Catedráticos de Pedabobía (¿o de Metafísica?) han elegido este texto del inefable Innerarity para selectividad. Alguien debería abrirles un expediente sancionador por maltratar a los estudiantes, a los inmaduros adolescentes de dieciocho y ambos sexos que se ordenan para acceder a la universidad.
Más vale prevenir que lamentar es un dicho que compendia las virtudes del hombre precavido, desde las cuestiones más corrientes de la vida cotidiana hasta los problemas que tienen que ser gestionados con la responsabilidad de las cosas públicas. Asentada en lo que parece ser una evidencia del sentido común, la prevención viene ganando terreno a la reparación en ámbitos tan diversos como la medicina, el derecho o la política, señalando así una tendencia general de nuestra época. Pero como todos los lugares comunes, que sirven poco si su evidencia nos impide reflexionar sobre ellos, también este puede ser revisado para valorar el uso que de él se hace y sus límites, particularmente en lo que se refiere a la política y el tratamiento de los problemas relativos a la seguridad.
La prevención cuenta a su favor con el hecho de que la política tramita asuntos que tienen que ver, cada vez más, con escenarios futuros, con efectos y causas secundarias de largo alcance que exigen una capacidad anticipatoria más allá de la mera administración o el oportunismo de lo inmediato. Por eso la política está obligada a tramitar más incertidumbres que cualquier otra ocupación. No es posible hacer una buena política ateniéndose únicamente al corto plazo y las demandas del presente. El gobierno de las sociedades complejas requiere una imaginación proyectiva que anticipe escenarios futuros a partir de las tendencias que se apuntan en el presente. Si la política es algo más que la gestión burocrática de experiencias que ya se poseen, si tiene algo que ver con la innovación, uno de los problemas que plantea es que, a diferencia de otras actividades más cómodas, no hay procedimientos incontrovertibles para justificar las decisiones ni criterios evidentes para medir el éxito o el fracaso de tales decisiones. (Daniel Innerarity, La sociedad invisible, 2004
No voy a repetir la frase de Schopenhauer acerca de que, como la vida es corta, más vale no leer libros malos. En los tiempos de cortos span de atención, perderlo con un texto como el transcrito debería ser pecado. Así que, en lugar de un fisking particular, he pedido a la inteligencia artificial de Bing-Copilot que redacte las “críticas que pueden formularse al texto de Innerarity basadas en lo que un lector curioso diría sobre afirmaciones tan banales como que la prevención no siempre funciona, o que hoy se toman más medidas preventivas que hace cien años o que los políticos deben proyectar políticas a largo plazo. Y esta es la respuesta de Bing:
Algunas críticas que pueden formularse al texto de Innerarity basadas en lo que un lector curioso diría sobre afirmaciones tan banales como que la prevención no siempre funciona, o que hoy se toman más medidas preventivas que hace cien años o que los políticos deben proyectar políticas a largo plazo son las siguientes:
El texto no aporta datos ni ejemplos concretos que respalden sus afirmaciones sobre la prevención. Se limita a exponer generalidades y lugares comunes que no profundizan en el análisis del tema. El texto no tiene en cuenta la complejidad y diversidad de los problemas que requieren de prevención, ni las posibles consecuencias negativas o no deseadas de algunas medidas preventivas. Tampoco reflexiona sobre los criterios o principios éticos que deberían guiar la prevención. El texto no reconoce los desafíos y dificultades que implica la prevención en el ámbito político, como la incertidumbre, la resistencia al cambio, los intereses contrapuestos o la falta de consenso. Tampoco propone soluciones o alternativas para superarlos.
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