martes, 1 de abril de 2025

La eficiencia del seguro en la sociedad


Frederick Kiesler. Instalación en el Moma

El seguro es como una religión. El seguro es como una religión primitiva. Es la religión de las personas que creen que, al tener un seguro, pueden alejar el mal

Franz Kafka

Lo que sigue son extractos de las Conclusiones de un TFM presentado en la UAM bajo la dirección de Nuria Bermejo por Dominik Gabriel Frydrych con el título ¿Es eficiente para una sociedad que los riesgos estén asegurados? en el marco del Master de Investigación Jurídica, un master que debería tener más éxito que el que tiene, a mi juicio, porque el plantel docente y las cuestiones estudiadas son excelentes. 

La frase de Kafka la cita el autor del TFM y, como muchas de los grandes novelistas, encierra una 'intuición portentosa' (¿recuerdan el principio Anna Karenina?) porque, en efecto, lo primero en la vida social humana fue el aseguramiento recíproco. Al compartir los excedentes de comida con otros miembros del grupo, los humanos aprendieron a "alejar el mal" (la muerte por inanición porque la mala suerte, los accidentes o los depredadores impidieran a un miembro del grupo capturar suficiente alimento). 

El trabajo no hace 'avanzar el conocimiento' pero tampoco ese debería ser el objetivo de un TFM o un TFG. El estudiante debería demostrar que domina una cuestión intelectual y prácticamente relevante del Derecho. En el caso, la multiplicación de los derivados y su utilización con fines puramente especulativos, convirtió a un mecanismo de seguro en una "arma de destrucción masiva" porque no asignó los riesgos eficientemente, al contrario, generó una concentración de riesgos en sujetos - cajas de ahorro, compañías de seguros convertidas en máquinas tragaperras - que estaban en peores condiciones de gestionarlo. Tener más seguros, pues, no significa necesariamente que exista una asignación eficiente de los riesgos en una sociedad. Sin embargo, el seguro es casi 'una comida gratis' para la Humanidad, lo que explica la asociación con los fenómenos religiosos. 

Dice Frydrych sobre la eficiencia del seguro en la sociedad:

La frontera entre riesgo (cuantificable) e incertidumbre (no cuantificable) determina los límites naturales del aseguramiento. Mientras los riesgos pueden gestionarse mediante cálculos actuariales, la incertidumbre exige mecanismos más flexibles y adaptativos. El cálculo actuarial representa la columna vertebral del sistema asegurador, pero resulta insuficiente sin la incorporación de factores socioculturales que moldean la percepción del riesgo y condicionan la aceptación de los productos aseguradores. 

Toda protección implica un costo de oportunidad ineludible. La eficiencia del seguro debe evaluarse mediante un análisis riguroso que contraponga los beneficios de la transferencia del riesgo frente a los recursos que podrían destinarse a otros fines productivos. El seguro, en su esencia, facilita la transferencia del riesgo individual a un colectivo, permitiendo una distribución más eficiente de las pérdidas económicas derivadas de eventos adversos. Sin embargo, esta función se ve comprometida por asimetrías informativas, costos transaccionales y sesgos conductuales. 

La eficacia del sistema asegurador depende crucialmente de la confianza institucional. La percepción de opacidad, complejidad o injusticia erosiona esta confianza, socavando la demanda de seguros y sus beneficios sociales potenciales. Los derivados climáticos, seguros comunitarios y securitization de riesgos catastróficos representan soluciones innovadoras para contextos donde el seguro tradicional resulta ineficiente. Su implementación requiere diseño meticuloso, regulación adecuada y participación comunitaria activa. 

La eficiencia del aseguramiento de riesgos en una sociedad no admite respuestas absolutas, sino que está determinada por condiciones específicas que definen su valor en la sociedad: El seguro alcanza su máxima eficiencia cuando opera sobre riesgos cuantificables, recurrentes y diversificables. Frente a incertidumbres sistémicas – como pandemias o crisis climáticas – su eficacia disminuye, requiriendo complementarse con mecanismos alternativos como la securitization o intervención estatal. 

La estandarización excesiva de pólizas erosiona su eficiencia al ignorar contextos específicos. Los derivados climáticos y seguros comunitarios demuestran que la adaptación contextual no solo es posible, sino necesaria para maximizar su valor social. 

La asimetría informativa constituye la amenaza más persistente para la eficiencia aseguradora. La revolución digital ofrece herramientas sin precedentes para mitigarla, pero plantea simultáneamente desafíos éticos sobre privacidad y equidad. 

La percepción social del riesgo condiciona profundamente la eficacia del seguro. El valor percibido de la transferencia del riesgo varía según factores culturales, educativos e institucionales que trascienden el mero cálculo actuarial, aunque este forme el punto de partida tradicional. 

Retornando a la analogía de Kafka que abrió esta investigación, podemos ahora apreciar su profunda intuición: el seguro efectivamente opera como una “religión” en tanto transforma nuestra relación con lo incierto. Sin embargo, contrario a la interpretación inicial, no se trata de un pensamiento mágico que pretende evitar el mal, sino de un mecanismo racional que transforma nuestra vulnerabilidad individual en resiliencia colectiva. La verdadera “magia” del seguro no radica en prevenir el siniestro, sino en algo más sutil y poderoso: convertir la incertidumbre individual en certidumbre colectiva, permitiéndonos habitar un mundo de riesgos con la tranquilidad necesaria para emprender, innovar y desarrollarnos. 

Esta transformación, cuando se implementa bajo las condiciones adecuadas, constituye quizás uno de los avances más significativos de la civilización moderna: la capacidad de redistribuir eficientemente no solo la riqueza, sino también el riesgo, permitiendo que fluya hacia quienes están mejor posicionados para soportarlo.

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