En los últimos tiempos se observa que es creciente el número de jueces que piden la excedencia para trabajar en un despacho de abogados, especialmente jueces de lo mercantil. ¿Es bueno o es malo? Mi impresión es que es una tendencia saludable para la judicatura y para la abogacía.
Históricamente, sólo los abogados del Estado y los catedráticos de Derecho se “pasaban a la privada”, reflejo sin duda de que el valor de mercado de su formación y capacidad era muy superior al salario que recibían del Estado. Esta oportunidad de poner en valor dicha formación y capacidad en el mercado privado atraía hacia las oposiciones correspondientes a los más capaces. Se produce así, un círculo virtuoso: los estudiantes más despabilados preparaban abogacía del Estado o cátedras en la seguridad de que, aunque el salario público no era muy elevado, podrían obtener fácilmente ingresos muy superiores trabajando para el sector privado. Con los jueces, al igual que con los Administradores Civiles del Estado o los inspectores de Hacienda, no ocurría lo mismo (aunque los niveles de excedencia son muy diferentes entre estos funcionarios). Probablemente porque los salarios de los jueces eran “de mercado”, en el sentido de que el mercado privado no estaba dispuesto a pagar mucho más a los jueces.
El caso de los notarios y registradores es diferente porque los ingresos públicos que reciben estos funcionarios son claramente competitivos con los que podrían obtener ejerciendo privadamente su profesión. Por eso hay tan pocos registradores o notarios en excedencia.
El Estado no se ve perjudicado por esta tendencia porque, a cambio de realizar el “proceso de selección”, logra que personas muy capaces trabajen para el Estado, durante algunos años al menos, recibiendo un salario muy inferior al de mercado reteniendo, no obstante, aquellos que, por sus particulares características personales exigirían una remuneración por encima de la de mercado a cambio de renunciar a la “dignidad” de ser funcionario público y las ventajas honoríficas y de bienestar mental que proporciona saber que estás trabajando para el interés general (por no hablar de la calidad de vida que supone que el trabajo no sea, normalmente, estresante; que puedas organizar tu tiempo de trabajo en buena medida; que no tengas un jefe en el cogote cada día y, en fin, que pueda “tocarte” un caso que te haga pasar a la Historia).
Con el crecimiento económico y la creación de la jurisdicción mercantil, las cosas han cambiado. Los jueces de lo mercantil pueden “señalizar” su calidad en sus sentencias y los grandes despachos de abogados obtienen información sobre esa calidad con mayor frecuencia y precisión porque los juzgados de lo mercantil entienden de asuntos importantes económicamente y de los que se ocupan, cada vez más, los grandes Despachos cuyos departamentos de litigios crecen.
Como decimos, la tendencia nos parece saludable.
En primer lugar, esta nueva oportunidad atraerá a más jóvenes talentosos hacia la carrera judicial. Habrá menos jueces tontos en media y menos jueces poco ambiciosos (en el sentido de jueces preocupados por hacer bien su trabajo). Dado que el pool de graduados en Derecho es enorme, cabe esperar una mejora de la calidad media de los jueces aún cuando la media del pool de estudiantes sea de menor calidad que hace treinta años.
En segundo lugar, los jueces en ejercicio tienen un incentivo añadido para realizar su trabajo esforzándose en producir sentencias de calidad si saben que hay un nuevo “vigilante” en el mercado: los grandes despachos, que examinarán si sus sentencias son buenas o malas; si el juez es un vago o un esforzado trabajador y si el juez es un tipo decente o un corrupto.
En fin, al ser los grandes despachos los que pueden contratar a estos jueces con mayor probabilidad, la salvaguardia de su propia reputación evitará, en buena medida, que se seleccione a los jueces más corruptos, esto es, que se utilice a los jueces más dispuestos a corromperse ofreciéndoles, a cambio de una sentencia favorable, la posibilidad de ser contratado por el Despacho. En todo caso, habrá que vigilar a estos jueces en la “fase final” de su estancia como jueces de lo mercantil. Pero no me parece que haya un riesgo elevado de corrupción. Simplemente, ex post, puede determinarse fácilmente si el juez favoreció al Despacho que luego le contrató.
En el corto plazo, la calidad media de los juzgados de lo mercantil puede verse reducida porque los mejores abandonen la profesión. Pero, en el largo plazo, creo que casi todo son ventajas.
7 comentarios:
noticia antigua...
http://www.expansion.com/2010/10/07/juridico/1286477407.html
la más mdoerna es la tendencia contraria
http://www.expansion.com/2014/02/11/juridico/1392144934.html?a=44a4196bc0ccb16f5b20d83600bf1605&t=1402486394
vamos, que de ser "su señoría" a que tener a un cliente coñazo en la chepa el fin de semana va un tramo... aunque la pela es la pela!!
Lo q la noticia demuestra es que los Despachos también se equivocan, lo que es lógico en mercados nacientes. Conforme la tendencia se estabilice, los despachos se equivocarán menos y los jueces, también
O sea que en este caso la puerta giratoria esta muy bien y tal.
Apliquemos el mismo razonamiento a nuestros políticos:
"Esta nueva oportunidad atraerá a más jóvenes talentosos hacia la carrera política. Habrá menos gobernantes tontos en media y menos gobernantes poco ambiciosos (en el sentido de gobernantes preocupados por hacer bien su trabajo). Dado que el pool de graduados en Derecho es enorme, cabe esperar una mejora de la calidad media de los políticos aún cuando la media del pool de estudiantes sea de menor calidad que hace treinta años.
En segundo lugar, los políticos en ejercicio tienen un incentivo añadido para realizar su trabajo esforzándose en producir políticas de calidad si saben que hay un nuevo “vigilante” en el mercado: las grandes empresas, que examinarán si sus políticas son buenas o malas; si el gobernante es un vago o un esforzado trabajador y si es un tipo decente o un corrupto.
En fin, al ser las grandes empresas las que pueden contratar a estos políticos con mayor probabilidad, la salvaguardia de su propia reputación evitará, en buena medida, que se seleccione a los gobernantes más corruptos, esto es, que se utilice a los políticos más dispuestos a corromperse ofreciéndoles, a cambio de una política favorable, la posibilidad de ser contratado por la empresa. En todo caso, habrá que vigilar a estos gobernantes en la “fase final” de su estancia en la Administración o en los Parlamentos. Pero no me parece que haya un riesgo elevado de corrupción. Simplemente, ex post, puede determinarse fácilmente si el político favoreció a la empresa que luego le contrató".
Y tan felices.
Una muestra más del inquietante pasteleo existente entre los Jueces de lo Mercantil y los Profesores-abogados de Mercantil.
Apud I. Díez-Picazo Giménez ("La dudosa conveniencia de los Juzgados de lo Mercantil", Tribunales de Justicia, 8-9, 2002, p. 5): "En un momento dado... alguién preguntó al prof. Jaeger si en Italia había tribunales especializados en temas concursales. Su intervención, en lo que recuerdo, fue muy breve y fue la siguiente: "sí, hubo un tiempo en que hubo secciones especializadas en temas concursales en los Tribunales de Roma y de Milán. Varios de sus miembros acabaron en la cárcel"".
A mí me pasa como a Gabriel, me dan bastante miedo esas relaciones, pues los sistemas de control en este país fallan más que una escopeta de feria y los riesgos de captura se agravan notablemente.
Es curioso lo de este país, empeñado en restringir a los jueces derechos que todo ciudadano tiene y cuyo ejercicio, la verdad, no genera mayores problemas (por ejemplo, la libertad de opinar sobre lo que les dé la gana siempre y cuando no tenga que ver con sus quehaceres o el derecho de huelga) y luego, en cambio, no se establezcan los más mínimos controles cuando actúan en relación a otros operadores jurídicos, incluyendo abogados, hasta en los casos en que hay dinero de por medio.
El otro día lo comentábamos también a cuenta de esa recusación que no te parecía razonable, Jesús, de un juez que había dado sesiones de formación a los abogados de un despacho. A mí no sólo es que sí me parece razonable, es que creo, además, que en esto es mejor pasarse de prudente que de osado.
En cuanto a lo que comenta Gabriel, en Valencia tenemos el primer gran ejemplo de que lo que pasaba en los Tribunales de Roma y de Milán no está tan lejos, aunque aquí de momento estemos sólo ante sanciones disciplinarias del CGPJ (algo ya de por sí muy poco frecuente):
http://www.europapress.es/comunitat-valenciana/noticia-confirmada-sancion-juez-presencia-nombrar-administradores-concursales-alumnos-cursos-organizaba-20131023154635.html
Y esto, me temo, no ha hecho más que empezar.
Gabriel, Andrés,
Exageráis. La comparación entre un juez de 1ª instancia y un ministro no es aceptable. Lo de Jaeger está muy bien para los jueces de lo concursal. Por eso hay que aumentar el número. Pero los anglosajones y los germanos tienen políticos de mayor calidad y no creo que sufran el pasteleo y el capitalismo de amiguetes tanto como los del sur.
Ya nos gustaría que "los estudiantes más despabilados" quisieran ser catedráticos. Eso no puede decirlo en serio quien conoce la universidad española y trabaja en ella. La entrada se sitúa en una perspectiva puramente económica, como si estuviéramos ante un saludable y natural intercambio o flujo de talento entre el sector público y el privado. La realidad es bien distinta: los abogados del Estado, v. gr., no son captados por sus indudables méritos como juristas, sino por su agenda de contactos en el ministerio o en el regulador. Por lo que hace a los jueces, el mayor valor que aporta un juez de lo mercantil que ejerce la abogacía no es otro que un amplio conocimiento ... de sus compañeros, los jueces de lo mercantil. En cualquiera de los casos, lo cierto es que el paso de los jueces al sector privado sigue siendo muy infrecuente, casi anecdótico, tal vez porque se trata de una profesión fuertemente vocacional, que no tiene parangón en el ámbito privado, pues un juez no es un abogado ni un árbitro. La transformación de un juez en un abogado siempre se me ha antojado difícil y prueba de ello es el resultado, más bien pobre, que hasta el momento han dado esas salidas y entradas, porque de eso estamos hablando, de "puerta giratoria" y no de otra cosa.
Palabras rimbombantes para lo que no es más que una versión localizada de la famosa puerta giratoria y un incentivo evidente para la corrupción, que no quieren ver los potenciales corruptores y corropidos. Hablo con conocimiento de causa porque conozco muy bien, de primera mano, de ambos mundos
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