¿Qué circunstancias ambientales facilitan la mentalidad de juegos de suma cero en una Sociedad? Como es sabido, una visión de suma cero consiste en la creencia según la cual lo que uno obtiene es siempre a costa de otro. Hay una cantidad de bienes fija para todos, de manera que si uno se lleva una porción de tales bienes, lo que queda para los otros es menos y si uno se lo lleva todo, el otro no recibe nada.
Esta visión (comprensión psicológica) de suma cero se adquiere cuando se percibe que los bienes disponibles en el entorno de alguien son escasos y no se aprecia que los bienes pueden producirse (es decir, que no hay una cantidad fija en el entorno) y que la forma más eficiente de aumentar la producción es mediante la cooperación con otros. Si, por el contrario, los miembros de un grupo aprecian que la cantidad de bienes disponible no es fija; que pueden aumentarse produciéndolos mediante el trabajo humano y que la producción se maximiza cooperando con otros, los miembros de ese grupo humano estarán dispuestos a cooperar si pueden confiar en que el reparto de lo producido se hará igualitariamente de modo que todos estén mejor tras el esfuerzo - coste - desplegado en producir en común los bienes.
Así las cosas, hay entornos en los que es más fácil que los miembros de un grupo 'jueguen' juegos de suma cero y entornos que facilitan el desarrollo de juegos de suma positiva.
En un mundo donde hay una oferta limitada de los recursos y activos importantes, el mundo es, literalmente, de suma cero. En sociedades preindustriales de pequeña escala, la tierra cultivable es limitada, por lo que más tierra para un individuo significa menos tierra para otro. Y lo mismo ocurre con el ganado, la autoridad y el estatus social. Si los mercados no están desarrollados y no hay progreso tecnológico, entonces la forma más común para que un individuo salga adelante es a expensas de otros. Del mismo modo, vivir períodos de recesión económica o crecimiento económico puede dirigir la atención de los individuos hacia la escasez relativa de bienes en la economía, haciendo que los individuos adopten puntos de vista de suma cero... Además, debido a la persistencia y la estabilidad de los rasgos culturales y psicológicos, la mentalidad suma cero puede persistir incluso en entornos proclives a los juegos de suma positiva, es decir, se produce un desajuste cultural.
En el trabajo que se cita abajo, los autores concluyen que los inmigrantes sufren menos del sesgo de la mentalidad de suma cero y que esa mentalidad se traspasa a sus hijos e incluso nietos, lo cual es lógico porque "la inmigración mejora las condiciones de vida del inmigrante y sus descendientes y esta mejora no la perciben como obtenida a costa de otros" sino como producto del propio esfuerzo y cooperación con los que están en la tierra de inmigración: "De hecho, la idea ampliamente extendida de que el éxito económico de los EEUU se debe a su historia de inmigración sugiere que la inmigración, lejos de un juego suma cero ha sido beneficiosa para todos (win-win), para los inmigrantes y para los nacidos en el país". Y, en sentido contrario, los descendientes de individuos que sufrieron la esclavitud tienen más acentuada la mentalidad de juegos de suma cero. Y este sesgo se aplica tanto a la esclavitud de los negros como a otros pueblos que sufrieron formas menos grotescas de esclavitud tales como la servidumbre (que prevaleció en el Este de Europa hasta casi el siglo XX) o la obligación de vivir en reservas o las víctimas del Holocausto.
Sahil Chinoy, Nathan Nunn, Sandra Sequeira, Stefanie Stantcheva, Zero-Sum Thinking and the Roots of U.S. Political Divides, 2022
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