Los resultados de las elecciones catalanas ofrecen una oportunidad de oro para acabar con el permanente chantaje nacionalista. Los nacionalismos periféricos constituyen la mayor desgracia sufrida por la España Contemporánea. Están impidiendo que seamos una Sociedad próspera, unida y libre.
Por primera vez, partidos no nacionalistas tienen mayoría absoluta en el Parlamento de Cataluña. 42+15+11. Obsérvese que no digo "partidos constitucionalistas" porque Vox es un partido tan xenófobo (o racista si hemos de aceptar el significado amplio del término que le atribuye Arcadi Espada) como lo son los partidos nacionalistas periféricos todos, ya que todos consideran de 'mejor derecho' a unos seres humanos respecto de otros por el simple hecho de que hablan una lengua o han nacido en un lugar determinado.
El 'trato' sería el siguiente: el PP y Vox (y Sumar) apoyan un gobierno del PSC + PP en Cataluña. Si Sánchez ha dado cuatro ministerios a los de Sumar, bien puede Illa dar un tercio de las consejerías al PP - idealmente una de las que garantizan la igualdad de los ciudadanos como Sanidad, Interior o Educación - y se acuerda con Vox determinadas medidas (no todo el programa de Vox es, obviamente, 'inconstitucional' y si Sánchez ha podido pactar con Bildu porque las medidas eran buenas para todos, ¿por qué no ha de poder hacerlo Illa? Illa está acostumbrado a tratar con racistas en su Cataluña natal).
A cambio, el PP ofrece a Sánchez aprobar los presupuestos de 2025 a un gobierno monocolor del PSOE o al de coalición con Sumar si rompe todos los pactos con todos los partidos nacionalistas (incluyendo la no aprobación de la amnistía) y se firma un pacto entre PP y PSOE por el que ambos renuncian a pactar con ningún partido que no sea de ámbito nacional (incluyendo a Teruel existe, Democracia Ourensana, a UPN, a Coalición Canaria, esto es, a todos, no solo a los nacionalistas) para cualquier asunto que sea competencia de las Cortes Generales (incluyendo, naturalmente, los Estatutos de Autonomía, el cálculo del cupo, la caja única de la Seguridad Social, el sistema de financiación de las CCAA, las transferencias etc).
Este pacto debería rodearse de toda la solemnidad posible y
- debería ir firmado por todos los diputados y senadores de ambos partidos y todos los presidentes de todas las Comunidades Autónomas gobernadas por PSOE y PP y por los alcaldes de PP y PSOE de las 100 ciudades más grandes de España.
- Felipe González y José María Aznar deberían firmarlo como intérpretes y garantes de su cumplimiento.
- Habría que prever 'sanciones' para su incumplimiento que la contraparte pudiera aplicar unilateralmente (si le echamos imaginación, algunas sanciones podrían ser muy disuasorias).
- Debería incluir una cláusula por la que ambos partidos se comprometan a poner en marcha una reforma de la Constitución que asegure la protección del interés general de los españoles frente a los nacionalismos periféricos impidiendo que puedan tener cualquier influencia en las Cortes Generales (a través de una reforma de la ley electoral, sobre todo, pero también impidiendo que puedan influir en RTVE, el CGPJ, el Tribunal Constitucional etc). Hay que proteger todas las instituciones nacionales de la pérfida influencia de los nacionalismos periféricos. Su influencia debe limitarse a las regiones en las que actúan.
Sánchez tendría así un año y medio de tiempo para convencer a los españoles que no es lo que los españoles creen - hoy mayoritariamente - que es y presentar al PSOE a las próximas elecciones generales con posibilidades de ganar.
El PP se aseguraría una alternancia razonable ya que, en la práctica, se reforzaría que gobernase el partido más votado en las elecciones generales.
Vox y Sumar deberían sumarse al pacto si el primero pretende ser parte del mainstream político y Sumar pretende ser algo más que una confederación de tribus ibéricas recogiendo a lo más disparatado, freaky y letal que circula por las carreras Mickey Mouse que se cursan en las universidades públicas españolas. Los grupos regionales de extrema izquierda no tendrían más remedio que presentarse bajo el paraguas de Sumar si quieren tener cualquier influencia en las Cortes pero si pretenden luego tener autonomía en el Congreso o el Senado, caerían, automáticamente en el ámbito de aplicación del pacto excluyendo del mismo a la propia Sumar. No está justificado en absoluto dar a Vox un trato diferente al que se da a Sumar. Sumar es un partido racista en este sentido amplio en la misma medida que Vox, solo que sus 'extranjeros' son otros (básicamente, los judíos).
¿Puede alguien argumentar seriamente que el escenario que se ha descrito en estas líneas no es claramente preferible al actual? Un acuerdo así desincentivaría el voto nacionalista en las elecciones generales porque sólo el voto al PP o al PSOE sería 'voto útil'. ¿No son capaces de ver el PP y el PSOE que va en su propio interés?