Hoy he decidido divertirme un poco y entrar a saco a discutir sobre un tema polémico: ¿debemos ajustar el número de plazas en las facultades de Medicina al número de plazas disponibles en hospitales para cursar el MIR? A favor de la moción, alguien bastante sensato y educado (al parecer, "quemado" por la experiencia de la Católica de Murcia que sostenía que las facultades de medicina privadas tienen algo de fraudulentas puesto que se "llenan" con alumnos que no han conseguido la nota para entrar en la pública pero que tienen el dinero para pagarse los estudios). En contra, un servidor. Llevo tiempo sosteniendo que el gravísimo problema que tiene España de falta de vocaciones científicas y técnicas se paliaría si todos los buenos estudiantes de bachillerato que quieren hacer medicina pudieran cursar la carrera. Naturalmente, dejando claro a todo el mundo (lo que no es sencillo, y también lo he aprendido esta tarde) que entrar en una Facultad de Medicina no te garantiza un puesto de médico en el sistema nacional de salud. Muchos de los estudiantes rechazados por nuestras facultades de medicina (públicas y privadas) podrían trabajar en empresas o instituciones dedicadas a la tecnología y a la ciencia. Desde luego, en mayor medida que los que estudian Comunicación Audiovisual o Relaciones Laborales.
La discusión se ha salido de madre - aposta - cuando han empezado a entrar en la discusión personas con las que hemos pasado de las Universidades privadas a la RDA (la República Democrática Alemana), para derivar, directamente, en los insultos. Si hay una ley Godwin que vaticina que en cualquier discusión online aparecerá el nazismo debería haber otra que dice que, conforme se prolonga una discusión en twitter aparecerán los insultos, especialmente, los referidos a la falta de cultura básica (ortografía) del contrario (es lógico, twitter es un sistema de intercambio de mensajes escritos).
Tras el experimento, entiendo perfectamente que estos nuevos concejales tengan el pasado que tienen. No pudieron evitarlo. Son hijos de las redes sociales. Se movían en un ambiente tuitero donde si no dices barbaridades o eres brutalmente sarcástico (la gracia no es imprescindible) no te haces un hueco en la discusión. A falta de algo mejor que hacer, la tentación es irresistible. Lo mejor es que, tras haberte dirigido varios insultos, mantenían la conversación, como si nada importara. Insultar y ser insultado - eso sí, anónimamente - tiene la misma importancia que rascarse la nariz.
No pueden sacarse conclusiones porque esto es "evidencia anecdótica". Pero una de las participantes en el "experimento" tiene más de 86.000 seguidores y no me suena que sea famosa por cualquier otra razón que no sea el elevado número de seguidores en twitter. Si lee esto, naturalmente, dirá que me estoy buscando una justificación ex post facto para mi humillante derrota en la red social.
Pero twitter no es terrible. Mañana volveré a mi agradable e interesante lista donde me sugieren lecturas y discutimos apaciblemente. Es que hay muchos twitter, tantos como hay nosotros. Y puedes cerrar la ventana que quieras, cuando quieras.
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