La condena de Mario Conde por el caso Banesto fue una bendición para la democracia española. Por primera vez, se condenaba a prisión a un financiero que había robado largo y tendido a la empresa que gestionaba con grave perjuicio para los contribuyentes que tuvieron que rescatar el banco. Pero a Mario Conde lo condenaron “sólo” por estafa y apropiación indebida en las llamadas operaciones de las cementeras de Banesto (cobró comisiones por la venta de empresas del grupo Banesto). El fiscal no logró probar que había robado mucho más y no fue condenado por las operaciones Isolux, Carburos Metálicos, Promociones Hoteleras y Artificios Contables (v., ABC 28 de diciembre de 2003). El caso de Mario Conde demostró que en España no había (total) impunidad. El carácter de “outsider” del sistema político de Conde permitió su condena, como la de Gil – tras su muerte – y la de todos los de Marbella.
La segunda revolución es la de meter en la cárcel a los miembros del establishment político. Ya hay varios políticos centrales del PP en la cárcel y – muchos menos de los que debieran – del PSOE especialmente de Andalucía y, de aquí a 2025, seguirán cayendo condenas a políticos cada vez más próximos a los que han dirigido la política española en los últimos 30 años.
Rajoy se ha quedado sin argumentos. La detención de Mario Conde por intentar traer de vuelta el dinero robado a Banesto y que dijo que no tenía, prueba que Rajoy tiene que marcharse. La lista de políticos – ¡174! – que han sido imputados y luego absueltos no nos dice nada de la honradez de la clase política.
El problema del sistema judicial es que salvo que el delito sea violento, son más los absueltos o nunca investigados indebidamente que los condenados debidamente.
A Mario Conde le pillaron por un “detallito”, no por todos los delitos que cometió. Gracias a la dureza de nuestro Código Penal, lo condenaron a 20 años de cárcel y eso porque en el Supremo duplicaron la pena. A Hormaechea lo condenaron por prevaricación a pesar de que era vox populi en Santander que cobraba comisiones por cada obra que se realizaba allí (fuera verdad o no que lo hacía y a falta de prueba sobre tales cobros). Y así, sucesivamente. Y luego, todos insolventes y todos los delitos prescritos. ¡Menos mal que nos queda el blanqueo que es un delito cuya persecución puede prolongarse mucho en el tiempo!
Rajoy, tu lista de “justos” no vale nada. Saca la lista de sinvergüenzas a los que ni siquiera se ha investigado y que la tienes, igual que tienes la lista de los 174 justos. Basta con que se la pidas a tu tesorero. Susana Díaz debería sacar la lista de todos los de su partido que se han enriquecido con los ERE y los cursos de formación. Artur Mas debería sacar la lista de todos los de Convergencia que han saqueado las arcas públicas catalanas. El PSOE de Galicia debería expulsar a su secretario general y no readmitirlo hasta que viniera con una lista y con las pruebas. Por no hablar de Valencia.
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