1942. Estados Unidos inicia el programa lease and lend para producir armas de todo tipo que suministrar al Imperio Británico que lleva ya dos años de guerra contra la Alemania de Hitler. Truman preside el “comité Truman” en el Senado norteamericano que vigila que el programa puesto en marcha por el presidente Roosevelt no se transforme en una orgía de despilfarro y corrupción (¿no podrían haber formado un comité semejante las Cortes Españolas para vigilar la ejecución del Plan de Recuperación tras la pandemia?).
El resultado de la labor del comité fue un ahorro de decenas de miles de millones de dólares y una ganancia de calidad y cantidad de la producción armamentística de Estados Unidos que fue decisiva para que los Aliados ganaran la Segunda Guerra Mundial (EE.UU. envió suministros a Stalin por valor de miles de millones de dólares). Como explica Wade Davis,
"En 1940, con Europa ya en llamas, Estados Unidos tenía un ejército más pequeño que Portugal o Bulgaria. En 4 años, 18 millones de norteamericanos se alistarían y millones más trabajarían a doble turno en las minas y fábricas que hicieron de América el arsenal de la democracia"
Revisando la construcción de barcos y aviones, el comité Truman descubrió la existencia de cárteles ¡entre fabricantes norteamericanos y alemanes! que estaban siendo cumplidos por ambas partes incluso después del inicio de la II Guerra Mundial. IG Farben era “la madre de todos los conglomerados”.
Había escasez de aluminio, tan vital para los aviones de guerra, escasez de cobre, zinc y caucho. Incluso con los drásticos recortes impuestos en la producción para uso civil, la producción anual de aluminio era sólo la mitad de la demanda para la construcción de aviones. Un productor, Alcoa, la Aluminum Company of America, tenía casi el monopolio de la fabricación de este metal ligero y seguía afirmando que podía satisfacer tanto las necesidades nacionales como las de defensa, pero en realidad estaba muy lejos de lograrlo. La producción de magnesio era aún menor, y la razón de esta insuficiente producción, cuando se revelara, causaría sensación.
El cártel entre Alcoa e I.G. Farben
Alcoa y la gigantesca empresa alemana I. G. Farben habían formado un cártel de reparto de mercados. Para salvaguardar su mercado americano de aluminio, Alcoa había acordado no producir magnesio y vender el magnesio que poseía a los alemanes a un precio reducido, con el resultado de que Alemania tenía mucho más magnesio que Estados Unidos.
El cártel entre Standard Oil e I.G. Farben
Standard Oil de Nueva Jersey, a través de sus acuerdos con I. G. Farben, había retrasado intencionadamente el desarrollo de plantas de caucho sintético.
"Standard Oil", informó Truman, había acordado con la compañía alemana I. G. Farben que a cambio de que Farben diera a Standard Oil un monopolio en la industria del petróleo, Standard Oil daría a la compañía Farben el control completo de las patentes en el campo químico, incluyendo el caucho. Así, cuando algunos fabricantes de caucho estadounidenses solicitaron licencias para producir caucho sintético a la Standard Oil Company, ésta se negó u ofreció condiciones muy onerosas... Innecesario decir, la posición de I. G. Farben fue dictada por el gobierno alemán.
No había ningún "motivo antipatriótico", concluyó el comité en su informe. Era sólo un gran negocio jugando según las reglas del juego", con un alto precio "a pagar por toda la nación".