“La vida de la inmensa mayoría de los que vivieron antes de la Revolución Industrial era miserable”. Malthus creyó encontrar una Ley que explicaba esta condena a la miseria para los seres humanos: la producción de alimentos crece aritméticamente mientras que la población lo hace geométricamente. Cuando mejora la producción de alimentos, se acelera el aumento de población, lo que reduce la cantidad de alimentos disponible para cada individuo. La población, en consecuencia, se reduce, lo que aumenta el bienestar individual, lo que provoca un aumento de la población y una reducción de los alimentos per capita y así sucesivamente. La “trampa malthusiana”.
Este trabajo de Lemin Wu dice, osadamente, que Malthus acertó en la predicción pero no en la explicación del proceso porque no tuvo en cuenta que la misma lógica no puede aplicarse a la producción de bienes – como el trigo – que contribuyen a la subsistencia y bienes – como los diamantes – que carecen de valor de uso (“bienes excedentarios”). Ambos satisfacen “necesidades” individuales pero la teoría malthusiana se aplica solo al sector de la subsistencia. Si aumenta la producción de diamantes (mejora la tecnología para su producción) “el individuo medio disfrutará, en el largo plazo, de más bienes excedentarios y, con ello, de un mayor nivel de vida, sin que eso signifique que deba disfrutar de menos bienes de subsistencia”. Una mejora en la producción de alimentos afecta al crecimiento de la población – se acelera – pero una mejora en la producción de bienes de lujo no lo hace, o, por lo menos, no tiene por qué tener tal efecto. Por tanto, el incremento general del excedente de producción, cuando afecta a bienes que no sean de subsistencia genera un aumento del bienestar – que depende del excedente total y no solo del excedente en la producción de alimentos - que no se ve contrarrestado por un aumento de la población. El incremento de la población vendrá limitado por la producción de alimentos, pero la población alimentada podría acumular bienes excedentarios y, con ello, incrementar su bienestar de forma continuada.
No ocurrió así. El bienestar no aumentó hasta la Revolución Industrial por lo que, concluye Wu, hay que buscar otra explicación distinta de la de Malthus. La de Wu se funda en la evolución del tamaño de los grupos. Si los grupos estuvieran aislados, los grupos que inviertan en bienes de subsistencia crecerían en número pero estarían sometidos a la trampa malthusiana y los que lo hicieran en bienes excedentarios verían aumentar su bienestar. Dada la prevalencia de los primeros – son los que más crecerían en número - sobre los segundos, el bienestar medio no se vería modificado significativamente. Pero si añadimos la emigración (incluida la violenta) desde los primeros a los segundos (a la que se ven inducidos los primeros porque es la mejor alternativa a la de morirse de hambre), la trampa malthusiana se extiende a toda la sociedad porque los que emigran desde el grupo de subsistencia imponen su “tecnología” a los grupos a los que conquistan reduciendo a la miseria – a la subsistencia – a los grupos conquistados. La caída de imperios como el romano – que alcanzó niveles de bienestar muy superiores a los de los pueblos allende sus fronteras – se explica porque los bárbaros, sometidos a una cultura de subsistencia acabaron invadiendo el imperio, no porque el imperio romano estuviera bajo la inexorable aplicación de la trampa malthusiana.
Esta idea se corresponde con la expuesta por Ian Morris en Why the West Rules, for now?. Lo más interesante de ese libro no es – como cree este recensor – la contraposición entre Este – China – y Oeste, sino el “fin de la Historia” que se produce cuando las estepas centroasiáticas son, finalmente, controladas por los imperios chino y ruso y desaparece la amenaza constante (uno de los 5 jinetes del Apocalipsis) sobre China y Occidente representada por las periódicas invasiones protagonizadas por esos pueblos, muy inferiores en términos culturales y tecnológicos pero superiores militarmente. La tesis de Wu “encaja” también con las explicaciones existentes para el predominio de los agricultores sobre los cazadores-recolectores una vez que se introdujo la agricultura hacia el año 10.000 a. C. La agricultura permitía subsistir a grupos mucho más grandes a costa de una “calidad de vida” individual aparentemente inferior.
La tesis ha sido criticada señalando que es demasiado complicada para dar cuenta de la vigencia de la trampa malthusiana hasta la Revolución Industrial. Dice K. Smith que la Revolución Industrial, simplemente, permitió multiplicar la producción de alimentos y de bienes que mejoraban las posibilidades de subsistencia a una velocidad superior a la que la humanidad podía tener niños (“we hit a sweet spot where mechanical devices – capital – could be replicated faster than humans”). Pero no creemos que esto sea una refutación. Lo que ocurrió es que la Revolución Industrial permitió a Gran Bretaña salir de la trampa malthusiana y se extendió lo suficiente con la suficiente rapidez como para que el “nuevo” equilibrio fuera sostenible antes de que aparecieran nuevos bárbaros o cualquier otro jinete del Apocalípsis y se cargaran el imperio británico a lo que ayudó y mucho la enorme emigración europea que se produjo hacia América. No en vano se ha sostenido que la aceleración del crecimiento económico debe mucho a que las ampliaciones del tamaño de los mercados y, en consecuencia, de la intensidad y envergadura de los intercambios y la especialización no se vean interrumpidas por invasiones, guerras, epidemias o catástrofes naturales incluyendo, – muy importante – las alteraciones del clima.
Habría que añadir que el aislamiento del grupo que prospera de los grupos que viven en régimen de subsistencia debería haberlos salvado de la trampa malthusiana. El problema es que, si el comercio y la especialización son, a su vez, la causa de la prosperidad del grupo, su aislamiento tendería a reducir la “velocidad” en la mejora de su bienestar (recuérdese lo que se decía de la conquista de América por los europeos: Europa obtuvo un nuevo mundo y América obtuvo la viruela).
Es una batalla entre la selección individual y la selección grupal. Los individuos prosperan aunque su prosperidad se haga a costa de la prosperidad del grupo, hasta que el grupo, para sobrevivir, machaca a los individuos o el grupo desaparece a manos de otro grupo que pueda sostener un nivel de cooperación interna más intenso. La cooperación entre los individuos de un grupo nace y se refuerza en competencia con otros grupos.
Aquí va el resumen de su tesis en palabras del propio Wu.
To explain the puzzle, I propose the theory of group selection. Selection takes place in the spread of subsistence cultures and technologies. Subsistence technologies are those methods of production that raise subsistence productivity more than they raise surplus productivity. A subsistence technology lowers the ratio of surplus to subsistence. As a result, it causes the equilibrium living standards to decline and drives the people who adopt it to migrate abroad for a higher living standard. In contrast, a surplus technology raises the living standards and attracts immigration. The natives who learn the surplus technology are reluctant to go to the “gentiles" to spread the “gospel". Therefore, migration is biased from the subsistence-rich regions to the surplus-rich regions. It spreads subsistence technologies faster than surplus technologies.
Ironically, subsistence technologies get spread faster by making people worse off. The paradox arises because individuals do not take into account the effect of their behavior on group welfare. An 18th-century Irish peasant would not refrain from cultivating potato - a crop imported from America - by foreseeing the misery of a denser population. Even if he refrained, he could not stop the other peasants from tilling potato and bearing more children. Everyone seeks a better life; each pursues her own agenda; but collectively, they evoke “the tragedy of the commons". If there had been no such biased migration, then living standards would have grown steadily as long as surplus productivity grows faster than subsistence productivity. However, migration offsets the local advantage of surplus growth by the global advantage of subsistence spread. Left alone, every place would have prospered; but globally, they are held in check by the interlock of selection-migration selects technologies by their surplus-subsistence characteristics. Selection picks the poverty-stricken and makes their lifestyle prevail. The same logic extends from technology to culture. Culture is the social norm that sorts out winners and losers. Winners gain status, respect and the favor of the other sex. To be such a winner, people show off in galleries and theaters, on catwalks and boxing rings. These surplus cultures divert resources from supporting a larger population to promoting one's relative status in society. In other words, if we define the growth rate of population as the group fitness, surplus promotes individual fitness at the expense of group fitness.
The demand for surplus is the individuals' Nash equilibrium strategy, commonly held and genetically programmed, that survives natural selection and makes us who we are. No art or music would be possible but for the demand for surplus; and none would demand surplus but for the conflict of interest between individual and group. By the measure of fitness, surplus consumption is a prisoner dilemma; yet by the measure of utility, it is a blessed curse.
Surplus culture makes people better off. It requires one to spend more on surplus and less on subsistence. As a result, population is lower than if the surplus culture is absent. In the long run, the average subsistence will hardly be affected but the average surplus will become larger. Overall, surplus is “socially free": when people desire more, they receive more in the end; and they do not have to pay for it by sacrificing average subsistence. The people who pay for the surplus are those who would have been born. However, surplus culture has a limit.
Hedonism is checked by migration and invasion. It makes a people vulnerable to greedy neighbors: the high surplus attracts the invaders; and the low subsistence means fewer people to defend it. This is why the “arms race" of conspicuous consumption does not spiral out of control. Locally, the race might escalate; globally, it is suppressed by group selection. I call the process group selection because culture is a group characteristic. Culture affects the fate of the group; and by doing so, it decides its own fate. By suppressing surplus culture, group selection traces out a path of balanced growth. Along the path, mankind were trapped for tens of thousands of years in the constancy of living standards…
Ver también, Entertaining Malthus:Bread, Circuses and Economic Growth, Lemin Wu1, Rohan Dutta David K. Levine, Nicholas W. PapageorgePursuing the individual fitness hurts the group fitness. The height of redwoods, the tails of peacocks, the colors of male guppy and the surplus of human society all are governed by the same principle of evolutionary biology: conflict is universal between group and individual, hence surplus is prevalent in nature. Surplus tends to escalate under the force of individual competition, but group selection harshly suppresses it.
We augment a simple Malthusian model by allowing agents to consume something besides food. Whereas food (in our case: bread) is both enjoyable and necessary for survival, the other good, circuses, is pure entertainment: it has absolutely no impact on survival, but does enhance the quality of life. With this very simple modification, we show that, whereas food supply may remain at subsistence, technological change will have a great impact on the consumption of everything else. Most strikingly, though the population remains bound by a Malthusian constraint, sustained improvements to living standards can no longer be ruled out
1 comentario:
Creo que se equivocaba completamente pero por otras razones. Básicamente porque los malthusianos asumen, intersadamente seguramente, que la capacidad de inventiva del hombre no puede hacer que sus recursos limitados - aparentemente en lo físico - no puedan multiplicarse con nuevas técnicas y descubrimientos.
Hace menos de un siglo era impensable que Murcia fuera la huerta de Europa porque es una región sin agua (Y con todos los problemas actuales que se quieran actualmente que existir, existen) o que, simplemente, donde antes había una cosecha anual ahora puede haber tres o cuatro.
Malthus ya fué contradicho por los hechos por Julian Simon como se puede leer aquí http://www.liberalismo.org/articulo/34/82/farsa/apocalipsis/ecologista/ y aquí http://arvo.net/luis-olivera/apuesta-sorprendente/gmx-niv881-con9404.htm aunque Economist (Cada vez menos fiable?) parece aportar datos nuevos http://www.economist.com/node/21525472 que, no obstante, no parecen tener en cuenta que los mercados incrementan los precios de la vieja apuesta por razones coyunturales y a menudo especulativas puras, los números deben ser considerados estructuralmente mejor que coyunturalmente para este tema. En todo caso, a considerar.
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