sábado, 25 de enero de 2020

¿Por qué el carlismo termina siendo una suerte de ideario regional confinado en el Norte de España?




@thefromthetree
… Acaso cupiera pensar que la población vasco navarra y el montañés catalán se hallan más dentro de la vida campesina que el resto de los españoles en general"… No hay inconveniente en admitir nuestro ruralismo metafísico, en el que pudiera haber cierta gradación, siendo vascos, navarros y catalanes presa más firme del espíritu de la tierra que los demás españoles. Los carlistas más combativos, en todo caso, los ha dado Cataluña… las partidas carlistas catalanas no cedieron nunca ni en fanatismo ni en ferocidad a las vasco navarras"… Los primeros clérigos que se echaron al campo fueron los catalanes. La primera junta teocrática fue la Junta Suprema de Cataluña con sede en Manresa. Las provincias catalanas constituyeron centro de la rebelión ultramontana tan difíciles de domar como los de la Burunda. … Por otro lado… <>. En efecto, por sus ideas, sus costumbres y su planta física, el vasco es un pueblo esencialmente rústico, una sociedad de aire libre que discute los negocios públicos al pie de un árbol... el carlismo se reconocía anacrónico. Había triunfado en España en la medida en que podía abrirse camino y más lejos no hubiera ido nunca de no haberle favorecido, al cabo de setenta años, el tremendo accidente histórico que entregó los destinos de España al general Francisco Franco a principios de 1939... había de dar guerra el carlismo, que será una fuerza en tanto no se modifique la planta de la sociedad española... tendría vida en tanto en España no se creara aquella atmósfera urbana que reconcilió el alma salvaje de Ramón Cabrera con la civilización... La agresión absolutista que se desncadena con la insignia de Dios, Patria y Rey... produjo una conmoción de incalculable alcance en la sociedad española... María Cristina de Borbón y muchos de los generales y políticos que la seervían, se vieron forzados a defender las ideas y el sistema político dle liberalismo. La  conducta de la Iglesia había trazado una divisoria, en parte artificial, en la sociedad; se era liberal, aunque no se sintiese el liberalismo, o carlista. La mayoría de aquellos políticos y militares agrupados en torno a la reina no simpatizaban con la monarquía constitucional. Eran absolutistas pero repudiaban la teocracia... Estos tres (Llauder, Córdoba y Quesada) generales absolutistas se alistaban contra el carlismo, como tantos otros españoles, porque rechazaban la anacrónica y perturbadora ambición de la Iglesia. La consecuencia fue que el bando liberal o cristino contuvo innumerables antiliberales, individuos que nunca hubiesen guerreado contra el clero si el clero no los hubiera atacado"

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