Foto: Roberto García Fadón
En las sociedades matrilineales, la descendencia pasa por la madre, y el padre no pertenece al mismo linaje que sus hijos. En vez de ello, pertenece al mismo linaje que los hijos de su hermana. Relatos anecdóticos indican que esto provoca una brecha en el seno de la familia que conduce a la discordia y a la falta de cooperación, lo que ha llevado a los antropólogos a preguntarse por qué surgiría y se extendería por el mundo un sistema familiar de este tipo. Es lo que se conoce como el rompecabezas matrilineal.
Un estudio reciente de Lowes abordó esta cuestión directamente examinando las consecuencias del parentesco matrilineal entre los habitantes de una gran ciudad, llamada Kananga, en la República Democrática del Congo, que se encuentra cerca del límite de una franja de sociedades matrilineales que se extiende a través de África, llamada el cinturón matrilineal. Mediante el uso de encuestas y juegos de comportamiento y la comparación de los individuos que pertenecen a un grupo étnico justo a un lado de la frontera del cinturón matrilineal con los de los grupos étnicos justo al otro lado, Lowes pudo obtener estimaciones convincentes de las consecuencias del parentesco matrilineal. La autora comprobó que, como afirmaban los antropólogos, los matrimonios matrilineales provocan que haya menos cooperación entre el marido y la mujer, pero también que las mujeres tengan más poder y controlen en mayor medida los recursos familiares. En consecuencia, los niños en estas sociedades presentan mejor salud, tienen más formación y tasas de mortalidad más bajas… Dados tales descubrimientos, tal vez la pregunta sea: ¿Por qué no todas las sociedades son matrilineales?
Nathan Nunn, The historical roots of economic development, 2020
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