martes, 15 de abril de 2025

La Comisión Europea tira 1,2 millones de euros financiando un proyecto de investigación que se llama "Speak for Nature", o sea, la Pachamama y el Derecho



La perspectiva más clásica del problema del cambio climático dice este investigador de la UAM es insuficiente porque 

 "nos toma a los seres humanos como el centro del problema, cuando en realidad, hay muchos otros afectados como ecosistemas, ríos, especies autóctonas, que deben ser atendidos desde una visión global"

Vean. Lo que dice este hombre es una salvajada en términos constitucionales e indica que no se ha leído el artículo 10.1 de la Constitución Española. Es un sujeto de esos que anteponen la justicia para las ballenas a la justicia para los humanos. Que atribuye derechos a especies biológicas que compiten (los derechos) con los derechos humanos. Es uno de esos tipos que nos llevarían a la ruina económica, física y moral. Uno de esos tipos contra los que escribió David Deutsch su libro El comienzo del infinito. En ese libro, Deutsch explica que la Naturaleza, la Tierra, no es una madre amantísima que nos cuida. Es una madrastra terrible que trata de matarnos. Y el planeta no es un vehículo confortable y seguro en el que nos desplazamos en el espacio-tiempo y que tenemos que "cuidar" porque no hay un "planeta B". Es un cohete peligrosísimo que nos lanza a la muerte continuamente y que, gracias a la selección natural y a la coevolución de cultura y genética hemos convertido en un lugar habitable para más de 8000 millones de seres humanos, de los cuales la mitad vive en condiciones razonables (cubre sus necesidades básicas adecuadamente).


Descubro que la Comisión Europea está financiando un proyecto de 'investigación' que se llama 'Speak for Nature' (las gilipolleces lo parecen menos en inglés) nada menos que con un millón doscientos mil euros! Dinero que se podría dedicar a cualquier investigación científica que nos permita adaptarnos mejor al cambio climático: por ejemplo, a la fusión nuclear o a la captura de CO2. El Tribunal de Cuentas europeo acaba de advertir que estamos entregando miles de millones a organizaciones no gubernamentales que, como decía Elías Díaz, pueden resultar estar asociadas a sectas, grupos terroristas o, simplemente, estafadores. Quizá esta advertencia deba aplicarse a los proyectos de investigación que financia la Comisión Europea, especialmente, en áreas de ciencias sociales y humanidades.


Para que se hagan una idea del valor intelectual de las aportaciones que este proyecto está produciendo, basta este párrafo:

Si  partimos  de  la  idea  del  derecho  como  marca  de  época  (Durkheim,  1902 le he preguntado a Copilot y Durkheim nunca utilizó la expresión "marca de época" para referirse al Derecho) o bien de la puja por su sentido en el campo jurídico (Bourdieu, 2000. Bourdieu no pudo decir semejante sinsentido: "la puja por el sentido del derecho en el campo jurídico"), este reconocimiento de derechos puede ser observado desde otros prismas. En el campo jurídico se han traducido miradas sobre el tema que dieron lugar  a  diversas  fisonomías.  Primero,  al  acento  se  colocó  en  un  conjunto  segmentado de recursos explotables y apropiables que después derivó en un derecho de los recursos naturales que postula su explotación racional (Rèmond- Gouilloud, 1994). Más tarde, el ambiente fue considerado como medio que nos rodea y que debemos proteger con mayor o menor impronta antropocéntrica.  Más  recientemente,  y  a  partir  de  las  experiencias  de  Ecuador  primero  (2008), y de Bolivia después (leyes 71/2010 y 300/2012 y Constitución de 2009), como un sujeto que es portador de derechos. 

 En el año 2008, Ecuador dio un paso significativo al incorporar en su texto constitucional el reconocimiento de los derechos de la naturaleza, personificada también como Pachamama. Esta inclusión se inspiró en las cosmovi-siones  de  los  pueblos  indígenas,  especialmente  los  andinos,  así  como  en  los  movimientos sociales y ecologistas (Acosta y Martínez, 2009). Este innovador enfoque  jurídico  marcó  un  quiebre  en  la  tradicional  traducción  legal  que  considera a la naturaleza como un mero recurso para la explotación humana o un medio al que proteger y, en cambio, la reconoció como un ente con derechos propios que merece protección y respeto.  

Ahora resulta que Ecuador o Bolivia son los adelantados en materia de Derecho Constitucional. Es como fijarnos en Arabia Saudí como modelo de protección de los derechos de la mujer o en Irán como modelo de protección de los derechos de los homosexuales ¿Es casual que estas gilipolleces estén teniendo éxito en Latinoamérica? (la autora añade a Ecuador y Bolivia a Colombia, Chile y Argentina) Ahora que se ha muerto Vargas Llosa, ¿estamos asistiendo a la resurrección del perfecto idiota latinoamericano? Los americanos viven cada vez peor. No nacen niños y los políticos americanos son los más incompetentes, malvados y corruptos de la Historia y los americanos emigran en masa a Estados Unidos y Europa. Y a esto es a lo que se dedican los pretendidos intelectuales. Financiados por la Unión Europea. Y "publicados" nada menos que en la ¡Revista de Estudios Políticos, 204, abril/junio (2024), pp. 191-212, una revista que pertenece al Centro de Estudios Políticos y Constitucionales y que financiamos con los impuestos de los españoles. ¿Así funciona el peer review en Derecho?


Pero la altura de las gilipolleces no cesa de aumentar. Un poco más adelante, la autora se refiere a un activista llamado Aníbal Falbo cuyos textos considera "un antes y un después" ("un parteaguas"):

Un parteaguas en este sentido ha sido la propuesta de revisión  iniciada  por  Aníbal  Falbo,  quien  posó  su  mirada  sobre  la  palabra  habitante  del  art.  41  de  la  constitución  argentina.  Este  texto  es  el  que incorporó  en  1994  el  reconocimiento  del  derecho  a  un  ambiente  sano  para  todos los habitantes, así como su deber de preservarlo. Su punto de partida es el siguiente: ¿por qué nunca nos detuvimos en pensar el contenido del vocablo habitantes? El mismo autor se responde a sí mismo: por nuestras lentes antropocéntricas, que hoy en día se ven interpeladas frente al desarrollo de perspectivas bio y ecocéntricas que se debaten en la región. En ese sentido, afirma el autor que «el biocentrismo impacta con fuerza en el dato normativo «habitantes» de manera tal que ese término se interpreta como incluyendo, pero a la vez excediendo, a los humanos. En concreto ya no puede afirmarse que esté referido solo a los humanos sino también a todo el resto de los que «habitan», como los animales, los vegetales, los ríos, entre otros» (Falbo, 2017: 141)... A partir de esta interpretación, sostiene que los habitantes del art. 41 son los  seres  animados,  los  seres  inanimados  (como  montañas  o  nubes),  los  elementos naturales (como los ríos o el suelo), los seres o elementos complejos (como el clima o la biodiversidad), los seres artificiales (ciudades) y los seres y elementos  futuros  de  acuerdo  con  la  lógica  de  la  tutela  de  las  generaciones  futuras.

Se puede decir una gilipollez mayor, pero es difícil. Porque nadie, hasta este activista, había sido tan excéntrico como para no entender "habitantes" según su sentido "natural", o sea, los seres humanos que viven en un territorio. 


Estamos financiando el mal. Estamos financiando la ruina futura de Europa y de la América hispana. Ni un euro para estos salvajes que pretenden hacernos volver a la ciencia premoderna ('saberes ancestrales').

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