I
Empieza el primero de los artículos saludando que en un texto prelegislativo (el de la ley de amnistía que ha presentado el PSOE) pese "más la argumentación jurídica que la política" que en un texto 'político-contractual'.
Hombre, lo llamativo sería lo contrario. Pero la afirmación no es gratuita. Trata de predisponer favorablemente al lector hacia el texto prelegislativo dando por admitido que la "argumentación jurídica" es tal. Cualquiera que lea la Exposición de Motivos de la Proposición de Ley de Amnistía habrá de convenir que la única argumentación jurídica que contiene se refiere a la constitucionalidad, en abstracto, de una amnistía. No - como debiera - a la constitucionalidad en concreto de esta amnistía. De una amnistía que se reconoce explícitamente como contraprestación de los siete votos del partido neofascista que es Junts. ¿No debería la Exposición de Motivos argumentar jurídicamente que una amnistía a cambio de los votos en una investidura no es, per se, inconstitucional? La columnista debería haber leído a Pedro Cruz y José María Ruiz Soroa que han señalado la indecencia - inconstitucionalidad - de intercambiar amnistía por votos.
La columnista añade otra nota positiva: no se ha reproducido en la Exposición de Motivos la narrativa contenida en el documento del Pacto entre el PSOE y Junts. Quizá olvida que se trata de dos textos de naturaleza muy diferente.
A continuación, expone, de forma un tanto confusa, que
"el hecho de que la amnistía no esté explícitamente reconocida en la Constitución
(uno esperaría que la columnista dijera, a continuación: "no significa que esté prohibida")
obliga a esa pulcritud jurídica y a buscar su encaje en el espíritu de la Ley Fundamental"
Yo no entiendo esta preocupación. La columnista debería haber leído los numerosos artículos de juristas que se han publicado estas semanas - incluso aquellos que no consideran cualquier amnistía inconstitucional - explicando por qué esta amnistía no puede ser constitucional. La estrategia de la columnista es transmitir a sus lectores que la cuestión es discutible. Claro que, a continuación, no puede dar y no da ningún argumento a favor de su constitucionalidad.
Lo siguiente es una mirada a la amnistía en Italia. Dice que
"Una amnistía es un acto de generosidad democrática tan excepcional que debe emanar de un consenso mayoritario".
Lo del consenso mayoritario es paradójico. O es consenso, o es decisión mayoritaria. Un consenso mayoritario se entiende mal como concepto. Pero es que resulta que en Italia ese "consenso mayoritario" es de dos tercios de ambas cámaras legislativas. ¿No es suficiente para condenar a limine la amnistía que es objeto de su columna que vaya a aprobarse sólo por el Congreso y por una mayoría exigua y que no se aprobaría si los amnistiados no pudieran votar?
La columnista lo sabe, como sabe que no hay reconocimiento de su delito por parte de los amnistiados pero eso no le impide avanzar hacia la conclusión final. La columnista se lanza a la "comunicación". La amnistía no es mala. La amnistía no es infame. La amnistía no es inconstitucional. Y la amnistía podrá ser aceptada por todos si Pedro Sánchez es "claro y directo" y, dado que la proposición de ley tiene una "pulcra" (según la RAE, "cuidada, limpia, delicada") argumentación, si la defiende tan convincentemente que los que le han votado, y los que no, la vean como una bendición imprescindible para el bienestar de España. Que ni siquiera Sánchez creyera tal cosa hace un par de meses no parece ser obstáculo para el optimismo de la columnista.
II
La segunda columna que quiero comentar me apena aún más por razones personales que no voy a explicar. El pecado de la columnista es su formalismo. Empieza diciendo que se trata
"de una norma técnicamente muy depurada. Lo es en la larga y detallada exposición de motivos, pero también en su articulado"
¿En qué se basa para decir que la proposición tiene buena factura técnica? En que repite, una y otra vez, que la amnistía - en general - es constitucional. Pero repetir una falsedad no la hace veraz. La columnista como la previa, no se da cuenta de que el problema no es si la amnistía en abstracto es constitucional en España (yo creía que era inconstitucional y me he convencido de lo contrario), sino si comprar los votos de siete diputados a cambio de amnistiar los delitos cometidos por los dirigentes políticos de su partido es constitucional.
Lo que dice, a continuación, es ridículo cuando sabemos que el Tribunal Constitucional, el Supremo y el Consejo de Estado jamás se han pronunciado sobre la constitucionalidad de una amnistía como esta. Es la falacia de justificar al violador diciendo que se le condena por hacer el amor y que hacer el amor a una mujer no está prohibido. No. Penetrarla contra su voluntad, sí.
Mi decepción con la capacidad analítica de la columnista se agranda cuando dice que
"la proposición de ley acierta cuando insiste en justificar de manera recurrente la decisión del legislador en términos de interés general. Es algo que puede resultar contraintuitivo, pero tiene lógica y es imprescindible para evitar el reparo de inconstitucionalidad. Así, el texto vincula el interés general con el propósito último de la norma, resumido en la idea de devolver a la política lo que ya solo la política puede resolver. El tiempo dirá si la medida logra tan noble resultado
No. Decir que una ley que autoriza a los maestros a portar armas en la clase mejorará la convivencia en las aulas no añade un ápice de legitimidad constitucional a semejante norma, ni siquiera aunque se repita una y otra vez en el texto legal, como parecen creer los progresistas españoles a juzgar por los textos legislativos que han aprobado a mansalva en los últimos años.
La 'reflexión' sobre el Derecho Europeo acaba reconociendo que un Estado no podría amnistiar los delitos cometidos contra los intereses europeos. ¿Pero los intereses generales de los españoles sí?
En fin, ¿hay que saludar que la proposición de ley no incluya como un nuevo delito el lawfare? ¿Tan bajo pone el listón la columnista a los "suyos"?
III
Vayamos con el tercero. El columnista quiere la paz y la concordia entre los españoles. Y, también en relación con la amnistía, quiere que no nos enfademos y que hagamos una reflexión individual sobre lo que nos mueve a estar a favor o en contra de la amnistía.
Esta forma de proceder es correcta cuando nos encontramos ante una decisión ambigua moralmente. Cuando hay razones a favor y en contra de peso parecido o, al menos, comparable. Pero el columnista debería reconocer que tal no es el caso de la amnistía. Sus compañeras son más cínicas. Sospechan que se trata de una propuesta inconstitucional, inmoral y gravemente perjudicial para la concordia y la convivencia entre los españoles y tratan de hacer de la necesidad virtud resaltando los - inexistentes - aspectos 'salvables' de la amnistía.
Así que nuestro columnista adopta una estrategia diferente. Se dirige, claramente, al votante de izquierdas y le pide que haga examen de conciencia. Que imagine que hubiera sido Vox el que hubiera reclamado al PP una amnistía de sus líderes políticos huidos de la justicia por razones semejantes a las de Puigdemont (un golpe de estado posmoderno pero desde la extrema derecha nacional en lugar de la extrema derecha nacionalista) a cambio de sus votos para la investidura de Feijoo. Al columnista le parece que los dos casos son exactamente iguales, de modo que alguien que pretenda ser coherente intelectual y moralmente debería estar igualmente a favor o en contra de esta amnistía propuesta por Vox.
Si no concuerdan tus dos evaluaciones, si apoyas la clemencia a Puigdemont, pero nunca defenderías una para Abascal (o al revés), entonces seguramente eres una buena persona (y gran amiga de sus amigos, sobre todo políticos (?), pero no tienes un criterio propio, universal y unívoco, sobre la amnistía, sino que está distorsionado por tus gafas partidistas. Con lo que te pediría que, si estás a favor de la amnistía pactada con el PSOE, no intentes dar lecciones sobre sus balsámicos efectos sobre la convivencia (cuando ni tú creías en ellos hace dos meses); y, si estás en contra, no hables del fin del Estado de derecho cuando lo que ocurre es que no te gusta la ideología de los amnistiados.
Mi problema con el contrafáctico es doble. En primer lugar, el interpelado podría decir, descarada o genuinamente, que también estaría a favor (o en contra) de amnistiar a los de Vox. Y eso no mejoraría un ápice la calidad moral e intelectual de su juicio sobre la amnistía de Puigdemont. Este juicio debe valorar la bondad o maldad de la amnistía por sí misma. Es muy difícil para la psicología humana conformada por la Evolución equiparar la conducta de los "nuestros" a la de los "otros" ("a los míos, con razón y sin ella"). En segundo lugar, y sobre todo, la referencia que he puesto en negrita es inaceptable, a su vez, por dos razones. La primera es que mucha gente decente intelectual y moralmente ha acusado a la proposición de ley de acabar con el Estado de derecho en España (y eso es un juicio 'objetivo' que no depende del juicio que me merezca el perdón para los de Vox) y la segunda es que toda esa gente lo dice por razones mucho más valiosas y que no tienen nada que ver con "la ideología de los amnistiados".
La frase final de la columna, pues, es una muestra de la equidistancia tan presente en nuestra conversación pública: los que se oponen a la amnistía lo hacen, por tan malas razones como los que la favorecen. Que en un lado de la balanza esté una amnistía 'realmente-existente' y en el otro una hipótesis altamente inverosímil, no parece perturbar al columnista.
IV
Y por fin, Joaquim Coll en EL MUNDO
Quiero empezar poniendo las cartas boca arriba para que quede claro desde qué perspectiva escribo. Soy un votante socialista habitual porque mi ideología es socialdemócrata y federalista, pero ante todo me considero un liberal político.
O sea, que reconoce que no vota lo que cree que es mejor para España en cada momento - ya saben, no vota popperianamente - sino que vota ideológicamente con independencia de cómo sea la gestión del gobierno. Si un gobierno socialista lo hace mal; si adopta medidas que nos hacen más pobres; si vende el país, si destroza las relaciones entre los españoles, si miente descaradamente, eso no impediría a Joaquim Coll seguir votando socialista porque su "ideología es socialdemócrata y federalista".
Los Coll impiden - como dice Popper - que España tenga malos gobiernos el menor tiempo posible.