Es la última columna de este señor que leeré en mi vida. Las bobadas tienen un límite. Este periodista nacionalista catalán - fue jefe de comunicación de la Generalidad en los peores años del Proces - se dedica a darnos lecciones semanalmente. No entendemos lo que ocurre en Cataluña. No estamos atentos a las "señales" que sólo entienden los iniciados como él.
Según esas señales, el ascenso de Illa al trono medieval de la Generalidad marca un antes y un después
El despacho entre ambos (se refiere al rey y a Illa, observen la absurda equiparación), amigable y de larga duración -casi dos horas- simboliza el regreso definitivo de Cataluña al marco institucional en vigor. Debieran tenerlo en cuenta aquellas voces que desde el propio constitucionalismo insisten en la idea de que en Cataluña siguen gobernando los independentistas - ¡qué argumentario más chabacano! - mediante la persona interpuesta de Salvador Illa.
Regardez la gilipolluá. No hay nada definitivo y, en el caso de España con un gobierno como el de Sánchez e Illa, mucho menos. Pero, en todo caso, el regreso no es a la Constitución. Illa se ha hecho presidente gracias a que ha prometido hacer saltar por los aires el "marco institucional en vigor" con su pacto con ERC para alcanzar la "soberanía fiscal". ¿Cómo encaja la soberanía fiscal de Cataluña en el "marco institucional en vigor"? ¿Cómo encaja en la Constitución que se impida a los niños catalanes de lengua materna española aprender en castellano? ¿Eso encaja en la Constitución?
Illa hará todos los gestos simbólicos que hagan falta porque le salen gratis. Y un mentiroso, como es Illa, no pierde la oportunidad de coger los trenes baratos. Ir a la Zarzuela, dios mío, ¡qué acto más trascendente! Como Illa es tan mentiroso, para compensar, al día siguiente recibe al delincuente confeso de Pujol.
Y ¿qué le parece al cuentabobadas de Martí Blanch esa entrevista? Pues le parece muy bien porque hay que reunirse con todos los ex-presidentes. Incluso con los delincuentes, lo cual, en el caso de Cataluña es fácil porque Artur Mas, Quim Torra, Puigdemont y Jordi Pujol son delincuentes convictos unos y confesos otros, con lo que ese objetivo de verse con todos los ex- se le debería hacer cuesta arriba a un president que quisiera mantener la dignidad de la institución y no permitir que entre en su sede ningún rufián.
Ni una palabra tiene el señor Blanch de recuerdo a la corrupción sistemática que implantó su ex-jefe (Artur Mas) y el jefe de su ex-jefe (Pujol) en la Administración catalana. De hecho, ocultando el conflicto de interés estructural que padece, en la bio que aparece junto a su columna de El Confidencial, ha desaparecido ya su paso por la Secretaría de Comunicación de la Generalidad de Cataluña de 2011 a 2016. No sé, Rick, cuando uno alaba a un mentiroso como Illa, debería revelar las posibles fuentes de conflicto de interés. ¿Cómo va a criticar la vuelta de los políticos corruptos el que fue secretario de comunicación de Artur Mas cuya mano derecha, el señor Osacar, fue acusado y procesado por corrupción masiva y se libró de la condena porque se murió?
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