lunes, 3 de octubre de 2022

Haplodiploidismo



En la Era Mesozoica, hace unos 150 millones de años, las avispas primitivas evolucionaron para presentar el rasgo determinante del sexo llamado haplodiploidismo, mediante el cual los huevos fertilizados producen hembras y lo que se dejan sin fertilizar producen machos. Este simple método de control puedo haber sido una adaptación específica que permitió a las hembras escoger el sexo de sus descendientes de acuerdo con la naturaleza de los insectos que podían capturar. Particularmente, las presas pequeñas pudieron haber sido asignadas a la descendencia masculina, que requiere menos proteína en su desarrollo. Pero cualquiera que sea su causa inicial, el haplodiploidismo representó un evento evolutivo que, de modo bastante accidental, predispuso a estos insectos para producir formas avanzadas de la vida social. La razón es que el haplodiploidismo causa que las hermanas tengan un mayor grado de relación entre sí que el que tienen las madres con las hijas, por lo que las hembras pueden tener un beneficio genético al ser una casta estéril especializada en la cría de sus hermanas. Las castas estériles encargadas de criar a sus hermanos son el rasgo esencial de la organización social de los insectos. Debido a su relación con el haplodiploidismo, la vida social de los insectos se encuentra casi exclusivamente en las avispas y sus parientes cercanos, las abejas y las hormigas. Además, la mayoría de los casos pueden clasificarse, ya sea como matriarcados, en los que las reinas controlan las colonias de hijas, o como hermandades, en que las hijas estériles controlan a las madres ponedoras de huevos. Las sociedades de avispas, abejas y hormigas han demostrado tener tanto éxito que dominan y alteran la mayoría de los hábitats terrestres de nuestro planeta. En los bosques de Brasil, en conjunto, constituyen más del 20 por ciento del peso de todos los animales terrestres, incluyendo gusanos nematodo, tucanes y jaguares. ¿Quién pudiera haber esperado todo esto de un conocimiento del haplodiploidismo?

Edward O. Wilson, La naturaleza humana, FCE, 1999, pp 29-30

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