lunes, 24 de abril de 2017

La generalización de Uber y la individualización de los riesgos

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Biblioteca Nacional Francia

Uber ha creado un nuevo sector social (en EE.UU. son 400.000): el de trabajadores sin cualificación que no reciben la protección frente a los riesgos de la vida que sus semejantes – otros trabajadores sin cualificar – reciben a través del contrato de trabajo. Al no poder proporcionarles ingresos superiores a los que puede obtener un trabajador manual por cada hora de trabajo, los ha lanzado al mundo de la Economía informal, ese mundo tan extenso en los países en vías de desarrollo pero que los países desarrollados habían reducido a la marginalidad. Con ello, la extensión del modelo de negocio de Uber genera el riesgo de sobrecargar el sistema público de protección social condenando a un número cada vez mayor de individuos a depender de la solidaridad social para completar los ingresos que les proporciona el mercado.

El autor se refiere a los riesgos de la vida que, en nuestras Sociedades, se cubren a través o con ocasión del trabajo: la asistencia sanitaria – riesgo de padecer una enfermedad grave – el riesgo de supervivencia – que vivamos más que lo que nos duran nuestros ahorros – y el simétrico de que muramos sin haber podido gastarlos - el riesgo de incapacidad – que no podamos generar ingresos con nuestro trabajo – y el riesgo de productividad – que nos pase algo que haga que, en un período de tiempo no rindamos a nuestro nivel normal (una migraña) o que las condiciones del mercado hayan provocado una disminución significativa del “precio” que recibimos por nuestro trabajo (el revisor en los autobuses o el conductor de diligencias cuando aparece el automóvil pero también el gasolinero de un pueblo cuando se construye una autopista que, naturalmente, no pasa por el pueblo). Hay un riesgo que no veo mencionado en el trabajo que estoy comentando y es que el mercado no pague por nuestro trabajo en determinados momentos más de lo que imprescindible para llevar una vida buena –. Teóricamente, si el mercado laboral es competitivo, esto no puede ocurrir porque si el trabajo no da para comer, los trabajadores no ofrecerán su fuerza de trabajo.


La cobertura colectiva de riesgos y, en particular, ligándola a la relación laboral es una forma eficiente de asegurar a una población (porque las familias de los trabajadores quedan indirectamente aseguradas) si, como hemos dicho, el trabajo por cuenta ajena está generalizado y constituye la ocupación de la inmensa mayoría de la población adulta de un país. Añádase que la relación laboral permite mantener reducidos los “costes” del seguro maximizando así la eficiencia del mecanismo de seguro y reduciendo los obstáculos que plantean la selección adversa y el azar moral. La cuestión relevante en el caso de Uber es el problema de la selección adversa. Si no se obliga a todos los trabajadores por cuenta ajena de un país a asegurarse en condiciones homogéneas, el mercado asegurador colapsa y no hay una prima que permita a la compañía de seguros cubrir los riesgos de todos los sometidos a ellos.

El problema mayor de ligar la cobertura de los riesgos de la vida a la prestación de trabajo es que “encarece” el trabajo y reduce, por tanto, la demanda de trabajo por parte de las empresas o, en términos simples, un país que utilice este sistema para cubrir los riesgos vitales de sus ciudadanos tendrá, ceteris paribus, un nivel de paro mayor (España) que otro que disocie ambos y, por tanto, “abarate” el precio de la mano de obra (EE.UU.). Por eso, los primeros transfieren, cada vez más, la cobertura de algunos de esos riesgos (asistencia sanitaria, longevidad) a los presupuestos del Estado, es decir, los financian a base de impuestos que se cargan sobre toda la población y no sólo sobre las empresas y los trabajadores.

Si el Estado no obliga a todos a asegurarse, aquellos que tengan un menor o más lejano riesgo de caer enfermos o de sobrevivir a sus ahorros (jóvenes), simplemente, no se asegurarán porque la prima que se les exige – calculada teniendo en cuenta el riesgo de enfermedad o de longevidad de toda la población – es excesiva y supera la utilidad que esperan obtener de la contratación del seguro. El problema del azar moral es menos relevante en relación con estos grandes riesgos de la vida porque el individuo tiene los incentivos para no caer enfermo ni para matarse – suicidio – antes de que se le acaben los ahorros que hizo para la vejez. No tanto así con la incapacidad transitoria de obtener ingresos suficientes. La cobertura colectiva del riesgo de productividad está especialmente justificada por el hecho de que la productividad individual depende, en buena medida, de la lotería genética y social. Una cifra que siempre me ha impresionado es que trasladar a un campesino a trabajar en una fábrica multiplica su productividad por cuatro y que lo propio ocurre cuando un individuo del tercer mundo pasa a vivir en un país desarrollado. Pero, en todo caso, la propia existencia de una relación laboral de duración indeterminada asegura al trabajador frente al riesgo de la volatilidad de sus ingresos al trasladarlo al empleador que, a través del salario, le proporciona ingresos más o menos fijos y más o menos constantes.

Tras el velo de la ignorancia, todos estaríamos de acuerdo en organizar la vida social de forma que se cubrieran colectivamente todos esos riesgos. Los humanos tenemos conciencia de ello porque, al vivir desde muy tempranamente en grupos, apreciamos intensamente de qué forma la pertenencia al grupo nos permite protegernos mejor frente a los riesgos generales de la vida.

El modelo de negocio de Uber representa justo lo contrario: desplazar la cobertura de todos esos riesgos a individuos que no están en buenas condiciones de asegurarse, no porque no exista un mercado de seguros, sino porque no son buenos “sujetos asegurables” dado lo magro de los ingresos que pueden obtener y la elevada probabilidad de sufrir los “siniestros” (ponerse enfermos, no ahorrar lo bastante para la vejez, tener “malos” días en la captación de clientes, que aumente el número de coches disponibles en su zona; elevación de los costes de su actividad – gasolina, seguros, accidentes -) sobre cuyo acaecimiento no tienen ningún control.

Y nos dice el autor que el número de empresas sin trabajadores ha venido aumentando en los últimos años (rectius, la ratio de empresas con empleados vs. empresas sin empleados ha venido reduciéndose) lo que está provocando un desaseguramiento masivo de los individuos respecto de los riesgos indicados. El mercado es tan potente, sin embargo, que hay alguna esperanza. El autor nos cuenta que Juno, un rival de Uber, ha organizado su negocio configurando a los conductores como empleados. Nosotros hemos propuesto una solución mejor pero difícil de que surja espontáneamente en el mercado por los elevados costes de coordinación: la mutua. No nos olvidemos, la Revolución Industrial supuso una individualización masiva de los riesgos a los que estaban sometidas las personas, riesgos cubiertos por el grupo – rural – y cuya cobertura desapareció. Tuvieron que pasar cincuenta años para que la Sociedad comprendiera que había que sustituir la solidaridad del grupo por un sistema de cobertura organizada de los riesgos a los que estaban sometidos los trabajadores que pasaron, en masa, del campo a las fábricas en el siglo XIX. En una época en la que los trabajadores sin cualificar sufren un enorme riesgo de quedar al margen, lo último que deberíamos hacer es promover la organización de su trabajo de forma que ni siquiera dispongan de cobertura frente a los riesgos generales de la vida.

Daniel J. Hemel Pooling and Unpooling in the Uber Economy

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tiene totalmente razón, tuve un familiar que recientemente me ha preguntado sobre cuanto se gana con uber recientemente y la verdad es que no estaba seguro pero le recomendé no entrar en este sector, ya que trabajas por tu cuenta y sin ningún tipo de protección por lo que te pueda pasar mediante estas en el "trabajo"

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