martes, 9 de febrero de 2021

¿El ánimo de lucro nos vuelve menos auténticos?



Dice Milanovic en la última entrada de su blog:

cuando nos cuentan que finales alternativos para una película se probaron ante audiencias diferentes para acabar eligiendo el que prefería la mayoría, tampoco hay duda de que el papel del autor del filme se ve disminuido, y en algunos casos casos totalmente borrado. Lo mismo ocurre con las obras literarias. Si se escriben con el objetivo principal de hacer dinero, tienen que jugar con las preferencias populares y reducir al mínimo las opiniones personales del autor (que pueden ser impopulares). ¿Por qué, entonces ha de leer tales novelas el que está en busca ideas nuevas o desafiantes?… Los autores intentan perder su autenticidad para complacer a la audiencia y maximizar los ingresos. Y el único valor de tal obra reside en que nos permite medir las preferencias públicas, no en ningún valor propio (inherente).

… Este problema existe en la mayoría de las creaciones artísticas bajo el capitalismo. Todo el mundo puede dar muchos ejemplos, desde Steven Spielberg hasta los escritores de innumerables (y fácilmente olvidados) bestsellers…

Todo esto tiene sentido si el objetivo es únicamente el lucro… Estas son algunas áreas de la actividad humana en las que no es probable que una comercialización excesiva produzca los mejores resultados. El problema no tiene solución porque se deriva de la contradicción fundamental entre un sistema en el que se obtienen ganancias complaciendo a los compradores y un sistema que da prioridad al individualismo que, por definición, no es compartido por muchos.

Da la impresión de que Milanovic ha encontrado un filón “polanyiano”, el de la conversión en mercadería de cualquier actividad humana; el de la creación de mercados donde la oferta y la demanda de cualquier cosa se cruzan.

Pero no veo por qué esta evolución, en lo que se refiere a la producción literaria o artística, habría de ser negativa para el bienestar social. Para empezar, téngase en cuenta que, a diferencia de la Ciencia, en el arte y en la literatura no hay un “progreso” o “avance”. Las novelas de Vargas Llosa no son mejores que El Quijote o las de Stendhal. Y, en toda la historia, los artistas y los literatos que hoy recordamos tuvieron, en su mayoría, un gran éxito en vida. Son casos excepcionales – pero muy recordados – los que fracasaron en vida. De modo que la preocupación debería centrarse, no en las novelas u obras artísticas que tienen éxito sino en las novelas y obras artísticas que no se producen porque sus autores saben que no tendrán éxito. Y dudo que muchas de esas se hayan quedado en un cajón.

La razón es que el capitalismo y los mercados competitivos maximizan la producción. Basta con que haya una demanda suficiente para cubrir los costes del productor para que, si el mercado es lo suficientemente líquido y profundo, oferta y demanda se encuentren y el intercambio se produzca. Como recuerda el libro The Long Tail, un mercado mundial ha aumentado las oportunidades de los artistas minoritarios para publicar su obra porque puede llegar hasta sus seguidores más lejanos mientras que, en el pasado, el artista tenía que triunfar localmente para siquiera soñar con hacerse con una clientela internacional.

Siempre habrá escritores de best-sellers y directores y guionistas de “La jungla de cristal”. Pero, que se recuerde, Woody Allen no tuvo nunca – a pesar de los escándalos – dificultades para financiar sus películas. Y aunque hubiera podido realizar un blockbuster, probablemente, no hubiera querido hacerlo. Porque, gracias al capitalismo, puede permitírselo.

1 comentario:

Francisco Muñoz Gutiérrez dijo...

¿En qué momento, oración y párrafo Milanovic sitúa como núcleo, o sustancia, de su artículo–“entrada” la producción capitalista? ¿Acaso no dice nada la frase; «El tema es la autenticidad en las artes y, en menor grado, en las ciencias sociales.»? ¿y qué es «la autenticidad» en las artes y en las ciencias sociales? Supongamos que en las artes la autenticidad es la perspectiva personal de un individuo en su percepción del mundo; y en las ciencias sociales es sobre todo honestidad personal. Saber leer es, pues, condición necesaria, pero no suficiente para comprender. Es por ello que hay que ser escrupuloso en la hermenéutica, pues el que un brillante loro tenga la capacidad de articular palabras y frases agradables a un público devoto no aporta sentido alguno a la conversación; siendo que en el supuesto de la honestidad, el fin se delata siempre en los medios, sobre todo cuando los ilustres dan gato por liebre.

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