoco habla de esta cuestión. El problema, concluye Hausmann es que, como todos sabemos, mejorar la competitividad es muy duro si no puedes devaluar tu moneda y estamos aprendiendo a hacerlo sobre la marcha.
Deberíamos reflexionar, sin embargo, sobre el hecho de que, de todos los rescates, sólo el griego ha salido claramente mal. El rescate de las cajas españolas y el irlandés parecen casos de éxito y el de Portugal no ha salido rematadamente mal. ¿Por qué deberíamos aplicar una receta distinta al caso griego?
2 comentarios:
otra solución hubiera sido inundar los mercados de euros, lo mismo que ha hecho USA con sus dólares,
Eso no hubiera sido una solución, hubiera sido hacer, con el euro, lo mismo q hacíamos con la peseta, la lira y el dracma: devaluarlos. Y Alemania, con razón, no está dispuesta. La única solución es que los PIGS se reformen institucionalmente de manera que se asegure que no resolverán su falta de competitividad mediante devaluaciones de la moneda común
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