Fuente: Wikipedia
Lo que caracteriza a un Estado es el monopolio de la
violencia en manos de una “coalición” formada por el gobernante y un grupo –
nobles – coordinado con éste. El gobernante proporciona seguridad física a los
súbditos y entregan una parte de su producción al gobernante. No lo hacen
voluntariamente pero basta la amenaza de usar la fuerza para que el “cumplimiento”
fiscal se produzca sin que sea necesario el uso efectivo de aquélla para
mantener la ausencia de violencia.
En otras entradas (y aquí) hemos expuesto la tesis de Olson sobre la
formación de los Estados y el paso del bandido nómada – que se dedica al
pillaje de los grupos a los que puede vencer violentamente y que en otras entradas hemos llamado señor de la guerra – y el bandido
sedentario o "con residencia" que está interesado en aumentar la producción de los sometidos a su
monopolio de la violencia en la medida
en que, al aumentar la producción de sus súbditos, aumenten los ingresos del gobernante.
Pero no cualquier aumento de la producción beneficia al bandido sedentario. Si los súbditos, para evitar tener que pagar impuestos al gobierno, dedican su trabajo a la producción de bienes que son más difíciles de gravar porque pueden ocultarse o porque no se aprecian fácilmente por los encargados de cobrar los tributos, los incentivos del bandido nómada para convertirse en bandido sedentario y proporcionar seguridad física a los súbditos – la seguridad física es el más elemental servicio que presta un Estado primitivo – se reducen.
Pero no cualquier aumento de la producción beneficia al bandido sedentario. Si los súbditos, para evitar tener que pagar impuestos al gobierno, dedican su trabajo a la producción de bienes que son más difíciles de gravar porque pueden ocultarse o porque no se aprecian fácilmente por los encargados de cobrar los tributos, los incentivos del bandido nómada para convertirse en bandido sedentario y proporcionar seguridad física a los súbditos – la seguridad física es el más elemental servicio que presta un Estado primitivo – se reducen.
Dice Raúl Sánchez de la Sierra en un trabajo titulado “On
the Origin of States: Stationary Bandits and Taxation in Eastern Congo” (v., aquí para otras notas sobre el trabajo) que, efectivamente, los grupos armados en el Congo toman el control de más
pueblos cuando en esos pueblos se encuentra un mineral, el coltán, un mineral del que
se extrae el tantalio que tiene un gran valor económico porque se usa para
hacer condensadores y resistencias eléctricas. Por el contrario, el número de
pueblos tomados por estos grupos es menor cuando aparece oro en esos pueblos
porque el mineral de oro es más fácil de ocultar y de hacer contrabando con él
y, por tanto, más difícil para el bandido estacionario hacerse con una parte
del oro producido.
Si los grupos violentos forman Estados para gravar a la población, la decisión de formar un Estado en un lugar concreto debe depender de la capacidad esperada para recaudar ingresos tributarios en ese pueblo. La intuición fundamental que está detrás dl modelo es que el valor de la producción en un lugar determinado aumenta los rendimientos derivados de obtener el monopolio de la violencia en esa localidad y en mayor medida cuanto más observable sea la producción para el que recauda los impuestos. En el año 2000 se produjo un aumento brusco de la demanda de coltán y tal aumento del precio llevó a los grupos armados a apoderarse de los pueblos en los que había yacimientos de coltán y a establecer en ellos un monopolio de la violencia y un sistema fiscal estable. Sin embargo, un aumento de la demanda de oro, - el oro es fácil de esconder y más difícil de gravar – no tuvo tal efecto sobre los pueblos en los que había yacimientos de oro
A pesar de la ausencia de un Estado central propiamente
dicho, en el Congo se produce este mineral de una forma bastante organizada
Los grupos armados y, en menor medida las agencias estatales en las áreas controladas por el Estado, afirman su derecho a gravar la producción de las minas. A pesar de la aparentemente caótica distribución d los derechos, el proceso de producción está estrictamente organizado jerárquicamente y los mineros son titulares residuales al menos de forma parcial. Como la extracción del mineral es intensiva en mano de obra, los grupos armados casi nunca hacen el trabajo de las minas por sí mismos. Para obtener ingresos, lo que hacen es exigir tributos calculados en función de la producción. Todo el mundo sabe que hay que pagar tales impuestos y los grupos armados cooperan a menudo con la población ofreciendo protección a comunidades enteras a cambio de que se les paguen tales impuestos.
La comparación con el oro le permite descartar que fueran
otras las razones que explican la “constitución” de Estados. El autor explica,
por ejemplo, que si el producto – el mineral
en este caso – requiere el uso intensivo de mano de obra, la “competencia” por
formar un Estado y monopolizar la violencia será más intensa. Esta
conclusión tiene sentido si la mano de obra es escasa o tiene una “opción de
salida” a bajo coste, es decir, puede abandonar la zona. Pacificarla – y cobrar
impuestos – inducirá a la población a quedarse lo que incrementará la
producción de este tipo de bienes. El autor critica la tesis de la “maldición
de los recursos naturales” según la cual, cuando un Estado tiene acceso a
recursos naturales valiosos depende menos de la población para obtener
impuestos y, por tanto, desarrollará instituciones predatorio y habrá más
violencia. Esta tesis – dice el autor – no distingue el caso de los recursos
naturales cuya extracción requiere un uso intensivo de la mano de obra. En
tales casos, el gobernante tendrá incentivos para monopolizar la violencia,
pacificar la zona y retener una parte de la producción mediante un sistema
fiscal. Lo que puede resultar interesante es aplicar a este caso la idea del torneo que desarrolla Hoffman en el libro del que nos hemos ocupado en otra entrada.
¿Cómo se desarrolla la competencia entre estos grupos armados?
El autor nos dice que
define un bandido sedentario como aquel grupo armado que mantiene el monopolio de la violencia en un determinado lugar por, al menos, seis meses. Los bandidos sedentarios están frecuentemente sólo cuando ocupan un lugar. Los bandidos sedentarios - a los que los observadores y habitantes de los pueblos llaman <> - son un fenómeno muy frecuente en el Congo Oriental. Los habitantes distinguen fácilmente a los bandidos sedentarios y a los nómadas. Los intentos de conquista ocurren cuando un actor violento inicia una lucha armada con otro grupo armado con el objetivo de obtener el monopolio de la violencia en ese pueblo"
Y esas "conquistas" son claramente distintas de las meras razzias o saqueos de pueblos para apoderarse de cualquier cosa de valor (los saqueadores llegan al anochecer y permanecen no más de 30 minutos). Nos dice también que estos grupos armados no son ejércitos disciplinados. Cada pelotón goza de una amplia autonomía, de manera que es difícil que estos bandidos sedentarios logren controlar un territorio muy grande. Pero "la estancia media de un bandido sedentario es de cuatro años" y también lo es la duración media en la que un pueblo está sin ningún bandido sedentario. Lo que aumentaron, cuando subió el precio del coltán, fue el número de "conquistas" y, por tanto, el número de pueblos que estaban controlados por un rudimento de Estado.
Un aspecto interesante del trabajo es que permite barruntar
por qué se forman Estados en unos lugares y no en otros y por qué los Estados
aparecen asociados a la extensión de la agricultura. Los cazadores-recolectores
eran más difíciles de gravar. La producción agrícola es medible y previsible
(tanto cuando hay buenas como cuando hay malas cosechas) lo que hace fácil establecer
un sistema fiscal basado en una proporción de lo producido. Por tanto, en una
comunidad sedentaria que se dedica a la agricultura, “merece la pena” hacerse
con el monopolio de la violencia y participar en la producción de los
agricultores. No es extraño que los pueblos de la frontera pasen de hacer razzias para apoderarse de los bienes de
los pueblos del otro lado de la frontera a convertirse en los gobernantes de
ese otro pueblo y que las fronteras sean los lugares en los que se forman los imperios. El caso de España no es especial: la mayoría de las invasiones
desde la época romana lo fueron de grupos muy reducidos en comparación con la
población existente en la península y los invasores resultaron asimilados
aunque impusieran (en el caso de los árabes y magrebíes) su lengua, su religión
y su cultura. El análisis del trabajo que comentamos, sin embargo, se refiere a una etapa previa a la de la
conquista de un territorio ya organizado como estado por parte de unos
invasores concretos. Se refiere a cómo se pasa de ser una sociedad sin Estado a
una en la que hay quien aspira y obtiene el monopolio de la violencia y qué
circunstancias favorecen tal evolución.