En este
enlace se encuentra la presentación que utilicé en el coloquio sobre
Desigualdad y riqueza celebrado en la UAM el pasado 20 de octubre. Las conclusiones son las siguientes:
Las dos formas básicas que adopta la cooperación entre
los seres humanos son los intercambios y la producción en común. Las reglas
morales que son necesarias para sostener los intercambios y para sostener la
producción en común son distintas porque también son distintos los beneficios
de la cooperación de una y otra forma. En el caso de la producción en común o
en grupo, la cooperación tiene como finalidad maximizar la producción, esto es,
obtener las ventajas de las economías de escala. En el caso de la las
transacciones de mercado, esto es, de los intercambios, la cooperación tiene
como finalidad realizar las ventajas de la especialización y de la división del
trabajo. La empresa, como unidad de producción, ocupa una posición única desde
esta perspectiva. En cuanto unidad de producción de bienes y servicios para el
mercado, la empresa se equipara a un individuo que participa en los
intercambios y que está sometida, pues, a la moralidad del mercado que, de
acuerdo con las concepciones preferibles, no requiere de normas morales en el
sentido de autorrestricción por parte de los participantes en el mercado de sus
propios intereses. Pero la empresa implica, también, producir en grupo. La
consecución de las ventajas de la cooperación – de la producción en grupo –
exige que los miembros del grupo restrinjan la persecución de sus propios
intereses en aras de lograr la maximización de la producción, pero la empresa,
a diferencia de los grupos humanos primitivos, es un grupo en cuyo seno hay
especialización y división del trabajo, de modo que la moralidad de los
intercambios – de los mercados – reduce muy significativamente la necesidad de
la moralidad de grupo. Reglas morales siguen siendo necesarias para asegurar la
retribución justa a cada uno de los factores de la producción que contribuyen a
la producción de la empresa ya que ni los mercados – de los factores de la
producción – proporcionan precios suficientemente buenos, ni el recurso al
reparto igualitario es suficiente para evitar la “salida” del grupo de los que
realizan la aportación más valiosa a la producción.
¿Por qué unas
sociedades son más ricas que otras?
Esta es la pregunta que llevan haciéndose economistas,
sociólogos, antropólogos y estudiosos de la evolución biológica y cultural
desde hace décadas. El planteamiento que se ha hecho en estas páginas puede
iluminar en algún sentido la discusión. Si son los grupos humanos más exitosos
en articular la cooperación los más ricos, habrá que explorar las dos formas
que hemos descrito en estas páginas que los seres humanos han “inventado” para
producir, esto es, no sólo su capacidad para producir en común – para maximizar
la producción del grupo y distribuir igualitariamente lo producido – sino su
capacidad para extender en tamaño y “perfección” los mercados donde los
miembros de ese grupo intercambian lo producido especializadamente. De manera
que las comparaciones entre sociedades no pueden hacerse examinando,
exclusivamente, los parámetros que indicarían que se trata de una Sociedad
cuyos miembros cooperan mejor como grupo o que se trata de una Sociedad cuyos
mercados funcionan más eficientemente. Una vez que se ha eliminado la violencia
de las relaciones sociales, unas Sociedades aprovecharán mejor que otras las
ventajas de los intercambios porque sus mercados permiten extraer, en mayor
medida, las ventajas de la especialización y la división del trabajo pero es
posible que no sean tan eficientes en la producción de los “bienes sociales”
que siguen produciéndose en grupo, esto es, bienes que no son objeto de
producción individual e intercambio en los mercados. La combinación de la
producción en grupo y los intercambios debe variar de Sociedad a Sociedad y el
resultado, en términos de bienestar social, también. Puede que los Estados
Unidos posean los mercados más eficientes, lo que hace que sean la Sociedad más
rica. Pero otros países – Japón – produce mejor en grupo, de manera que son más
“ricos” en relación con los bienes sociales que son objeto de producción en
grupo: en términos de seguridad física, longevidad, etc. El teorema de la mano
invisible nos garantiza la maximización de la producción de bienes y servicios
en una Sociedad. Pero no sólo de pan vive el hombre.
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